Capítulo 10

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Londres es una ciudad grande y concurrida, es la capital de Inglaterra y allí se encuentran la mayoría de las fuentes de trabajo del país por lo que gran parte de la población se concentra allí, haciendo así que sea un tanto caótica. Desde Hampshire hasta Londres, Ji Ho viajó para hacer una diligencia que la señora Ahn le encomendó; el señor se había dejado su maletín en casa y debía llevarlo a la textilera. El joven sirviente estaba sorprendido por la diferencia entre la capital y el condado en donde vive y en el que se encuentra actualmente; la gran cantidad de gente y carruajes en la calle eran señal de la sobre población en la ciudad y también podía apreciar la pobreza en el lugar, con indigentes pidiendo en las aceras, muchos de ellos madres con sus hijos pequeños. Ji Ho a pesar de no tener mucho, se sentía afortunado por lo que tenía, un hogar, trabajo y una familia amorosa con la que es feliz. Muchos dicen que estar con quienes amas es lo más importante, que el dinero no compra la felicidad, pero aunque esa pobre gente esté junto a su familia, el vivir en la calle es realmente lamentable; muchos terminan muriendo de hambre y enfermedad o terminan yendo por el mal camino de la delincuencia. Ji Ho sintió pena por la mujer que estaba con su hijo de unos cinco años, ambos sucios y delgados por la falta de aseo y alimento; llevaba unas pocas monedas en el bolsillo de su pantalón y aunque no era mucho se las dio. La mujer le agradeció con una sincera sonrisa y el chico pudo notar lo joven que era lo que le hacía preguntarse si sería la madre del niño o su hermana.

-La vida a veces no es muy justa pero no pierdas la fe, Dios debe tener un plan para ti y tu hijo, o hermano.

-Es mi hijo - estrechó más al niño a ella - Muchas gracias, eres una buena persona. Muchos sólo nos ven con lástima y desprecio, y aunque nos den algunas monedas, nunca se detienen para decirnos unas cálidas palabras.

-Dios dice que hay que ayudar y respetar al prójimo ya que ante sus ojos todo somos iguales.

-Es cierto. Gracias, espero que seas muy feliz.

Ji Ho hizo una reverencia en agradecimiento y se despidió para continuar con lo que fue a hacer en la capital. Ya no tardaba en llegar a la compañía cuando alguien que pasó a su lado fugazmente, casi lo hace caer. Logró mantener el equilibrio, tropezando con uno de los transeúntes y al bajar la mirada se dio cuenta que no traía el maletín del señor Ahn en su mano. Miró a su alrededor buscando si se le había caído pero a lo lejos vio a ese sujeto que aún corría, sosteniéndolo; se lo había hurtado. Ji Ho no tardó en ir tras él, corriendo a toda prisa entre la multitud, no podía dejar que robaran algo que no era de él si no de su amo y que seguro tenía cosas muy importantes de su trabajo en su interior. Dobló una esquina en cuanto el otro lo hizo y lo siguió por un callejón que salía a otra calle, el ladrón tropezó con un montón de cajas de frutas desechadas haciendo que retrasara su carrera y que Ji Ho lograra acercarse más a él.

-¡Detente ahí ladrón! ¡PARA! - encontró una naranja podrida en el camino, la tomó y se la lanzó al sujeto en su cabeza cubierta por una gorra. Éste al sentir el impacto se detuvo pero de igual forma continuó y se metió en una casa que lucía abandonada. Ji Ho entró de igual manera y no vio más al muchacho pero en eso sintió un peso caer sobre él y como unos brazos le rodeaban el cuello con intención de ahorcarlo - ¡De-Deja! - lo golpeaba en los brazos mientras se movía de un lado a otro para sacudírselo de encima.

-Es lo que te ganas por perseguirme ¡Ahora muere!

-¿¡Qué!? Tú fuiste el que me robo... ¡Ahh! - sintió como los brazos lo presionaron más y entonces, Ji Ho le mordió la mano.

El muchacho gritó por el dolor y al ver que no lo soltaba, él mismo se bajó. Ji Ho giró sobre sí y tomó al chico del cuello de su chaqueta y lo pegó contra la pared que tenía atrás.

Pecado (Zihyo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora