—Pero no tenía la mano levantada.—Se acomodó en la silla por enésima vez en la incómoda silla en la cual estaba sentada.
—No me importa Finch, quiero que digas la respuesta. Yo te elegí.—A Finch le hervía la cabeza, no era justo que le preguntara algo a ella cuando ni siquiera había pedido la palabra. Sin dudas cada día detestaba a ese hombre; a nadie le importaba que diablos pensaba Platón o Filósofos antiguos en especial sabiendo de que ya casi ninguno de sus pensamientos o ideas se descartan en estos tiempos.
—Bueno, pero no puedo complacerlo... Desgraciadamente cuando un alumno no levanta la mano es porque o sabe una mierda de lo que está hablando el profesor, sino le diría con gusto la respuesta.—No había levantado el tono de su voz, no había sonado irrespetuosa a pesar de haber empleado-según los profesores- lenguaje no permitido. Lo que la chica dijo sonó tan sincero que supuso que por eso el hombre de ojos café había conseguido a alguien más para que respondiera.
La clase pasó muy lento, lo único que la mantenía despierta y de buen humor eran los mensajes de Michael, ambos contaban lo sucedido en clase, con la condición de que fuese sólo contenido: 1)importante 2)gracioso o 3)extravagantemente extraño. De ser de otra forma, sólo se hablaban de lo que iban a hacer por la tarde o algún chiste malo que se le ocurriera a Mike. Gracias a él los minutos que quedaban de clase fluyeron como agua y pudo pararse por fin de aquel horrible pupitre.
—Sheerend, quédese unos minutos aquí.—Arregló unas cosas que se encontraban en su escritorio, seguramente tuviese otra clase en la próxima hora.—Debo decirle algo.
—Si, genial...
Finch se dejó caer sobre un pupitre más cerca de la puerta y del profesor para luego mirarlo con cara de pocos amigos.
—Se que no sabías la respuesta... sólo quería que por una vez, razonaras en mi clase. Te iría muy bien. A demás no me prestas atención, siempre estas con tu celular, no te lo quito porque se que nos llevaríamos aún peor.—Esta era la desventaja de que el profesor fuese joven, se preocupan demasiado de estupideces. Por ejemplo de como sea la relación entre alumno-profesor, no entienden que por más de que sólo sean un par de años más grandes siguen siendo profesores y que esa relación amistosa que se imaginan entre alumnos y profesores en verdad no existe, es sólo una actuación para que en la clase no hayan tantos cruces.
—Tiene que entender, me aburro en clase. A demás, si en los escritos me va bien, ¿Por qué debería preocuparme tanto?
—Porque te adelanto que el parcial será oral con preguntas al azar de lo que estamos dando en estas clases, que como de costumbre no prestas atención.—Diciendo esto el profesor se fue del salón para disfrutar los minutos que le quedaban de recreo dejando a Finch sola.
—Fa-bu-lo-so.—Agarró su bolso y cuando estaba a punto de cruzar el marco de la puerta...
—¡Aquí está la chica que tanto quería ver!—Sonrió y le plantó un beso, aún después de casi un año juntos a ella le seguía quedando la cara rosa luego de alguna demostración de cariño en público.—No me digas, ¿Ahora sos parte de las que se quedan en la clase cuando toca la campana...?
—No, eso va contra mi naturaleza. Fideo quiso que me quedara aquí para joderme un poco la vida y perder el poco tiempo de descanso que tenemos.
—¿Qué te dijo?—Mike se acomodó sobre una de las mesas más próximas a su novia quedando un poco más arriba que la altura de ella.
—Nada...sólo que debo estudiar, porque el parcial será con los temas que daremos en esta y la próxima semana, y esa no es la peor parte. Va a ser oral y con preguntas al azar.
—Por lo menos ya sabes cómo va a ser, yo te ayudo a estudiar...después de todo salís con un filósofo contemporáneo.—Finch rió.
—Recuerdame, ¿Por qué estoy saliendo contigo?
