Excursión- Capítulo 5

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Desde que habíamos llegado a la casa de campo que teníamos en Cornualles, no había bajado al pueblo, así que cuando se lo conté a Peter me dijo que al día siguiente nos iríamos a pasar el día allí. No era un pueblo muy grande, las casas eran bajas y de tejados inclinados. A la mañana siguiente partimos hacia el pueblo. Íbamos por un largo camino hablando y disfrutando del día soleado.

-Hace una mañana preciosa- dije a Peter.

-La verdad es que sí- afirmó con la cabeza.

-Sólo se oye el canto de los pájaros.

-Lo que pasa es que vives en una ciudad donde no hay pájaros...y si hay alguno es porque se ha perdido.

-Londres es una ciudad preciosa, lo que ocurre es que hay mucha gente.

-Y demasiadas fábricas.

-La verdad es que tienes razón, pero es diferente a otras ciudades.

-Me gustaría ir alguna vez.

-Y yo iré contigo- dije sonrojándome.

-¿De verdad?- me preguntó entusiasmado.

-Sí- respondí- y yo te la enseñaré, iremos a ver el Big Ben, El Parlamento Británico, La Abadía de Westminster, El Puente... ¡y quién sabe a lo mejor podemos entrar en El Palacio de Buckingham!

-¡Qué dices! ¿Cómo vamos a poder entrar?- dijo sorprendido.

-Como a sabes mi madre es una prima lejana del rey y a lo mejor...

-Me conformo con que seas mi guía en Londres.

-De acuerdo- le dije mientras nos estrechábamos las manos en señal de promesa- será un placer hacer de guía.

Llegamos pronto al pueblo, no había casi gente y era muy pequeñito, así que Peter me lo enseñó muy rápido. Hacía mucho tiempo que no iba y pero dudaba de que hubiera cambiado mucho. A media mañana entramos a una pequeña pastelería. Dentro se encontraba una señora de mediana edad regordeta, parecía simpática.

-Hola señora Dorothy- dijo Peter levantando la mano en modo de saludo.

-Hola Peter- respondió la señora muy alegre- vaya parece que traes a una miga- dijo mientras me miraba de arriba abajo.

-Hola me llamo Sophie. La mujer no me respondió, se quedó mirándome pensativa, mientras repetía una y otra vez mi nombre en voz baja.

-¡Oh! Tú eres la pequeña Sophie la hija de la Condesa. Hace años que no te veía, ahora eres toda una mujercita, pero no os quedéis en la puerta pasad- dijo invitándonos a pasar con la mano.

Pasamos dentro. La pastelería era pequeñita pero muy acogedora, estaba llena de pasteles de todos los tamaños: grandes, pequeños, medianos...también había dibujos de tartas por las paredes. La pastelería estaba iluminada por dos grandes ventanas a ambos lados de la puerta de entrada que la hacían más acogedora, pero aún así me di cuenta de que en aquel lugar era pobre.

-¿Queréis que os ayude en algo?

-No hace falta Dorothy, hemos venido a pasar el día. Sophie hacía mucho tiempo que no visitaba el pueblo, y al ver que la pastelería estaba abierta hemos entrado para echar un vistazo.

-De acuerdo- dijo dándonos la espalda y cogiendo unos pastelitos de una vitrina- estoy segura de que estos pastelitos os van a gustar, están recién hechos- yo cogí uno y Peter el otro. La verdad es que estaba muy delicioso. Al final cogimos otros dos para más tarde.

-Me alegro de que os haya gustado.

-Están muy deliciosos, muchas gracias- la dije.

-De nada, y ya sabéis cuando queráis algo venid aquí.

-Por supuesto- respondimos a la vez Peter y yo.Salí de la pastelería detrás de Peter, pero me di cuenta de una cosa.

-Peter ¿puedes seguir andando? ahora mismo te alcanzo.

-Está bien – me dijo extrañado.

-Señora Dorothy- la dije dándome la vuelta- verás tengo algo de dinero ahorrado y me gustaría que lo tuviera usted. De repente sus ojos se abrieron.

-Pero señorita Sophie...

-Tú lo necesitas más que yo- metí la mi mano en el bolsillo y saqué un pequeño saquito lleno de monedas.

-Pero Sophie ¿por qué yo?

-Porque eres encantadora y te lo mereces.

-Muchísimas gracias mi niña. Me despedí con la mejor de mis sonrisas.

Estuvimos comiendo en un prado lleno de flores silvestres que el viento hacía bailar. Después de comer nos tumbamos boca arriba para poder ver mejor las nubes, nuestro cuerpo bañado por el sol hacía que todo resultase hermoso. Estuvimos toda la tarde viendo pasar las nubes.

-Me gustaría volar- dijo de repente Peter.

-A que te refieres- dije volviendo mi cabeza hacia su lado.

-Me gustaría volar para poder pasar por entre las nubes y para ver lo pequeño que es el mundo, para sentirme libre.

-Seguro que lo conseguirás.

-Pero yo no soy nadie para volar.

-Tú eres como cualquier otra persona.

-Pero soy pobre, y los pobres no hacen realidad sus sueños.

-No digas eso Peter, todas las personas pueden hacer realidad sus sueños si realmente quieren que se hagan realidad.

-¿Y cuál es el tuyo?

-Eee... pues...no se- dije mientras giraba la cabeza hacia el otro lado.

-Sea cual sea lo harás realidad- me dijo.

Me quedé mirándole un rato mientras él seguía con la mirada fija en las nubes. El no era mayor que yo solo unos meses. Era un chico alegre y divertido que sabía sacar lo mejor de ti, te hacía reír pero sobre todo te hacía soñar y ver que la vida es corta y hay que saber aprovechar cada momento con la mejor compañía.

Battle of BritainDonde viven las historias. Descúbrelo ahora