Los días en el barco pasaron rápido. Mi única obligación era comer con Gilbert y no molestar mucho. Estaba todos los días con Eli, hablando o simplemente pasando el reto. A veces se nos unían Roderich, cuando se cansaba de tocar el piano y Gilbert, para comprobar que seguíamos vivos e informarnos de cómo iba el viaje. Acabé durmiendo en el suelo y cuando el capitán se enteró se rio y me dio una palmada en la espalda. "Sí que tienes mala suerte, castrado".
En la tarde del cuarto día estaba jugando a las cartas con Elizabeta y Roderich en su camarote cuando los dos tuvieron que irse a hacer no sé qué cosa. Como soy un caballero solo le miré las cartas al austríaco. Oigo un ruido de pasos rápidos en el pasillo y tiro las cartas, pensando que sería el compositor, pero el niño cojo de la otra noche abre la puerta del camarote con la respiración agitada.
- ¡Hay un barco pirata! ¡Intentan atacarnos!- Al niño se le ve el miedo en los ojos. Me levanto y salimos corriendo a cubierta.
Todos los marineros corren de un lado a otro preparando cosas y siguiendo órdenes. A unos trescientos metros hay un barco de velas negras siguiéndonos, deben de pensar que como es un barco comerciante / de guerra podría tener riquezas. En el timón Gilbert está gritando órdenes. Me acerco a él.
- Hola, castrado. Me alegra ver que sigues vivo. – No aparta la vista del mar al hablarme y tiene los dientes apretados por la concentración.
- Cállate, bastardo. Céntrate en sacarnos de esta.
- ¿Te crees que unos piratas del montón van a atacar el barco asombroso yo?
Al terminar la frase el barco recibe un cañonazo en la cubierta, muy cerca del mástil y haciendo un boquete.
-Eh, bueno, solo les he dejado una para hacerles felices, ¿eh?
Vamos a morir. El barco pirata se acerca cada vez más y ya puedo ver la cara de los piratas, listos para abordarnos. Algunos ya se están colgando de cuerdas del mástil de su barco, esperando la oportunidad para saltar y llegar hasta nosotros. Gilbert le grita a un marinero que desplegué todas las velas. El viento está a nuestro favor y como es un navío rápido vamos ganando terreno. Algunos piratas saltaron impulsándose con las cuerdas, pero acabaron en el agua. Poco a poco nos alejamos y pronto les perdemos de vista. Respiro aliviado, ya estaba haciendo mentalmente mi testamento.
- Estúpidos piratas, ¿pensabais que podríais contra mí? Kesesese. – Suelta el timón y hace un baile triunfal. Esto es demasiado para mí. Vuelvo a mi camarote mientras el albino sigue bailando. El sonido de la música me avisa de que Roderich está tocando antes de que abra la puerta. Al entrar no me mira y me siento en una silla cercana.
- Mañana llegamos a puerto.- Sigue presionando las teclas sin siquiera girarse hacia mí.
- Lo sé.
- Al llegar tenemos que coger un carruaje hasta Madrid, al palacio real. Te lo digo para que no se te olvide.
- ¿Cuántos días de viaje son?
- Solo un dos días, puede que tres.
Me recuesto en el respaldo de la silla, mañana será un día largo. Ya tengo ganas de llegar.
El resto del día pasa rápido, con la música de Roderich como banda sonora y pronto cae la noche. En el camarote entran los rayos de luna por la escotilla, iluminando una parte del suelo y dejando el resto de la habitación en penumbra. El austríaco duerme en la cama, su pecho sube y baja con cada respiración. Llevo toda la noche intentando dormir, sin resultado. El suelo de madera está frío y es incómodo. Me incorporo apoyándome en la pared y el piano. Salgo del camarote y recorro el pasillo hasta salir a cubierta. El cielo oscuro está moteado de estrellas que iluminan débilmente el barco. Vio una sombra apoyada en la barandilla, a unos pocos metros de mí. Distingo la forma de una melena larga que cae por los hombros, doy unos pocos pasos y la figura se gira.
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Bendito cuchillo (Spamano)
FanfictionLovino Vargas es el castrato más importante del siglo. Ha actuado delante de reyes, nobles, teatros llenos y a todos ha conmovido. A su temprana edad, Lovino es objeto de deseo tanto por hombres como de mujeres, pero él no está interesado en ellos...