Capítulo 14

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Aún faltaba un mes para la boda pero en los días que quedaban Jaehyo no podía tener un descanso de la misma porque si no era el escoger la decoración para la iglesia y la recepción, era que tenían que enviar las invitaciones. Ahora el joven Ahn se encontraba con su madre en la sastrería donde el sastre tomaba sus medidas para hacer el traje para su casamiento. Se había negado en ir porque ya tienen su talla pero podría pasar que haya subido o bajado de peso y en ese caso, había aumentado una.

-Sabía que habías subido de peso, lo vi por tus cachetes – comentó la señora Ahn– Pero debes controlar lo que comes, no querrás verte gordo para tu futura esposa.

-Si me quiere me querrá gordo o delgado – suspiró cansado - ¿Podemos irnos ya?

-Ya está listo – dijo el sastre colgándose la cinta métrica del hombro – Comenzaré a hacer su traje ahora mismo.

-Gracias – dijo la señora Ahn y junto con su hijo, salieron del lugar - ¿Será que aún no te mejoras del todo de la fiebre? Te he notado un poco decaído estos días.

-No es nada, supongo que sólo son nervios.

-Todo estará bien – le dio unas palmaditas amorosas en la mejilla y siguieron su camino hacia la iglesia donde se realizaría el casamiento para confirmar la fecha.

Jaehyo siempre ha sido muy devoto a su religión, va todos los domingos a misa y reza antes de la comida y de irse a dormir, pero desde que comenzó con Ji Ho se había estado sintiendo inseguro. Sabía que lo que hacía era un pecado, que iba en contra de las leyes de Dios y pensaba que ya no era digno de decir ser cristiano ni de entrar en la casa del Señor. Ahora en la puerta de la iglesia se sentía incómodo, creía que al poner un pie dentro de ésta la estaría ensuciando y ahora su pecado sería doble y no tendría perdón. Dudó en entrar y le dijo a su madre que la esperaría afuera pero ella lo jaló al interior del recinto y un escalofrío recorrió su cuerpo. Tenía ganas de ir con el sacerdote en ese instante y confesarse para sentirse limpio y liberado pero aunque la confesión es secreta, sabía que si decía su pecado el padre no se quedaría callado y más cuando éste repudia la sodomía como todos allí.

Mientras la señora Ahn entró para hablar con el sacerdote, Jaehyo se quedó en uno de los asientos frente al altar observando la enorme cruz en la pared donde estaba Cristo crucificado tallado en madera. De inmediato apartó la mirada al suelo porque no se sentía digno de si quiera mirar ese crucifijo que tan sólo era un símbolo.

-Joven Ahn – pronunció el anciano animado que acababa de entrar a la sala, el padre Harris.

-Buenos días padre Harris ¿Cómo está?

-Muy bien y supongo que tú debes estar mejor ya que pronto será tu boda – dijo sonriente.

-Sí – forzó una sonrisa.

El padre Harris es el antiguo párroco de la iglesia, otro hombre tan humilde y amable como él no podría existir. A diferencia del nuevo sacerdote, Harris, a pesar de ser tan anciano, es de mente más abierta para aquella cosas que lo merecen, claro, y Jaehyo sabía que sus pensamientos de rehusarse que esos castigos tan crueles que eran la muerte, se le impusieran a los criminales ya que después de todo seguían siendo hijos de Dios, eran iguales. El joven Ahn en él veía más confianza, es como un tierno abuelo que sabría dar buenos consejos, pero decirle que cometía el pecado de la sodomía al querer sinceramente a un hombre y que ya hasta se habían tomado de las manos y se habían besado, era demasiado; quizás hasta le ocasionara un infarto porque ya es de una edad muy avanzada, unos ochenta, o si no, no le faltaría mucho en llegar.

-Padre ¿Puedo preguntarle algo?

-Claro que sí hijo ¿Qué es?

-Es bien sabido que nadie es libre de pecado, el único es Dios pero cuando morimos esos pecados se nos son perdonados si nos arrepentimos ¿Pero alguien que haya matado podría entrar al reino de Dios?

Pecado (Zihyo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora