Australia.
Era otro día aburrido para Finch.
Sólo faltaban unas horas para que cumpliera quince años. Su cabello había crecido mucho los últimos años, le llegaba por debajo del muslo y era un rojizo brillante con pequeñas ondas. Sus ojos celestes habían aumentado su brillo el cual le daba una linda profundidad haciendo que varios chicos se sentían atraídos, tenía algunas pequeñas pecas en la zona de la nariz y su tez caramelo hacía que todo resaltara y quedara aún más bello. A esta edad la chica ya había enfrentado a la pubertad, para su suerte no tenía ningún grano, sus curvas habían aparecido y partes de ella que antes creía inexistentes aumentaron un poco su volumen. Estaba bastante conforme con su aspecto, pero desgraciadamente aunque fuese buena persona y bonita ni un sólo chico gustaba de ella —o eso era lo que creía—.
La familia Sherrend había tenido suerte una vez más con el dinero, así que decidieron hacerle una fiesta a su querida hija. El "Gran acontecimiento" se realizará en dos semanas. Finch había comenzado una dieta para mantener su peso igual y de esta forma que el vestido no tuviese que agrandarse, aunque se consentró tanto en esa dieta que adelgazó unos kilos y tuvieron que achicar dos veces el vestido, pero como eso no costaba dinero no hubo problema y por la salud de la chica prefirieron quitarle la dieta para que no siguiera adelgazando.
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Finch ya estaba lista con su uniforme que consistía de una pollera tipo escoces de color gris, rojo y verde; una camisa y medias grises o blancas, los zapatos era lo único que era libre dependiendo del gusto de cada uno, pero como niña creativa había modificado un poco la camisa para que le quedara un poco mas justa —no mucho, solo lo necesario para no parecer un niño— y la acortó para que no tapara la pollera.. En definitiva era la misma camisa un poco mejorada, no tardó mucho para que las otras hicieran lo mismo. A lo que Finch odiaba las medias largas se compró soquetes grises y blancos, cada vez que algún profesor le preguntaba que había pasado con sus medias ella tiraba de ellas y se las mostraba y así los profesores se enojaban un poco por la astucia de la chica pero por lo menos dejaban de preguntar. Como podrán ver la joven ya no asistía al mismo colegio de antes, al igual que el anterior es público con la diferencia de que este tiene uniforme y es más estricto.
El cambio le vino muy bien a Finch porque no necesitaba comprar ropa para lucirla en el liceo y con otras chicas, podía ser ella misma sin problemas aunque no le caía bien a todas las chicas de la clase o de la generación tenía su pequeño grupo de amigas las cuales siempre estaban allí para ella y hacían todo juntas.
Estaba en frente de la puerta del liceo, suspiró y entró justo antes de que el timbre sonara. Se debía ser muy puntual si uno no llegaba a las ocho en punto no entraría a la institución debido a que cierran las puertas y uno debía volver a su casa al no ser que tuviese a mano un justificado de su tardanza, bastante bueno como para que la directora Fills dejara entrar a clase.
La chica se dirigió a su clase y como todos los malditos lunes que le quedaban del año su primera materia era ni mas ni menos la más detestable, Inglés. Ya le resultaba molesto siempre dar lo mismo, siempre terminar sabiendo lo mismo para luego dar exámenes similares. Ella era una de las pocas que tenía la materia en 10 y que había salvado absolutamente todos los exámenes en tan solo un intento.
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—Chicas, ¿me ayudan a repartirlas?
—Si claro, dámelas.
Finch se las dio a Taylor, Marie y a Elizabeth; todas fueron con las tarjetas, algunas eran para su generación y otras para una de grado más grande debido a que tenía a uno de sus mejores amigos.
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La Chica Finch.
Teen FictionUn secreto que florece en Europa, termina siendo descubierto en Australia luego de más de cien años por una chica la cual, cierra la maldición familiar.