Al regresar, papá solía decirme a menudo que la vida es como una rueda de la fortuna. A veces uno está arriba, disfrutando de la vista, del sol, de la comodidad de estar contemplando un mundo que parece propio. Y que otras, toca estar abajo, aguantando la terrible espera de poder volver a las alturas. Tolerando el frío, el miedo y la soledad de no verse rodeado más que por sombras.
Yo sabía que eso era una mentira.
Porque de ser cierto, entonces desde un principio mi destino había sido estar abajo.
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Lo que no conoces de mí ©
General FictionLa vida se fractura a mí alrededor sin descanso. Las grietas se hacen más grandes, más evidentes, haciéndome imposible ocultarlas a simple vista. Me tambaleo, derrumbándome, perdida en la oscuridad. Enterrada de una forma tan terrible que ya ni siq...