"Muy bien, amigos, hemos decidido que hablar de amor sería desperdiciar nuestro tiempo. Queremos, en su lugar, despotricar sobre él. !Nuestra sección de anti-amor está abierta oficialmente! Claro que también pueden comunicarse con nosotros si ustedes tienen un corazón feliz ahora mismo, servirá para molestar a nuestro querido operador aquí presente, quien al parecer tuvo una gran noche ayer... ¿No es así, Harold? Vamos, utiliza tu felicidad para hacernos oír buena música."
Si bien su intención al sintonizar la estación radial había sido oír hablar de Harry, no esperaba encontrarse con aquella información.
Se supone que no debía ser de mayor importancia lo sucedido entre ellos, pero tampoco podía pasar por alto que él era esa "gran noche" de Harry.
En otro momento de su vida, estaría seguro que la solución a sus problemas no sería una aventura sexual con un desconocido. Sin embargo, debía darle crédito al rizado por lograr despejar de su cabeza la gran nube de preocupaciones que lo invadía. Incluso si la estrategia utilizada consistía en convertirse él mismo en el pensamiento invasivo.
Louis creyó que llevar a cabo sus tareas le daría un momento de distracción. Porque consideraba que tampoco era sano reemplazar un pensamiento constante y perturbador con otro de igual intensidad.
Para su error, su mente tenía otros planes. Era de noche y todavía seguía sumergido en los mismos sucesos.
—Louis, cariño, quebrarás el vaso si sigues frotando sobre él.
Saltó en su lugar y aferró con más fuerza los objetos en sus manos para no dejarlos caer. Joe, su jefe, lo observaba divertido con los brazos cruzados sobre la barra.
—Lo siento, estaba distraído —admitió, avergonzado de haber sido atrapado.
—Puedo verlo. ¿Algo va mal?
—Oh, no —sonrió con su comisura izquierda. Procuró ocultar el embrollo de sentimientos que anidaban en su interior—. Sólo... perdí la noción del tiempo.
—¿Sabes? Niall ha sido discreto, no quiso entrar en detalles. No obstante, puedo imaginar lo que pasó, yo... —relamió sus labios para suavizar su expresión—. Puedes contar conmigo, ¿de acuerdo?
—Está bien, Joe, gracias —amplió su sonrisa con la esperanza de conformarlo.
—Iré a continuar cocinando. ¿Puedes ir a entregar este pedido? Es para el edificio a cinco cuadras de aquí, el que está frente a la fuente. Departamento 10.
Asintió mientras recogía el paquete frente a él, estaba feliz de tener una distracción.
Miró hacia el cielo y le sonrió a la suave brisa nocturna. Caminar era una acción terapéutica para su cuerpo, cada paso que daba le resultaba un peso menos en su espalda.
El frío era un agregado que jugaba a su favor y adormecía su piel hasta anestesiar sus sentidos.
No duró mucho, para su consternación. Al regresar, Harry ya estaba allí, haciéndole creer que el calor nunca lo había dejado. Los engranajes en su mente comenzaron a girar, listos para producir pensamientos tormentosos.
Louis avanzó tembloroso hasta su lugar y centró toda su atención en colocar el vuelto obtenido dentro de la caja. Luego giró sobre sus pies para adentrarse en la cocina.
Respiró aliviado una vez dentro. La realidad era que no sabía cómo mirarlo a la cara. ¿Debía solo inclinar su cabeza a modo de saludo? ¿Ignorarlo? ¿Sonreír estaba bien?
Él nunca había tenido una persona en su vida con la cual solamente se acostaba como prueba del odio que sentía hacia el amor.
Niall alzó una ceja, sus manos seguían moviéndose sobre el plato en el que se hallaba trabajando. Recordó entonces que se encontraba recostado sobre la puerta de la cocina, todavía en silencio.
