Violett, más conocida como "leona rebelde" por su personalidad conflictiva, es la nueva Diosa del Territorio Rojo, el cual está actualmente bajo la tiranía de Seteh, su antecesor. Revelar su existencia sería un suicidio, pero ella está dispuesta a h...
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Violett no podía tan siquiera cerrar los ojos, tendida sobre el acolchado rojo en aquella enorme cama adoselada. Los Castillo de los Territorio tenían un dormitorio para cada Dios cuando visitaban a sus hermanos, así que ella tenía aquel cuarto sólo para ella, con atuendos en el armario incluidos. Pero a pesar de saber que tenía un lugar para ella allí en el de Selba, no podía estar feliz por ello. Acababa de enterarse que su antecesor Seteh había asesinado a una hermana, a la pequeña Calom. Nunca la había conocido personalmente, pero sabía que aún era joven y apenas hacía unos años que estaba en el poder. El Dios Rojo había aprovechado de su vulnerabilidad y la había matado sin piedad, apoderándose de su Cubo, su Territorio y su gente. Imaginó entonces que los pueblerinos amarillos en ese momento tendrían la misma mirada de sufrimiento y desesperación de Charl.
Lo que había ocurrido les impidió a William y a ella seguir hablando con el menor de los Eccho, y ambos volvieron a regañadientes a los pisos superiores dejándolo allí sin poder hacer nada por liberarlo.
Suspirando, se sentó en la cama y pensó que debía hacer algo, lo que fuera, para terminar con todo aquello. No importaba si tenía que tomar medidas extremas, lo haría. Entonces una idea comenzó a arremolinarse en el fondo de su mente, en los rincones más oscuros de su inconsciente, pero la rechazó y la lanzó de nuevo a las profundidades. No estaba como para idear planes rebeldes cuando la situación no lo ameritaba.
Se incorporó en la cama y sin importarse si Selba la descubría o no, se dispuso a bajar nuevamente a las mazmorras para hablar con Charl o incluso intentar sacarlo de allí, pero cuando se calzó los zapatos, la puerta de su dormitorio se abrió de un sopetón.
—¿Violett? —Con un suspiro de alivio, Lia se abalanzó sobre su hija para abrazarla—. ¡Por la Diosa! Estaba preocupada. ¿Estás bien? ¿Te hiciste daño? ¡Cuando supe que el Colegio había explotado casi me dio un infarto! Ameris fue a verme para tranquilizarme. —Ameris era la tercer Ancestra de Selba, era la que se encargaba de dar las noticias en el Territorio.
La madre de Violett respiró hondo mientras la soltaba y la palpaba verificando por sí misma que no estuviese herida. La muchacha apenas asintió fehacientemente, frotándose los brazos y retrocendiendo.
Aún estaba dolida por lo de su padre. Era cierto que nunca había mostrado curiosidad por saber quién había sido, pero al menos su madre podría haber dado el primer paso y haber hablado sobre él.
Lia percibió la reticencia de su hija y frunció el ceño, no sin preguntar qué le pasaba.
—William volvió a salvarme —dijo, y la mera mención del muchacho hizo que Lia hiciera una mueca de disgusto, haciéndole notar a su hija el poco aprecio que le tenía—. Me habló de mi padre. Que era un Ancestro Violeta.
La mujer soltó todo el aire de los pulmones y dejó caer los brazos de forma brusca. Se giró sobre sí misma y se pasó las manos por el cabello. Refunfuñó algo incomprensible y luego se dejó caer sentada sobre la cama. Con una mirada atónita, Violett se sentó al lado de su madre. Nunca la había visto tan alterada.