CAPITULO 4: Dispersos

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Lentamente comencé a abrir los ojos, al principio todo se veía borroso pero poco a poco pude distinguir las cosas y me di cuenta que aún estaba en el salón pero esta vez estaba solo no había rastro de ninguno de mis amigos.

– No hagas mucho esfuerzo– escuche una voz que me hablaba. No lo había notado pero al lado de mi se encontraba un chico usaba lentes, su cabello era de tono negro y lo tenía peinado de lado, llevaba puestos un pantalón negro y una sudadera de mezclilla color gris, toda su ropa estaba llena de sangre (pero en esta situación quien no lo estaría) y segundos después lo reconocí era Edrey el novio de Roberto, lo sabía porque en ocasiones me los había encontrado juntos.

–Donde están...– Fue lo único que pude decir.

– ¿Quiénes? – Me respondió haciéndome otra pregunta.

– M mis amigos– Tartamudee un poco, aun no entendía por que seguía con vida y no me habían devorado.

–Lo siento cuando llegue no había nadie, solo te encontré a ti en el suelo y bueno pues a...– Me respondió señalando con la mano hacia el fondo del salón.

Como pude me levante del lugar en donde estaba recostado, sentía un fuerte dolor en la cabeza así es que camine lentamente hacia el fondo del salón. Al llegar al fondo moví un par de bancas. Me lleve una desagradarme sorpresa al ver tendido en el suelo el cuerpo de Samuel, o al menos lo que quedaba de él, sus piernas se encontraban separadas de su cuerpo y dejaban ver sus órganos saliendo por la parte baja del torso, se encontraba en medio de un charco de sangre su labio inferior tampoco estaba parecía que se lo habían arrancado por completo.

–Lo lamento mucho– Escuche decir a Edrey.

–Casi no lo conocí, pero nadie se merece morir de esa manera– Respondí mirando el cuerpo de Samuel.

– ¡Mira! – Dijo Edrey con un tono de alarma

En ese momento voltee a ver el cuerpo de Samuel. Me quede helado al ver como movía sus brazos tratando de alcanzarnos sus ojos eran de color blanco cristalizados como los que tenía Alejandro antes de que Zaira lo acecinara. Me dirigí al escritorio y le rompí una pata después camine de nuevo hacia el ya zombificado Samuel y tomando mucha fuerza le clave la pata el escritorio en la cabeza. Tome otra de las patas y le di una más a Edrey y salimos del salón en busca de mis amigos.

VOZ DE MAHELET

Después de salir del salón cada uno siguió por un camino diferente.

–Está despejado– Escuche que decía Adrián, haciendo que me saliera de mis pensamientos.

–Vamos– Dije haciéndole una seña a Roberto y a Zaira para que avanzáramos.

Con mucho cuidado y sin hacer ruido corrimos hasta la cafetería. Después de entrar cerramos las puertas con seguro y cerramos las cortinas, tomamos unas sillas y nos sentamos alrededor de una mesa, Roberto trataba de encender el televisor para ver si había noticias pero todo fue inútil pareciera como si los aparatos electrónicos hubieran muerto también.

– ¿Ahora que aremos? – Pregunto Zaira mientras se sentaba en una silla.

–Debemos encontrar una forma de salir de aquí– dije, proponiendo como opción.

–Pero ¿y los demás?, no los podemos abandonar–Dijo Roberto con un tono de angustia.

–No tenemos la certeza de que sigan con vida– Contrarresto Adrián con el tono de voz un poco levantado.

–Tú no puedes asegurarlo–Grito Roberto

–Tú mismo lo viste esas cosas devoraron a Samuel y es posible que a Evan también además quien te dice que no hicieron lo mismo con el resto del grupo–

–Ya basta – dije en voz alta para calmarlos.

–Bueno yo no pienso irme sin amenos haber buscado los cuerpos de los demás y asegurarme de que estén muertos o vivos– Respondió Zaira imponiendo un tono de liderazgo.

–Pues

Mahelet y yo buscaremos la forma de salir de este lugar–Respondió Adrián señalándola con los dedos.

–Bueno pues seguiremos juntos hasta el estacionamiento, ahí Adrián y Mahelet podrán tomar un auto y salir de aquí mientras tú y yo regresaremos por el resto– Dijo Roberto dirigiéndose a Zaira, a lo que todos estuvimos de acuerdo.

Tomamos lo que encontramos como armas y salimos de la cafetería al salir ya era de noche casi no se distinguía nada, la neblina estaba baja y muy espesa, de repente entre la neblina se alcanzaron a ver las siluetas de dos hombres.

–Es el... – Fue lo último que escuche antes de ver a Roberto salir corriendo para después perderse en la neblina.

– ¡Regresa! – Grito Adrián tratando de que Roberto lo escuchara.

–Ve por el– Le dije a Adrián, para que fuera por el e inmediatamente salió corriendo detrás de el para perderse en la neblina.

VOZ DE GUADALUPE

Continuábamos corriendo hasta que llegamos a las canchas de futbol era un lugar muy amplio en un principio estaba pintado de color blanco pero después de todo esto ahora los muros estaban cubiertos de sangre y había uno que otro cuerpo en el suelo. Nos metimos a una de las porterías esperando a que esas cosas no nos vieran, la mayoría paso derecho pero cinco de ellos se dieron cuenta de que estábamos escondidos y se dirigieron hacia nosotros. Comenzamos a forcejear encontrar de ellos hasta que nos los quitamos de encima.

–Vámonos por aqui–Grito Luis, mientras tomaba de la mano a pilar.

Comenzamos a correr hacia la salida pero nos detuvimos al ver que había más zombis entrando por ella, rápidamente retrocedimos y tratamos de regresar, pero los zombis de antes se dirigían a nosotros.

– Hacia las gradas – Grite con fuerza para que comenzáramos a correr hacia las gradas.

Comenzamos a correr hasta que llegamos al muro de las gradas comenzamos a subir escalando por la maya.

– No suéltenme, ayuda por favor, aaaaaaa – Los zombis estaban jalando a Pilar y uno de ellos había logrado morder su pierna izquierda arrancándole un pedazo de carne.

Rápidamente Luis logro que los zombis soltaran a Pilar y la ayudo a subir a las gradas. Nos dirigimos a los escalones y salimos de la cancha mientras los zombis se jalaban de la maya tratando de alcanzarnos.




*Muertos*...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora