Capítulo 25

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Guerras ha habido desde el inicio de los tiempos, siempre originadas por el capricho de alguien e intentadas ser detenidas por aquellos que no están de acuerdo con sus decisiones. Por causa de esas batallas, mucha sangre ha sido derramada a través de los años, sangre de niños, jóvenes, adultos y ancianos, de ciudadanos inocentes que sólo quieren paz y soldados que luchan muchas veces en vano pero que siempre serán recordados como héroes por quienes están de su lado. Ahora para esa nueva batalla que se llevaría a cabo, miles de británicos, alemanes y holandeses se unían en contra del enemigo y necesitaban toda la ayuda para acabar con él y terminar con esas guerras que desde hace un tiempo se desencadenaron a raíz de la Revolución francesa.

Las nuevas tropas conformadas por ciudadanos, fueron llevadas a diferentes bases militares que los ejércitos tenían distribuidas en donde se llevaba a cabo la guerra y allí los nuevos soldados serían entrenados con lo básico en combate para después entrar en batalla. Desde que llegaron, a Ji Ho lo único que le importaba era encontrar a Jaehyo pero desde que estuvieron en Londres para después partir, no llegó a verlo y si preguntaba por él nadie sabía decirle donde estaba. Lo único que se le ocurrió era que había sido asignado a otro pelotón en otra base pero tarde o temprano debían de encontrarse en el campo de batalla y sin importarle nada, lo sacaría de allí junto con él y se irían a un lugar seguro. Ji Ho no quería pelear y por supuesto que Jaehyo tampoco por lo que no tenían nada que hacer allí.

En cuanto el sol salió en la mañana después de los pocos días de entrenamiento que tuvieron, ya las tropas se organizaban con armas en manos y sobre sus caballos para partir a la batalla. Ji Ho estaba muy nervioso, no quería que algo le sucediera antes de llegar con Jaehyo y rezaba porque el otro también se mantuviera a salvo. Debían ser fuertes y resistir; quitarse el miedo y confiar que saldrían con vida de allí porque si eran negativos, atraerían energías negativas.

-¿Cómo crees que será? – preguntó un muchacho a Ji Ho.

-¿Qué?

-El campo de batalla.

-No lo sé.

-Jamás en mi vida me imaginé que estaría en la guerra. Cuando recibí esa carta mi madre se desmayó, hasta estaba más alterada que yo – rió nervioso – Vaya, espero no morirme.

-Yo tampoco.

-No sabía que el ejército chino nos ayudaría. Hablas muy bien el inglés.

-Yo no soy chino, soy inglés de padres coreanos.

-Ah, lo siento.

El cielo estaba nublado y algunos truenos se escuchaban a la lejanía. No podía ser un peor día para llevarse a cabo una batalla, era como si éste supiera que habría miles de muerte y ya desde tempranas horas de la mañana se entristecía. El ambiente se combinaba con los ánimos decaídos de algunos y eran pocos los que realmente estaban optimistas pero eran estos los que alentaban al ejército. Ji Ho intentaba ser de ese segundo grupo y si podía, ayudar a los que estaban a su alrededor para que no tuvieran miedo.

Se detuvieron para descansar escondiéndose entre el bosque por si habían enemigos cerca que quisieran atacarlos por sorpresa. Aprovecharon para tomar algo de comer también pero siempre estando alerta por si acaso.

-¿Disculpe, capitán? – Ji Ho se acercó a su superior - ¿Hay otras tropas que hayan salido de Londres pero que estén en otro lado?

-Sí, hay otras. Ellos tomaron otro camino y nos encontraremos en el campo de batalla.

-¿Y cuándo será eso?

-Cuando lleguemos.

-¿Será hoy?

Pecado (Zihyo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora