3.- Al salir el sol

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A eso de las 12 de la mañana, el sonido de un teléfono móvil irrumpe en la habitación de hotel. Las cortinas están totalmente cerradas, así que no entra ni un rayo de luz. El teléfono sigue sonando y Ana se aferra a la persona que está a su lado, prácticamente dormida, sin querer abrir los ojos. Su cabeza está en el pecho de Silvia y sus brazos y piernas encaramados a ella. Parece un koala. Inhala profundamente y el olor de la piel de la mujer que duerme con ella la reconforta.

Silvia empieza a darse cuenta del ruido, que le resulta familiar: Es su teléfono. No puede moverse. La cabeza le va a estallar, y abre un ojo, observando cómo la morena está totalmente abrazada a ella. Los brazos de Silvia también rodean a su amiga y, aunque es incómodo por una parte dada su relación, no quiere ni moverse ni soltarla.

Ambas se hacen las dormidas y ambas tienen la sensación de que su compañera de cama está un poco despierta. Ana está pensando en los besos que se dieron la noche anterior, planteándose si eran fruto del alcohol o algo más. Lo mejor es olvidarlo. Silvia está casada. Con su antiguo jefe. Qué desastre.

Silvia intenta no pensar. No se siente capaz, y no sólo por el alcohol. Recuerda entonces que no tiene bolso y se disgusta, a la vez que una bombilla se enciende en su cabeza - Andreu- . El teléfono vuelve a sonar.

Silvia se levanta de un salto sobresaltando a Ana, que sigue enroscada en ella. La primera coge el teléfono del pantalón del vaquero que está tirado en el suelo - voy en bragas, genial - y contesta.

Está mareada de haberse levantado tan rápido, pero la voz preocupada de su marido la marea aún más.

-Dónde estás! Ni siquiera me has contestado al mensaje! Joder Silvia estaba preocupadísimo.

-Lo sé, cariño, lo siento. Y habla más bajo por favor.... -Silvia se aleja el teléfono de la oreja pero aún escucha a Andreu perfectamente.

A Ana se le revuelven las tripas cuando escucha a su amiga llamar cariño a su marido. Como una pequeña puñalada en el estómago. -Estamos tontos o que- piensa Ana, sacudiendo la cabeza. Sigue tumbada en la cama, girada hacia el lado contrario para no mirar a Silvia, que se ha levantado de SU cama, en ropa interior, para contestarle el teléfono a su marido. -Lo que no me pase a mi- murmura entre dientes.

Silvia está poniendo a Andreu al día, a lo que él se muestra comprensivo pero aún un poco enfadado. Silvia le dice que se viste y pide un taxi, que no se preocupe, que en una hora máximo está allí.

Ana cierra los ojos; si Silvia se va a ir, mejor dormirse otra vez. Oye a su amiga vestirse y abraza una de las almohadas, dándole la espalda. Escucha a su amiga en el baño lavándose la cara - o eso intuye - y le invade la tristeza.

Cuando está a punto de quedarse dormida, nota una mano acariciándole la cara y abre un ojo.

Silvia está sentada en la cama a su lado, ya vestida.

-Nena no te quería despertar pero... - mira al suelo tímida, rascándose la palma de la mano - necesito que me hagas un préstamo... mi bolso...

Ana la mira. ¿Cómo es que nunca se había fijado en lo guapa que es? y señala su bolso en el suelo.

-¿Quieres que rebusque en tu bolso, Morgade? ¿En serio? - Silvia se ríe del estado de su amiga.

-Me encuentro mal. No quiero moverme. - Ana cierra los ojos y se pone la mano en la frente.

Silvia sacude la cabeza y se levanta, buscando la cartera de Ana y cogiendo algo de dinero para la vuelta a casa.

-Seguro que no quieres bajar a tomar un café o algo? Te haría bien. - Silvia se sienta otra vez en la cama a su lado, pero la morena murmura "no" y hace pucheros. - Pues entonces me voy a ir yendo vale?

Ana abre los ojos y la mira. Le encantaría que se quedara. Pero no dice nada. Silvia le coge la cara con ambas manos y le da un beso en la frente, se levanta y le dice adiós con la mano, cerrando la puerta tras de sí.

En 5 minutos hay un taxi en la puerta del hotel que recoge a Silvia. Se monta con una sonrisa a pesar del dolor de cabeza y le indica la dirección de casa.

Mientras mira por la ventana no deja de darle vueltas a la noche anterior. Prefiere considerarlo una pequeña locura, un hecho circunstancial que no va a más. Pero qué suaves son los labios de Ana. De eso sí se acuerda. Y de lo bonita que está dormida. Acurrucada en su pecho.

Emitiendo un sonido de frustración, saca el móvil para distraerse y aprovecha para escribirle un mensaje a su marido diciéndole que está de camino. No tiene el cuerpo para broncas hoy. Siente lástima de su amiga, que está en una habitación de hotel, sola, en una ciudad que no es la suya.

Se da cuenta de que el taxi está entrando en su calle y saca el billete arrugado del pantalón. Paga, baja y llama al timbre, saludando con un beso a Andreu y abrazándole.

Ana da vueltas en la cama. No quiere moverse, pero se muere de hambre. Y su AVE a Madrid no sale hasta las 9.

Decide llamar al servicio de habitaciones y aprovecha para ir al baño, donde encuentra su móvil en el lavabo. Lo mira un momento y abre el whatsapp. Mensaje de Silvia:

<Sana y salva en casa. Espero que estés bien, come algo anda. Y gracias otra vez, morena. Te debo una ;) >

Supone que Silvia sigue tratándola como una amiga, así que le responde como tal:

<De nada, nena. Estoy perfecta ya. Te veo el viernes.>

Menuda mentira. Se encuentra fatal. Y además le duele saber que Silvia ha vuelto a su vida familiar, aunque sea egoísta. Ojalá no hubiera pasado nada y no tuviera ahora este lío en la cabeza.

Se suelta el moño e intenta desenredarse el pelo. Huele a Silvia. "Joder". El caso es que no quiere deshacerse del olor. Se recrea un poco en lo que queda en su pelo y en su cuerpo de la esencia de su amiga y decide meterse en la ducha. "Esto no es sano, tía".

El viernes por la tarde, todos los concursantes están en la sala de descanso. Ana y Silvia se evitan disimuladamente, hasta que Ruth comenta en voz alta cómo se vinieron arriba en el local la otra noche. Las chicas cruzan una mirada y se sonrojan.
-No fue para tanto- comenta Silvia.
A Ana eso le duele, aunque sepa que en parte es por callar a los compañeros. Pero claro, es que para ella seguro que no fue nada.

Ana se levanta y sale de la sala. Silvia la sigue con la mirada, pero ni dice ni hace nada. La relación entre ellas está tensa, y llevan una gala. Silvia suspira, a lo que recibe un comentario de Edu:
-Pero y a ti qué te pasa.
Silvia le mira y sonríe pero no le contesta. Ni falta que hace.


Tu Cara Me EncantaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora