Capítulo V

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Capítulo V: La realidad da asco y la fantasía también ¡¡Genial!! ¿Acaso hice algo tan horrendo en mi vida pasada para que me sigan saldando la deuda?

Tanto Luca como Stefan observaron la escena, atónitos.

— ¿Y Asel?— me preguntó Stefan en un tono inexpresivo.

Le miré a los ojos intentando ocultar la furia que irradiaba en estos momentos.

—Se fue— afirmé cortante.

Mi amiga Paula no parecía ser consciente de aquello que la rodeaba, era como si todo el miedo que debería de haber pasado antes, se le cayera en éste instante encima. Se acurrucó a mi rígido brazo temblando, a la par que sollozaba histéricamente.

Yo, por el contrario, no sentía nada; debería de estar nerviosa y aterrada, pero esa sensación no vino a mí.

Me encontraba tiesa como un palo, a la defensiva; se me hizo un nudo en la garganta al pensar la que se me vendría encima en cuanto asimilara la situación.

Luca se puso delante de nosotros, protegiéndonos de Stefan.

—Sé lo que estás pensando y no las vas a tocar.

Stefan le lanzó una sonrisa burlona.

— ¡¡A tus órdenes, camarada!!— hizo una reverencia—. No les haré daño, por ahora; tengo que reunirme con Iván y comunicarle lo ocurrido: no podemos dejar ningún hilo suelto, pero en cuanto aclaremos las cosas volveremos y sabes perfectamente que, por muy buen luchador que seas, no tienes nada que hacer contra una manada de licántropos.

Miré el cadáver de Carlos, apretando a Paula contra mi cuerpo con fuerza.

—Y… ¿Qué pasará con él?— les pregunté con un hilo de voz señalando a Carlos.

Los dos vampiros me miraron.

—Sus latidos son muy débiles y ha perdido demasiada sangre, no creo que sobreviva— afirmó Luca.

Stefan le miró, no parecía importarle en lo más mínimo lo que acababa de ocurrir.

—No os preocupéis, damiselas, que yo me encargaré de ocultar el estropicio— rodó los ojos—, sé que vosotros no os molestaréis en hacerlo, y si lo realizáis, seguro que dejaréis alguna pista y a los licántropos no les hará gracia.

Luca también parecía indiferente ante la escena.

Atónita, les miré.

¿Cómo podían hablar con tanta naturalidad después de lo que acababa de ocurrir?

¡¡Estábamos viendo agonizar a una persona!! ¡¡Habían tenido una lucha a muerte!!

Estaban locos.

Confusa y aterrada clavé mi vista en los restos de la pared de la clase de al lado, que ellos mismos acababan de derrumbar.

Con la mente embotada, decidí centrarme en el tema principal.

— ¿Q...Qu…Qué harás con Carlos?— logré preguntar a Stefan.

Stefan me lanzó una sonrisa sádica.

—Quemaremos su cadáver, como lo hacemos con el de todas las personas que eliminamos.

Me estremecí, al igual que lo hizo Paula, casi me había olvidado de ella.

—Prométeme que lo acabarás de matar si aún tiene algo de vida, por favor, no lo sumerjas en las llamas mientras aún le quede una bocanada de aire— le imploré en voz baja.

Encadenada a lo imposibleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora