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Capitulo III

{Martina}

-Enserio Martina , ¿Qué pensaste cuando compraste esa falda? Parece vomito de perro acumulado.

Era la novena vez que Carrie criticaba la falda con la que había venido hoy a la escuela. Tenía que admitir que Jorge tenia razón, Carrie criticaba cada cosa que yo hacia, usaba o decía. Hasta lo que yo pensaba, todo estaba mal para ella. Desearía que Jorge pudiera volver obligarla a comer tierra, aunque esta vez obtendría una sanción más grande que quedarse sin recreo.

-A mi me gusta- Jorge apareció enfrente mi casillero, miro mal a Carrie, quien rodo sus ojos apenas la vio.-Deberías fijarte primero en tu patético vestuario antes que el de ella.

¿Patético vestuario? Carrie tenía puesto una falda con estampados de colores fuertes y un top jean que dejaba algo de piel al descubierto, y los tacones plateados que llevaba eran de infarto. Algo que yo jamás podría manejar.

-Tini, ¿Podemos hablar? ¿A solas?-pregunto mirando a Carrie.
-Sí claro, ¿vamos a la cafetería?
-O tal vez alguien se puede ir-su mirada fría seguía fija en Carrie.
-Nos vemos después Martina.-Carriedespareció por los pasillos de la preparatoria, una sonrisa triunfadora apareció en los labios de Jorge.
-A veces alguien tiene que enseñarle a las perras como comportarse-dijo tomando el libro que tenia en mis manos.
-Gracias, enserio necesitaba liberarme de ella.
-De nada, Tini. Ahora si. Quería decirte que mi familia esta en la ciudad. Por lo menos mi Madre y mis hermanos, mi padre...sigue enojado conmigo y se niega a hablarme cosa que haré yo también.
-Jorge es tu Papá...
-No quiero hablar de ese tema aquí, Tini. Los gemelos irán a cenar al departamento hoy, tal vez te podría lucir con tus talentos culinarios.
-¿Y tu madre?-pregunté curiosa.
-Ella quiere cenar conmigo mas tarde, solos.
-Me parece bien. Entonces después de la escuela tendremos que ir al supermercado.
-Esta bien, nos vemos Tini. Y avísame si la perra te vuelve a molestar-Jorge desapareció con una sonrisa por los pasillos de la preparatoria.

{...}

El timbre de salida sonó y me apresure en guardar todos mis libros en mi casillero. Tenía que apresurarme si quería cocina la Lasaña casera de mi familia, la única receta que había logrado aprender. Corrí por los pasillos hasta llegar al campo de deporte de la preparatoria. No había nadie

-Hola Martina-saludo Parker Hollowiss, uno de los amigos de Jorge y compañero de futbol. Traía su casco de protección en sus manos.
-Hola Parker. ¿Recién ha empezado?-pregunté tratando de mirarlo a los ojos, su enorme estatura me lo impedía.
-Sí, al entrenador le ha dado sus locuras. Se entero que algunos del equipo estuvieron fumando el fin de semana. Entrenamiento de castigo, estaremos aquí unas dos horas más.
-Mierda. ¿Le podrías decir a Jorge que yo iré avanzando?
-Claro, adiós Martina.

Salí del campo atlético y llegue al enorme estacionamiento. Demonios. Había olvidado que había venido con Jorge. Regrese al campo de futbol, pero esta vez entre al sótano, donde se encontraban los vestidores. Estaba a punto de hacer la cosa más valiente que haría en toda mi vida, pero si me quedaba hasta el final la cena no estará lista. Abrí la puerta de los vestidores, y me encontré con los gritos de chicos. Apestaba a hombre.

-Wuow, ¿Te perdiste muñeca?-gritó un chico que estaba por las duchas.
-Hey Blanco, tu chica nos vino hacer compañía-gritó otro desde las bancas.
-Tal vez te gustaría hacerme compañía a mi nena.
-Cierra tu maldita boca, Logan.-Jorge apareció con una sonrisa en sus labios. Esto le parecía divertido.
-Así que colándote en los vestidores de hombres ¿no? Que mal, Tini.-se rio para después tomar el casco del suelo.
-Cierra tu boca, y dame las llaves de tu auto.
-¿Qué? No te daré las llaves de Holly.

Seguía pensando que era patético que un auto tenga nombre.

-Jorge, si no voy al supermercado la cena no estará lista.
-¿Prometes no hacerle daño?
-Lo juro-dije extendiendo mi mano.

Jorge camino hacia su casillero y de este saco las llaves, para después ponerlas en mi mano.

-Gracias por hacer esto, Tini- Jorge me abrazo, todo su cuerpo sudoroso estaba encima mío.
-Suéltame en este instante Blanco, o te juro que conseguiré una buena ralladura para tu auto-le amenacé y el inmediatamente me soltó.-Adiós-dije y deposite un beso en su mejilla para después salir del vestidor de hombres.

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