—Eso es fácil, porque soy todo un hombre.—La chica rodó los ojos y lo llevó fuera del salón, ya no quería tener tanto contacto con la clase de filosofía y se encaminaron a la próxima materia que tenía.—Y...¿tenes que hacer algo hoy de tarde?
—¿Después de mi extracurricular? Creo que no, ¿Por?
—Te iba a invitar a casa, mi madre no para de rogarme de que vengas más seguido después de que se enteró que por fin somos novios oficialmente. Quiere que tengamos todos una merienda familiar o algo así lo apodó.—Dijo "novios" la verdad es que sí, lo son, pero nunca se lo había dicho con tanta naturalidad. Ahora se sentía segura de lo que eran, ya que antes no estaba convencida de que fuese algo serio, pero lo era y le gustaba mucho la idea de que fuese así.
—Sí, decile a Olive que voy a estar ahí.
—Bueno. Voy a clase, álgebra me espera para secarme el cerebro, tu tendrías que estar haciendo lo mismo ¿no señorita?—Mike se acercó más a ella y rodeó con ambas manos su cintura para luego acercarla levemente a él para darle un beso. Nunca lo había hecho, pero como a todo hombre le encantó llamar la atención de los que estaban de mirones hacía ya un rato.—Ahora si me voy. Te quiero.
***
En realidad no tenía ningún tipo de actividad ese día, pero hacía ya unos meses que sentía unos pequeños Déjà vu, pero no era normal sentirlos todos los días, así que comenzó a prestar más atención en lo que hacía habitualmente. Luego de unos días llegó a la conclusión absurda de que todo lo que escribía se cumplía en determinado momento de su vida, ya había sentido esto años atrás, pero era muy chica y quizá las cosas que escribía eran muy cliché.
Así que tenía un plan, ya que por la tarde iría a la casa de Mike y sería algo nuevo yendo como novia, decidió que escribiría sobre lo que pasaría en esa casa. De esta forma descartaría lo estúpida que fue al creer por un momento que tenía alguna clase de poder que lograba predecir de alguna manera, su futuro.
«El pelo de la chica se veía muy bien con el vestido turquesa que su madre le compró para que fuese a la casa del novio para una tarde familiar.
Al llegar, la madre del chico abrió gentilmente la puerta.
—Hola querida, entra. Te quedarás a cenar ¿No es así?
La joven asintió y se adentró a la casa para poder saludar al resto de la familia. Al observar, se percató de que también se encontraba la hermanastra de su novio, aparentemente se había mudado recientemente, así que no se conocían en lo absoluto.
—Stephany, lo único que necesitas saber.
Bien, esto no iba a resultar como pensaba. Steph la miraba con odio, como si hubiese sido la responsable de que estuviese ahí, su ropa era al cuerpo y debía admitirlo, su ropa era genial y le quedaba estupendamente.
—Bueno, aquí les traigo un poco de té y café, so alguien quiere, sólo sírvanse, ah... también hice un pastel de arándanos.
Luego de pasar un rato con la familia, el chico llevó a su novia a la habitación para que su hermanastra no los molestara más-
—¿Qué sucede con tu hermana?
—Hermanastra querrás decir...nada, Steph tiene algunos ligeros problemas de actitud, a demás está molesta porque nuestros padres se casarán y vendrá a mudarse aquí.
—Ah, y ¿qué edad tiene?
—La misma que tu.—Eso tampoco se lo esperaba, había creído que era mayor que él.
La cena estaba lista, iban a comer el plato especial de la mujer de la casa.
—No comeré esto, permiso.—Stephany se estaba retirando de la mesa cuando su padre se adelantó para impedirle que se fuera.
—Siéntate aquí ahora mismo.
Sí, sin dudas esta sería una de las cenas familiares más inolvidable para la joven.»
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La Chica Finch.
Teen FictionUn secreto que florece en Europa, termina siendo descubierto en Australia luego de más de cien años por una chica la cual, cierra la maldición familiar.