4.- Quiero una aventura contigo

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Hace casi una semana de aquella noche. Mañana hay gala otra vez, y Ana y Silvia apenas se hablan. Se saludan educadamente por los pasillos y poco más.
Ana entra al vestuario y se cruza con Silvia, que sale y la saluda con un "hola" tímido y baja la mirada. Ana se bloquea y ni siquiera la contesta.
Ruth cierra la puerta cuando Silvia ya ha salido y se acerca a Ana, susurrando.
-Tía qué os pasa
-No, nada por? - Ana contesta, a la defensiva.
-Joder, porque se ve. Que hace una semana estabais de buen rollo y de risas y ahora apenas os habláis...
-Nada, Ruth, ya te contaré vale? Ahora no.
-Vale, vale...
Ana se queda sola en el vestuario y se sienta en un taburete. Se lleva las manos a la cabeza y empieza a agobiarse con la situación. "Quién me mandaría a mi".

Silvia está tumbada en el sofá de casa, apreciando el silencio, que rara vez está presente. Andreu se ha llevado a la niña con los abuelos, y ella ha preferido quedarse en casa y descansar para la gala de mañana.
Está intentando leer un libro, pero sus propios pensamientos continúan distrayéndola. Piensa en la cama de Ana, en su calor, en sus labios... y se siente culpable. Se le encharcan los ojos cuando piensa en lo que le ha hecho a su marido. Tiene una familia que la hace feliz, y está jugando con fuego. Y no sabe si le ha hecho daño a su amiga. A ella desde luego le duele toda esta situación.
Sigue intentando leer pero no consigue asimilar nada, así que coge el móvil de encima de la mesa y busca en la agenda el contacto de Ana.

-Diga- contesta Ana medio dormida. Son las 9 nada más, pero lleva toda la tarde en la cama viendo la tele.
-Hola, qué tal estás? - contesta Silvia un poco nerviosa.
-Bien- responde Ana extrañada - Silvia, qué pasa? ¿Por qué me llamas?
Suena un poco brusco, pero no es su intención.
-Pues estoy sola y estaba pensando en invitarte a cenar - se le hace un nudo en la garganta, así que se aclara y sigue - y como te debo pasta y eso...
-No hace falta, no te preocupes - A Ana le hace ilusión, pero sabe que no es la clase de cena que a ella le gustaría.
-Venga, cena conmigo... - le pide Silvia sincera. Ana sonríe al otro lado del teléfono.- Te recojo en una hora?
-Vale. Quedamos en la puerta del hotel. Hasta ahora.

Ana se despereza, se levanta de la cama y va hacia el armario. Lo abre repitiéndose a sí misma "no es una cita" y elige un pantalón negro ajustado y una camisa negra semitransparente. Hay que dar buena impresión...
Contenta con su elección se mete en el baño y empieza a maquillarse.

Silvia aparca en la parada de taxis en la puerta del hotel y sale del coche. Juguetea con las llaves hasta que ve salir a Ana y camina hacia ella.
-Hola nena! Qué guapa estás! - le dedica una amplia sonrisa a su amiga y le da dos besos, acariciándole el brazo. Ana se sonroja ligeramente.
-Gracias. Tú también. - dice metiendo las manos en los bolsillos del abrigo.
Silvia le abre la puerta del coche y, una vez están las dos dentro, se dirige a ella.
-¿Qué te apetece comer?
-Lo que quieras, elige tú.. - Ana responde con una sonrisa tímida.
-Hay un sitio italiano muy mono que no queda lejos. Te hace?
Ana asiente con una sonrisa y Silvia arranca el coche.

