2012. Australia, Parkville

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Era hora de la gran entrada. Las chicas estaban esperando con ansias la llegada de la quinceañera.
El silencio reinó por segundos en el inmenso salón y al comenzar la canción de entrada todos observaron con gran asombro a la chica que bajaba por las escaleras con su vestido blanco con detalles de piedras plateadas, su cabello era una trenza hacia un costado y mechones enrulados sueltos dándole un toque juvenil.

—Está linda, ¿no crees?

—¿Linda? ¿Sólo eso? Mi mejor amiga es toda una modelo.—Georgiana se acercó amenazadoramente hacia Taylor.

—No creo que sea para tanto. Sería una pena que le pasara algo...

—¿Y tú eres..?— Dicho esto Georgiana se fue taconeando hacia una mesa, pero justo antes de llegar no se percató que la pista led terminaba allí por lo cual calló al piso, se sintieron algunos gemidos de dolor de parte de la chica, pero como nadie se enteró de lo sucedido, se paró rápidamente y se sentó junto a unos chicos que no conocía, pero supuso que eran mayores que ella a exepcion de uno. No pudo evitar ruborizarse cuando uno de los chicos la miró por sentirse tan observado, allí pudo observar lo lindo que era pero el chico desvió su mirada rápidamente para observar a la hermosa pelirroja.
Georgiana estaba celosa de lo hermosa que se veía.

—Hola hija— Su madre se veía nerviosa ante tanta gente presente. —Estoy muy feliz. No sabes lo bellísima que estás.— Finch sonrió y abrazó con fuerza a su madre, para recibir a su abuelo Steven y luego a su abuela Eluisa para abrir paso a su única tía, su esposo y ambas hijas Cloe y Zoey quienes tienen la misma edad que Finch. Todos sabían que la familia de la chica no era muy extensa y tampoco muy unida, sólo se veían en ocasiones muy especiales.
Pero esa noche parecía que nunca hubiesen estado separados, que entre todos se llevaban bien y aceptaban sus diferencias.
Finalmente, cuando la canción del vals llegaba a su fin, el padre se dirigió a su hija con lágrimas en sus ojos, la abrazó y al soltarla ambos se miraron a los ojos y rieron a causa de los nervios y la alegría, Finch dejó caer las lágrimas por sus mejillas.
Sus amigos también se habían acercado a ella para bailar un pequeño fragmento del vals.
Sin en bargo ella aún no entendía por qué había tanta conmoción a esa edad, a las fiestas, a las mesas, a la decoración, a kas bebidas, y al resto de las cosas; Finch Sherend sólo estaba cumpliendo un año más de su larga-o al menos eso se supone- vida, ni entendía el por qué de tantos adornos, y detalles caros. Pero de todas formas era imposible no estar feliz, sus padres habían hecho un espectacular trabajo, estaba orgullosa de ellos. Habían gastado mucho dinero en ella, en un año más de su vida.
Marie de acercó corriendo a ella, había hecho una coleta baja con su largo cabello marrón que le llegaba por debajo de la cintura, tenía una sonrisa de oreja a oreja mostrando sus dientes blancos como perlas provocando que a penas se lograran ver sus hermosos ojos miel.

—Georgiana está devastada, no puede aceptar que siempre fuiste y serás más linda que ella.

—No digas tonterías. Ella es muy bonita, no sean crueles ¿Si?— Marie fue hacia el grupo de amigas y Finch quedó casi sola de no ser por Michael quien llegó y le tocó el hombro para luego clavarle un beso en la mejilla y tomarla de la mano para poder bailar.

—Te ves muy linda.

Finch no pudo evitar ruborizarse, por fracciones de segundos ambos quedaron observándose, él traía puesto un pantalón blanco de jean y camisa con detalles y su cabello estaba despeinado lo cual se le veía muy bien.

—Tú también te ves bien.

Por más de que quizo, no pudo saber con qué mirada debía observarlo. En todo ese embrollo a la chica se le encogió el estómago y fue aún peor cuando Cody se acercó.

—Hola linda.— Por suerte Franz fue quien le ganó a Cody. —Lo siento Micke, órdenes de mi hermana. —Con eso último, el chico se fue dejando a Franz con la pelirroja.

—Estas hermosa.— Se aclaró la garganta. —En realidad, mi hermana no quiere que el payaso de mi amigo te moleste.

—Descuida no hizo nada, pero si lo hace llamo a Taylor.— Franz la miró extrañado.

—No muñeca, a quien debes llamar es a mi.

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Taylor le había pedido a su mejor amiga que la acompañase al baño, lo cual hizo con gusto ya que estaba un poco confundida con todo lo que había sucedido. Recordó un año atrás cuando Cody intentó besarla, cuando Marcus la miraba satisfechi y recordó dos semanas antes, el beso de Marcus; su corazón iba a mil por hora, constantemente sentía que sus pupilas se dilataban y al instante se cerraban, pudo sentir el recuerdo de Michael, la mano sobre su cadera, sus húmedos labios rozando con delicadeza su piel... ¿A caso la miraría con amor? Finch descartó esa estúpida idea, simplemente no creía que fuese suficientemente buena para que un chico como él la mirase de esa forma. Pero... ¿Ese cumplido? Otra vez pensó cuando se decían alagos sólo por decir y bromear un rato como buenos amigos que son.

—¿Y bien?— La voz de Taylor la sobre saltó un poco trayéndola de nuevo al mundo. —¿Qué pasa entre tú y Michael?

Se ruborizó al recordar esa noche, seguramente para él no haya sido la gran cosa, pero para ella había sido algo especial, notó que su compañera de Cagadas estaba impaciente por la respuesta.

—No lo sé. Somos amigos.

—<<No lo sé. Somos amigos.>> Que estúpida Finch, ¿no te das cuenta?

—Cuidadito que estas en mi fiesta. Te voy a echar si deguis haciendome burlas.— Ambas rieron y las carcajas retumbaron en los rincones del baño. —¿No me doy cuenta de que cosa?

—Él te quiere, y mucho. Tanto que dan ganas de matarlo y luego vomitar encima de él.

No supo que decir, quería saltar, ir tras él y besarlo, decirle a todos y a cada uno de los presentes en la fiesta.

—¿De verdad? ¿¡Cómo lo sabes?!— Hizo una mueca de sospecha.

—Franz me lo dijo, me cuenta absolutamente todo si es que tiene que ver contigo. Ya sabes, mis reglas son esas. Pero no estaba segura de que fuese cierto por lo que fui a preguntarle y me dijo que efectivamente, le gustas.

—¿Así como así? No te cre-.

—¡No! Claro que no fue fácil, me lo confesó hace un par de días— ¿Por qué no le había dicho nada? ¿Por qué debía ocultárselo hasta hoy? Ella sabía lo que sentía por él, no del todo, pero era más que evidente cuando hablaban o cuando hablaba de él con sus mejores amigas. —No te lo dije, porque me hizo jurar que no se lo diría a nadie, en especial que no te lo diría. A demás, usó eso para que le hiciera un favor con una materia. Me costaste un mes de álgebra, gracias.

—No hay de qué. Para eso estoy hermana.

Las dos salieron del baño y se adentraron de nuevo a la fiesta.

La Chica Finch.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora