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Capítulo XXXV.

Cuando Diego se fue a hablar con la encargada del programa de intercambios, y Stephie se fue, Jorge comenzó a limpiar los restos de pizza que habían dejado en el sofá. Deseché la caja vacía de pizza al tacho de basura.

- ¿Dije algo extraño anoche?-pregunté, me moría por escuchar sus respuestas. Pude notar como se tensó en el momento que le mencione la noche anterior.
- ¿Por? ¿No recuerdas nada?-se sentó en el sofá mirándome directamente.
-No recuerdo nada. -mentí.
-Solo dijiste que te habías divertido mucho con Diego, solo eso.
- ¿Estas seguro?

Por alguna extraña razón quería que me diga la verdad. Demonios, le había dicho que lo amaba la noche anterior, borracha o no, y yo sabía que el lo había escuchado. Él no podía hacer simplemente como si eso nunca hubiera sucedido.

-Sí, al menos que tu recuerdes que has dicho algo raro.
-No, nada.

{...}

-Bájate de ahí, Diego. Ni lo pienses-lo amenacé pero poco parecía importarle lo que le acababa de decir.
- ¡Oigan!¡Oigan!-exclamó gritando haciendo que todos el centro comercial voltearan a verlo.-Ella es mi novia-Diego me señaló con su mano derecha.-Le pedí matrimonio hoy.

Todo el centro comercial exclamo a coro un "Aw". Diego iba a estar muerto, el centro de atención ahora era yo.

-Pero ella me dijo que no. -Diego mostró un rostro de tristeza, -Ella dijo que está enamorada de alguien más, y que no me ama a mí.
-Yo puedo casarme contigo-gritó una rubia desde el fondo del pasillo.
-Yo también-exclamó otra. -Tu chica es una idiota.
-Yo solo quiero casarme con ella.

Diego se puso de rodillas enfrente de mí y tomo mi mano delicadamente. ¿Enserio las personas no tenían nada más importante que hacer? No se, ¿como seguir con sus propias vidas?

-Dile sí, no encuentras a británicos románticos por todos lados.
- ¿Qué dices Martina, quieres casarte conmigo?-repitió Diego.
- ¿Cómo puedes pedirme eso? Después de que te encontré con mi mejor amiga en mi propia cara. Eres un idiota, ¿crees que pidiéndome matrimonio puedes solucionar todo?
-Eres un idiota, amigo. Yo no engañaría a una chica como esa. -un rubio me evaluó con la mirada.
-Juro que no lo volveré hacer, mi amor. No me dejes.
-No me vuelvas a hablar idiota, te odio.

Comencé a caminar en dirección opuesta a la que estábamos tratando de no explotar en risas, tenía que aceptar que era la primera cosa divertida que hacía en mucho tiempo. Llegué hasta la maquina expendedora y rompí en risas.

-Gracias a ti, ahora todo el mundo piensa que soy un patán. Gracias. -Diego apareció a mi lado con una enorme sonrisa.
-De nada, cuando quieras. Tú empezaste el juego, me estabas dejando como una rompe corazones.
-Supongo que podríamos ser actores.
-Estás demente, realmente demente.
-Lo sé.

Estábamos demasiado juntos, respirando y compartiendo el mismo aire. Sus labios...dios mío no debería de estar queriendo tenerlos encima de los míos. Pero era algo inevitable, no conozco mujer que no quisiera besar sus labios. Uní mis labios con lo suyos, enredé mis manos en su morena cabellera, era mejor ahora a diferencia del día en el club, esto era absolutamente mucho mejor.

Diego se alejó de mí, poniendo distancia entre nosotras.

- ¿Qué demo...
-No quiero apresurar las cosas, Martina. Normalmente las chicas son solo personas para tener sexo, pero no quiero eso contigo. Quiero algo más. Tal vez quiera ser tu novio, tal vez quiera más que una sola sección de besos. Realmente me gustas, no quiero arruinar nada entre nosotros.
- ¿Eso quiere decir nada de besos?
-Si supieras lo besable que te ves en este momento, yo soy la persona que quiero besar más tus hermosos labios.

{Jorge}

Diego le puso algo de crema de maní en la mejilla de Tini, ella se rio y le dio un leve empujón sin moverlo ni un centímetro. Él la enredo entre sus brazos poniéndola más cerca a él. Martina depositó un beso en su mejilla, antes de tomar los lentes de él de su cabeza, se los puso y comenzó a hacer muecas raras. Diego se rio, al mismo tiempo que ella.

Ambos estaban sentados en la mesa al lado opuesto del comedor. Solos. Tini había dejado de pasar sus tardes en el departamento, ahora se las pasaba en el lugar donde Diego se estaba quedando y que el programa de intercambios por fin le había asignado.

Tyler se sentó enfrente de ellos, con Natalia-una de segundo año-a su costado. Tini y Diego los saludaron. Tyler había entendido que lo de el y Martina era historia pasada. Pero ahora la presencia de Tyler no me incomodaba. Quería clavarle un tenedor en medio de la cara de Diego, cosa que me hacia sentir patético.

-Amor, ¿me puedes traer algo de soda?-preguntó Stephie.
-Seguro.

Caminé hasta la maquina y deposite un billete en la ranura, seleccioné la primera que vi y la recogí.

-Duele, ¿verdad?

Kendall estaba a mi costado mirándome a los ojos. Sabía exactamente a que se refería.

- ¿A que te refieres?
-Que ella esté feliz con otro. ¿Pero que esperabas?
¿Que se ponga a llorar porque su mejor amigo la comience a ignorar? Te dije que ella estaba confundida, Jorge. Que te hayas alejado y que hayas conseguid una novia no ayudó en nada. Que la hayas cambiado por una chica perfecta, tampoco. Pero me alegro, ella parece feliz con Diego.
-Ella me cambio. -dije estúpidamente.
-No, Jorge. Tú la cambiaste primero.

Kendall se alejo hasta llegar a la mesa donde estaban Martina y Diego. Él levanto la mano de Martina por encima de la mesa, no sin antes depositar un beso en su mano.

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