Ya dentro del restaurante, la conversación fluye a trompicones, siendo incapaces de mantenerse la mirada por más de 5 segundos.
-¿Qué te parece el sitio? - pregunta Silvia
-Está bien. Me gusta. - Ana sigue con su sonrisa tímida.
Hablan de los ensayos, de la gala de mañana, de sus compañeros...
Pero a los postres, un poco más desinhibidas por el vino, Silvia saca el tema estrella:
-Ana... esta semana ha sido rarísima. No sé muy bien lo que pasa, pero no quiero que pase. Y no paro de darle vueltas. - Silvia la mira fijamente, expectante.
Ana se traga de golpe el trozo de tarta de queso que tiene en la boca y deja el tenedor apoyado en el plato. Le baja sudor frío por la espalda.
- Ya, si no pasa nada, a ver, que son cosas que pasan, si yo tampoco quiero que estemos raras pero tampoco sé cómo comportarme, ni lo que piensas, ni siquiera sé lo que pienso yo!! - vomita las palabras casi sin respirar, sin pestañear ni siquiera. Sus nervios se manifiestan en verborrea. Le pasa desde chica.
Silvia baja la mirada.
-La otra noche... A ver, somos amigas... Son tonterías que pasan con el alcohol, no?- contesta bastante más calmada que su compañera. No sabe si se arrepiente de la afirmación que acaba de hacer, ni la respuesta que espera de Ana. Pero por alguna razón se le hace un nudo en el estómago.
-Claro, si estas cosas pasan, anda que no pasan, un montón, ni te preocupes. Como si nada. Tranquila. - le replica acelerada. El corazón se le va a salir del pecho, como si le fuera a dar un vahido por la falta de aire.
Ana vuelve a coger el tenedor y retoma su postre.
-Entonces bien, no? - Silvia se siente un poco decepcionada. Triste, más bien. Pero es lo correcto. Se acaba su café de un trago y pide la cuenta.

Silvia para el coche en la puerta del hotel y mira a la morena.
-Bueno... que descanses. Lo he pasado muy bien. - sonríe ampliamente y levanta la mano para tocarle el brazo, pero a medio camino se arrepiente y lo retira.
-Buenas noches, gracias por la cena. Hasta mañana. - Ana abre la puerta del coche y se baja. Ambas se miran por última vez antes de marcharse y por fin se alejan.

La gala transcurre con normalidad y Silvia y Ana incluso bromean juntas. Es más fácil hacerlo cuando están interpretando sus personajes correspondientes. Aunque a Ana se le encoge el estómago cuando Silvia actúa y canta "quiero una aventura contigo" vestida de Ylenia.
La gala la gana Edu, que propone a la salida invitar unas copas como hizo Ruth la gala anterior. A nadie parece entusiasmarle la idea, y Silvia se excusa en que está demasiado cansada.
Al final los únicos que van son Edu, Ruth y Ana.
Cuando están acabando la segunda cerveza, Ruth corta la conversación y se dirige a Ana:
- Oye, qué es eso de Silvia que me ibas a contar?
Ana respira y apura lo que le queda de botellín.
-Bueno, ya que está arreglado, os lo cuento...
Y se dispone a relatarles de forma casual la noche de hace una semana.
Ruth y Edu la miran boquiabiertos.
-Ana estoy flipando!!! Qué fuerte - Edu se lleva las manos a la cabeza y mira a Ruth.
-Tía joder qué movida - Ruth exclama con los ojos muy abiertos.
-A ver, no flipéis que es una tontería. Que ya está arreglado. Una noche tonta la tiene cualquiera. - Ana sabe que más que intentar convencer a sus compañeros, pretende convencerse a sí misma. Intenta conseguirlo.
-Pues yo veo las miradas que cruzáis y creo que una tontería igual no es... - Edu confiesa, intentando hablar bajo. Suena emocionado, pero sabe que es un follón.
-Que noooo de verdad...

Tres cervezas más tarde, Edu intenta sacar a bailar a las dos chicas pero Ana se queda sentada en la barra.
Mientras mira a sus amigos bailar, sigue dándole vueltas a lo de siempre. Se está volviendo loca. En un arrebato, saca el móvil y empieza a escribir.

Silvia esta tumbada en la cama con los ojos como platos. Mira la hora: las dos menos cuarto. Es incapaz de dormir. Intenta pensar en los ensayos de la próxima semana, en la actuación... pero su cabeza vuelve al monotema. Se siente culpable y a la vez le nace un sentimiento hacia una mujer que nunca había tenido. La mente le juega malas pasadas recordándole los labios de su amiga y cómo se siente al tener su cuerpo pegado a ella. Se levanta a por agua y se mira en el espejo del baño, confundida. Lo mejor es no hacer nada.
Cuando vuelve a la cama, la luz de su móvil está parpadeando. Abre el whatsapp y ve un mensaje de Ana:
<Lo hubiera hecho sobria también>

Tu Cara Me EncantaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora