11.- Lágrimas

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Silvia se sienta en el suelo y se abraza a sus propias rodillas, llorando desconsolada. Por su cabeza pasan miles de pensamientos; lo primero en lo que piensa es en si Andreu tiene de verdad poder para quitarle a la niña. "Tiene más dinero que yo, contactos y una legión de abogados. Podría hacerlo". Silvia llora más fuerte aún, preguntándose cómo puede ser su marido tan cruel.
Silvia piensa en su hija, la persona a la que más quiere del mundo. Pero piensa también en Ana. Va a destrozarla.
De repente se pregunta cómo ha conseguido Andreu esas fotos de ellas. Está determinada a averiguarlo y, por supuesto, a hacer algo al respecto.

Recomponiéndose, se seca la cara con la manga del jersey y va al salón donde está Andreu.
-Tú ganas - dice con voz lúgubre.
Andreu la mira con desprecio y asiente. Daba la victoria por segura, de todos modos.

Ana entra en maquillaje para empezar a prepararse para la gala de esta noche. Silvia está sentada a su lado, pero ni siquiera le responde cuando la saluda.
Ana intenta conversar con ella durante las dos horas que están maquillándolas, pero Silvia la ignora.
Durante la gala bromean un poco, pero cuando Ana va a buscarla al acabar, Silvia le dice que tiene mucha prisa y que se tiene que ir.
-Pero espera, nena... - Silvia hace caso omiso y empieza a andar rápido hacia su coche.

Tras unas cervezas en el bar del hotel con los compañeros, Ana sube a su habitación, desconcertada por el comportamiento de su chica.
Abre la puerta distraída y ve un sobre en el suelo.
Dentro hay una carta, escrita con la letra de Silvia. Se le agita la respiración cuando empieza a leer:

Ana, te pido perdón por no tener el valor de hablar contigo a la cara, pero sería aún más difícil.
Tengo que decirte que me equivoqué; estas semanas han sido divertidas, pero yo tengo una vida y una familia. Y no voy a arriesgar todo por una aventura.
Lo siento por decírtelo así, por romperte el corazón, lo siento de verdad. No espero que me perdones, y entenderé que no me vuelvas a hablar. Yo intentaré seguir con las bromas durante las galas, pero creo que es mejor para las dos que no tengamos ningún tipo de relación más allá del programa.
Lo siento, aunque no me creas. Espero que algún día sepas perdonarme.
Silvia.

Ana no puede creerse lo que acaba de leer. Las lágrimas le nublan la vista y, con la mano temblorosa, coge el móvil del bolso y llama a Silvia.
Silvia rechaza la llamada. Ana lo intenta otra vez; llamada rechazada. Sigue intentándolo unos minutos más, pero Silvia sigue colgando.
Ana está en shock. Reproduce mentalmente las últimas conversaciones con su chica, palabra por palabra, intentando entender en qué momento ha decidido dejarla.
Empieza a escribir un whatsapp, con la mirada borrosa por las lágrimas.
<Silvia, qué es esto, cógeme el teléfono, por favor>.
Silvia está conectada, y contesta inmediatamente:
<Lo siento, Ana>.

Ana se sienta en la cama, despacio, con el teléfono en una mano y la carta en la otra, sin saber qué hacer. Sólo puede llorar.
La morena pasa la noche hecha un ovillo, llorando a moco tendido.

Silvia intenta mantener la compostura en la cocina de su casa. Su hija está sentada encima de ella y Andreu a su lado. Le cuesta no romper a llorar cuando rechaza todas las llamadas de su amiga, cuando lee el mensaje que le escribe desesperada. Pero lo hace todo por su hija. No hay otra solución.

*Jueves*
Ana acaba de salir del ensayo con Arnau; sobra decir que ha ido fatal. La falta de sueño y el disgusto se hacen patentes en su voz.
Silvia la ha evitado toda la mañana, huyendo literalmente de cualquier lugar en el que ella se encontraba.
Ana entra al baño a lavarse las manos y en ese momento sale Silvia del retrete:
-Silvia, espera. - Ana se seca rápida en el vaquero y va hacia ella.
Silvia evita mirarla, andando hacia la puerta.
-Tengo prisa, Ana.
Pero Ana se dice a sí misma que necesita una explicación y que es ahora o nunca. La morena cierra la puerta con pestillo y la acorrala.
-Explícame la carta. Explícame por qué me dejas. - Al decir esto se le llenan los ojos de lágrimas.
Silvia mira hacia el suelo, incómoda. Ojalá pudiera contarle lo que pasa y abrazarla; pero perdería a su hija.
-Ya te lo he dicho, mi familia es más importante. - Su voz es de derrotismo. A Ana se le resbalan las lágrimas por las mejillas.
-Mírame a los ojos y dime que no me quieres, que nunca lo has hecho. - Es más una exigencia que una súplica.
Silvia coge aire y la mira a los ojos. A esos ojos que le pierden, que antes miraba con pasión.
-No hagas las cosas más difíciles... - Silvia vuelve a mirar al suelo, pero Ana la coge por los hombros y la obliga a que la mire.
-Dímelo, Silvia.
-Ana... No te quiero. - Se le encoge el estómago al decirlo, como si fuera a vomitar. - Eras un capricho.
Ana la suelta y abre la puerta rápida, echando a correr con los ojos llenos de lágrimas.
Silvia vuelve a encerrarse en el baño y ahora sí, rompe a llorar desconsolada. No sólo ha destrozado su propia vida, también está destrozando a la mujer que quiere.

Ana ha vuelto a su habitación de hotel a llorar, cuando llaman a la puerta. Ana se queda en silencio, esperando a que se vayan. No quiere ni puede ver a nadie. Se escuchan golpes en la puerta otra vez.
-Ana, sé que estás ahí. Venga, tía, abre.
Ana se levanta, secándose las lágrimas, y abre a Ruth y Edu, que la miran preocupados.
-Qué pasa guapísima! - le dice Edu pasándole el brazo por los hombros.
Ruth le sujeta la cara y le da un beso.
-Anita, qué pasa!!
Ana hace pucheros y les enseña la carta que ha releído un millón de veces, que lleva en el bolsillo de su pantalón todo el día.
Edu y Ruth la leen atentamente, incrédulos.

Silvia entra en el cuarto de la niña, encontrándose a Andreu que está ya jugando con ella.
-No sabía que estabas aquí... - Se disculpa Silvia.
-Nada, juega con nosotros.
Silvia agacha la cabeza y se sienta en el suelo al lado de su hija.
-Bueno, qué tal el ensayo. - pregunta Andreu con rabia contenida.
-Bien, poca cosa.
-¿Y qué tal con tu amiguita?- le dice con recochineo.
-Andreu, basta. Ya dejé las cosas claras. Ni siquiera he hablado con ella en todo el día - miente Silvia.
-No te preocupes, me enteraré si lo has hecho y entonces lo pagará ella.
-Ni se te ocurra, Andreu, ¿Me oyes? - murmura Silvia amenazante.
-Cariño, si ni siquiera has hablado con ella, no tienes de qué preocuparte!!

Tu Cara Me EncantaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora