—Está en tus ojos, Lou —murmuró su madre, inclinándose hacia él para crear privacidad.
—No —negó. No quería permitirle a su mente divagar sobre aquellas ilusiones—. Es mejor así, todavía es muy pronto. Temo darme vuelta y que él ya no esté aquí.
—Cariño, hay matrimonios de veinte años sin amor. El tiempo es relativo.
—Por favor —suplicó, apretando los ojos con fuerza para borrar las escenas de amor eterno y finales felices que se proyectaban en su mente.
—Está bien, te salvas porque estoy con los pies fuera de tu casa y tus hermanas se están impacientando. Ven a visitarnos pronto Lou, trae a Harry contigo.
Lo besó en la mejilla y se alejó a paso rápido, asegurándose de no permitirle responder.
Louis cerró la puerta cuando ya no pudo verlas.Caminó hasta la cocina y se encontró con Harry sentado sobre la mesada, sus piernas cruzadas colgando en el aire. Era una imagen a la que podía, pero no quería, acostumbrarse. No hasta asegurarse de que aquello era realmente posible.
—Creo que mis hermanas te prefieren a ti antes que a mí —comentó casualmente mientras observaba los alimentos que continuaban sobre la mesa y debían ser guardados.
—Exageras —respondió Harry.
—No lo hago, te las has ganado cuando accediste a ponerte el sweater.
—No es tan feo —mintió, observando la prenda en cuestión—. Sobre eso, no debían hacerlo —susurró apenado con las mejillas teñidas de un rosa suave.
—Querían hacerlo —insistió, recordando con una sonrisa la ingenua expresión de Harry al ver un regalo con su nombre.
Louis no se sorprendió en absoluto, supo que su madre lo haría en cuanto le informó que el hombre del cual le hablaba estaba en casa junto a él.
—Les compraré algo la próxima vez—afirmó—. También a ti, Lou —musitó. Louis descubrió que en realidad este era el tono más bajo que le había escuchado hasta el momento.
Su estómago se revolvió con la referencia al futuro. Sus manos casi dejan caer los conservadores de alimento que se encontraba acomodando en la heladera. Agradeció estar de espaldas a Harry para ocultar su sonrisa.
Visualizó el pastel de cumpleaños que su madre había preparado para él y recordó aquel comentario de Harry sobre no tener uno en varios años. Se hallaba contando los días que faltaban para el cumpleaños de Harry, deseoso de regalarle su propio pastel.
Por el momento, se conformaría con abarrotarlo con el suyo. Cortó una porción y se aproximó a Harry con el plato en la mano.
—Habrá tiempo para eso —comentó esperanzado.
Harry asintió, creando un puchero con sus labios. Aceptó la rebanada y la cortó en pequeñas porciones con su cuchara.
Louis rio, rindiéndose ante su impulso. Acortó la distancia que los separaba y se posicionó entre las piernas de Harry, reposando las manos sobre sus muslos.
—¿Fue tan terrible? —cuestionó mientras Harry mordisqueaba con satisfacción.
—Bueno, sigo creyendo que no es el peor diseño. El tuyo es más vergonzoso.
—Oh, eres listo —se quejó, deleitándose con el par de hoyuelos visibles. Verlo bromear se sentía increíble, pero él realmente necesitaba conocer su respuesta—. Harry, ¿fue tan mala mi versión de la navidad?
—No, Lou, es muy agradable —sonrió, colocando el plato medio vacío a un lado.
Sabía que Harry había mantenido una conversación con su familia cuando se disculpó y encerró en la habitación. La humedad en sus ojos cuando regresó descompuso las entrañas de Louis. Quería corre hacia él y preguntarle si era tristeza o felicidad. Pensó que quizá era un poco de ambas.
Elevó sus manos para sujetar la cintura de Harry y poder acercarlo hacia él.
—¿Tienes sueño? —preguntó al observar la forma en que el bonito hombre frente a él refregaba su ojo.
—Estoy bien —respondió irguiendo su cuerpo en un falso intento por despabilarse.
Louis canturreó feliz cuando Harry estiró sus brazos, se inclinó a rodear su espalda y escondió el rostro en su cuello.
—¿Lou? –añadió Harry, inseguridad cubriendo sus palabras—. Gracias.
—Ven aquí —afirmó las piernas de Harry a sus caderas y lo levantó en brazos.
—Acabaremos en el suelo —emitió pequeñas carcajadas sin demasiada preocupación por la posible caída.
—No lo haremos, eres más pequeño de lo que aparentas —confesó Louis.
—Tú también eres más pequeño de lo que aparentas.
—Vete a la mierda —gruñó, dejándolos caer en el sofá—. ¿Sabes? Haces que este sweater se vea más desagradable de lo que realmente es.
Las risas de Harry vibraban en las paredes de su casa. La diversión brillaba en sus ojos y sus hoyuelos se destacaban en las sonrosadas mejillas. Louis amaba verlo así.
—De hecho, deberías quitártelo —propuso, sumergiendo su mano por debajo de la ropa de Harry. Acarició con cariño y no con la sexualidad que sugería la oración.
Harry suavizó sus facciones al bajar de su estado risueño. Louis levantó la vista de los tatuajes que quedaron visibles en su estómago para poder observarlo a los ojos cuando percibió el cambio.
—No lo dije apropiadamente antes —comenzó Harry, pausada y dulcemente—. Feliz navidad, Lou.
—Feliz navidad, bebé.
Cuando Louis iba a besarlo, Harry se hizo hacia atrás con suavidad, tomó su rostro y se aseguró de mirarlo a los ojos antes de hablar.
—También me gustas, Lou.
Entonces sí, volvió a aproximarse y los unió entrelazando sus labios.
Estarían bien, ambos lo sabían.
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Yo paso de querer cerrar la cuenta, a estar publicando. Para colmo publico en una historia terminada hace banda de tiempo y no en la historia que se supone debería actualizar.
Estas cosas pasan cuando tenes ganas de escribir y lo único que se te ocurre es esto. Siempre pensé en algo así para esta historia y creí que iba a escribirlo y no publicarlo, pero bueno.
No estoy muy segura de por qué digo esto, pero el otro día encontré varios comentarios sin responder y me deprimí. No me llegan las notificaciones y me siento muy mal cuando descubro ese tipo de cosas, es muy feo que alguien se tome el tiempo de comentar y yo no responda. No es que a alguien le importe mi respuesta, pero yo me siento mal igual. Entonces, perdón si eso pasa.
pd: creo que al editar esta historia la dejé peor que antes. Hice lo que pude...