2008, Australia

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2008, Australia

—Santo cielo, esto es es-pan-to-so.. De veras Finch ¿De dónde sacaste esa ropa?

No era la primera vez que Margo le arruinaba la existencia a Finch. Desde jardín de infancia cuando ella se presentó en frente de toda la clase, dijo que su nombre significaba pinzón y a pesar de no saber exactamente lo que es, se burló y toda la clase la siguió, haciendo que Finch llorara y se lamentara de llamarse así. Pero como el tiempo todo lo cura, dejó de sentir lástima por su propio nombre y logró fácilmente hacerse amigos.

Ahora con diez años Finch ya no tenia que usar uniforme desde ya primer año de escuela. Al no ser de esas chicas con mucho dinero no tenía mucha ropa la cual lucir allí y hoy no había sido su día en lo absoluto.

No había encontrado ninguna remera decente y los buzos de lana relativamente nuevos estaban totalmente mojados ya que su madre había olvidado destender la ropa y como mala suerte en la noche llovió haciendo que la ropa se mojase otra vez. Finch encontró algo de ropa con la cual protegerse del frío, de todos modos ella no creía que la escuela era un lugar donde se debía demostrar que una tenía ropa cara, así que mientras estuviese cómoda y calentita no se quejaba de lo que llevase puesto. Pero no todas las chicas eran como ella de sencillas y prácticas, Margo por ejemplo, siempre usaba ropa de marca, hasta de diseñador si eran días importantes para ella o en los simples cumpleaños. A pesar de ser un colegio público Margo iba allí por que sus padres de pequeños asistieron ahí y creyeron que era la mejor opción. Pero no siempre es así...

—¿Qué? Vas a llorar.. ¡Ja! Por favor niña, si que eres tonta, lo supe desde que dijiste tu estúpido nombre.— Finch no iba a llorar, ya lo había hecho años anteriores y meses anteriores, pero ya se había cansado de ser la débil, la que nunca dice nada y siempre aguanta las críticas poco constructivas de la gente hacia ella.

—No, Margo. No voy a llorar. Y si yo estuviese en tu lugar no sería tan desagradecida con mis padres teniendo una personalidad como la tuya.

Dicho esto ninguna de las amigas de Margo emitió sonido, solo luego de unos pequeños segundos comentaron cosas entre ellas y Margo se fue empujando a Finch con fuerza pero no la suficiente para tirarla al suelo.

____

—¡Ma, llegue a casa!

Esperó una respuesta, alguna señal de vida por unos segundos parada en la puerta de madera blanca. Al no escuchar a nadie entró y cerró la puerta con llave, subió las escaleras y se dirigió a su cuarto. Dejó su mochila sobre la silla roja de cuero, se bañó, vistió y bajo a prepararse la cena. Ese era un día habitual para ella. Llegaba a su casa, no había nadie y tenía que hacer todo lo que quisiera por su propia cuenta. No le molestaba pero, como todo niño le gustaría tener más compañía de sus padres. En especial de su madre con todos los problemas que tiene en la escuela, le gustaría la idea de que su estuviese ahí aconsejándola sobre qué hacer en esas ocasiones.

Terminó de cenar y llegó su padre. Alto, de un metro noventa-aunque caminase encobrado era imposíble no notar su altura-  ojos claros, rubio y a pesar de que sus dientes no fuesen perfectos sus sonrisa era bonita. En cuanto al físico, para un padre de 42 años no estaba tan mal y aparentaba ser unos años más joven.

—Hola pequeña. ¿Ya comiste? Mm.. ¡Lo tengo! Mañana te iré a buscar al colegio vendremos a casa, te cambias he iremos juntos a comer.

—¡Si! ¿Y, a dónde?

—Donde tú quieras.

____

Finch se encontraba en su cuarto, había terminado de hacer su tarea y ahora estaba pensando en una nueva historia."¿Qué podré inventar ahora?" se preguntaba a ella misma. Se quedó pensando hasta que escuchó la puerta trasera abrirse, era su madre, y en ese momento se le ocurrió algo nuevo...

La Chica Finch.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora