Epílogo

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Veintiún años después

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Veintiún años después...

Iba a ser la primera asamblea en el Territorio Rosa desde que los Dioses Blanco y Negro se integraron al consejo. Magenta se encargó personalmente de solicitar un asiento extra, y una mesa redonda más grande que tuviera en el centro el mapa actualizado de Nuevo Inicio, con la Isla Blanca y la Isla Negra. Azahar aún no acostumbraba a salir de su hogar, pero la pronta asunción de Weiss lo habían obligado a ser más flexible.

Mientras pensaba lo mucho que había cambiado las cosas desde que Seteh había caído, la Diosa Rosa sintió la presencia de Dianthus que acababan de llegar a su Territorio. Pidió a su Ancestra que lo fuera a buscar y cinco minutos después estaban entrando en el salón de Asambleas.

El joven Dios Rojo la saludó con un gesto de la cabeza y se mantuvo con una expresión seria y adusta. Todos estaban de acuerdo que Dianthus no tenía ningún parecido con sus predecesores, y mostraba ser muy inteligente y habilidoso.

Allí en el salón ya estaba Azahar, sentado en el trono con las piernas cruzadas y las manos entrelazadas con los codos apoyados sobre la mesa. Aún lucía como un niñato, y seguía comportándose como tal. Weiss tenía trece años y parecía su hermana gemela, ambos con ese albinismo que caracterizaba a los Dioses Blancos, pero ella distaba mucho de ser traviesa como su antecesor.

También ya habían llegado los hermanos Júniper y Cian, y estaban discutiendo como solían hacerlo cada vez que se veían. Él solía ser explosivo y muy frontal, ya ella era más calmada pero con una lengua afilada que dejaba a muchos con la palabra en la boca.

Dijon, el Dios Amarillo, estaba en una esquina conversando con Azafrah. Ambos habían hecho buenas migas y sus Territorios forjaron una buena y estable relación comercial. Dana estaba orgullosa de su sucesor, y seguramente Calom lo estaría también del joven amarillo si lo hubiera llegado a conocer.

Noscere estaba de pie al lado de Flame, quien estaba sentado en su lugar aunque aún no había recibido el Cubo. La Diosa Naranja se había empecinado, desde que él había cumplido los dieciséis años, que comenzara a hacerse cargo de varios asuntos, para aprender con rapidez las responsabilidades que implicaba ser Dios. Él no se quejaba en absoluto, vivía leyendo tanto textos antiguos como las leyes más nuevas para sentirse a la altura de lo que su antecesora le exigía.

—Perdón el retraso —exclamó Anubis mientras aparecía en un estallido de sombras sujetando a un pequeño de unos ocho años de cabello negro carbón y una mirada contrariada del mismo color.

—Hey, al fin convenciste a Muzlin que viniera —rio Azahar mientras el pequeño Dios Negro se soltaba del agarre de la muchacha con un movimiento brusco y cruzaba los brazos haciendo un mohín.

Anubis suspiró mientras se dejaba caer en su trono.

—No, lo obligué —soltó con voz cansina y volviendo a jalar al pequeño para forzarlo a sentarse en su lugar.

Con algunas sonrisas y balanceos de cabeza, todos se ubicaron en sus lugares. Magenta encabezó la Asamblea y miró a cada uno antes de empezar a hablar. Azahar se dio cuenta de lo que pensaba y se levantó, dejando que Weiss tomara su lugar y ella le agradeció en silencio.

Era la primer Asamblea con la nueva generación. El capítulo se cerraba para dar un nuevo comienzo que aspiraba a ser próspero y lleno de esperanza. 

Rojo - Saga Dioses del Cubo 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora