Capítulo 1: Recuerdos gloriosos y sangrientos.

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Mayo de 1939, a un mes del final de la Guerra Civil Española, un grupo de seis asesinos sanguinarios se reúnen en Estados Unidos tras haberse separado al final de la guerra, eran algunos de diferentes lugares, sin embargo, tuvieron un rol anónimo y cruel en aquel hecho histórico.

Eran seis individuos con sus mentes destrozadas, adictos a la maldad y el caos, de diferentes orígenes, pero ninguno de España. Simplemente se colaron en el país de idioma hispano para cometer sus fechorías.

Aprovecharon los enfrentamientos entre franquistas y republicanos para atacar, los más afectados resultaron ser los los republicanos, entonces, entre los seis, fundaron una especie de "casucha" para mantener a republicanos que eran víctimas de guerra, claro, los encerraban sin comida un par de días sin que puedan escapar y luego entraban los seis con cuchillos carniceros a torturar a los que alguna vez "salvaron". Les gustaban los cortes ligeros para comenzar, hace sufrir lentamente de dolor a la persona hasta que muera a causa de una hemorragia, de ahí comenzaba el show carnicero, donde rebanaban las extremidades como podían.

Los primeros días alimentaban a sus víctimas, sí... con la carne humana.

Luego los dejaban sin comer y ahí comenzaba la masacre días después.

Tenían cuadernos manchados en sangre con datos de las víctimas para nunca olvidar lo increíble que fue cada asesinato.

Ahora... se encontraban aburridos, encerrados en una habitación sin que nadie más se entere y todo lo que iban a hablar ese día, no podía salir de esas cuatro paredes. Además, para conmemorar un mes desde la última muerte, compraron botellas de vino para hacer un brindis por tanta pureza en ellos en un récord de treinta días.

- ¿No creen que es genial reencontrarnos tras tanto pleito? -decía Lars Ulrich, un hombre de baja estatura, proveniente de Dinamarca, pálido y de cabellera castaña y larga- Así recordamos cada glorioso día de muertes... ¿Cuántos años estuvimos así? ¿Unos tres?

- Dos y medio -corrigió Clifford Burton, el más alto de todos y morocho, con su característico bigote. Tomó un sorbo de vino de un copa y prosiguió-. Dos años con ocho meses para ser exactos.

- Hicimos salpicar mucha sangre, ¿no? -Gar Samuelson soltó una risa tras pronunciar esas palabras, de cabello rubio y ondulado, mucho más burlesco que el resto.

- Já, graciosito, ¿no? -le devolvió la risa David Mustaine, un pelirrojo de gran estatura.

- Sh, desgraciados que se ríen de... -James Hetfield, otro rubio de ojos azules, que se mantuvo callado, trató de verse serio, sin embargo, falló al dejar una risa maliciosa- Joder, que crueles somos.

- Eso mismo digo yo, eh, Hetfield -Lars alzó una ceja y rió también.

Clifford rió también pocos segundos después, el único que llevaba sin hablar en toda la junta era Martin Friedman, el más callado de todos; de cabellera rizada y alocada. No tenía mucho que contar porque todo lo hecho ya estaba, orgulloso se encontraba, con una sonrisa pícara dibujada en su pálido rostro, sin embargo, no pretendía pronunciar palabra alguna a menos que el tema lo merite.

- ¿Recuerdan a esa mujer que no dejaba de chillar y se retorcía como si tuviera epilepsia? -hacía memoria Gar.

- ¿Cuál de todas? -rió Mustaine.

- Todas -y volvieron a echarse unas risas los demás, excepto el más callado del grupo.

- Deberíamos seguir con ésto, no podemos dejar la diversión esa como un recuerdo -comenzaba a sugerir Hetfield-. Algo tenemos que hacer.

- ¿Qué dices tú, eh?

- No sé, sugieran cosas...

- Estamos en la Segunda Guerra Mundial, hombre, nos podemos colar en cualquier país -David contestó con obviedad-. El mundo es nuestro para matar.

- Y nunca mejor dicho -Burton, tomó un último sorbo e hizo una risa delicada, sutil que demostraba profesionalismo.

- Tengo una idea, bien loca, pero escúchenme bien, eh, ¡no se rían! -todos miraron a Ulrich curiosos- Alemania, en el mando nazi, campos de concentración... ¡El de Auschwitz! -por razones obvias, los demás rieron, incluyendo a Martin- ¡Hey, no se rían! Los periódicos dicen que las torturas son tremendas ahí, podemos alistarnos para maltratar judíos y esas mierdas.

Friedman le fulminó con la mirada por un segundo, lo que causó una confusión en los demás hombres presentes, al notar que estaba revelando una actitud extraña, hizo una mueca y pretendió que esa mirada de furia no existió, debía mantener la calma y hacer como si nada, no levantar sospechas.

- ¿Y cómo planeas que nos metamos frente a esos alemanes de raza pura, eh, gilipollas? -el pelirrojo con obviedad respondió con otra interrogante, haciendo que vuelvan a reír.

- Si pudimos fingir ser españoles en la Guerra Civil Española, podremos ser alemanes de raza aria, no más tendríamos que entrenarnos muy bien para que nos crean. Somos buenos falsificando mierdas, así que... ni un drama. Ah, ¿qué piensan?

Sonaba convincente, descabellado y a la vez sádico, así querían que fueran las cosas.

Aceptaron.

Excepto una persona, que tuvo que hacerlo a la fuerza.

Take no prisoners? TAKE NO SHIT! (Metallica, Megadeth)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora