Capítulo 1.

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-Si mi señor te viera, estaría muy decepcionado de ti....ccc...aaa...-el crujir de los huesos era mi sonido preferido, aunque no más el sonido de mis garras al abrirse paso entre la carne y la piel.

Saqué mi brazo de la garganta, soltando el hueso de su garganta que le había arrancado al demonio insignificante que acababa de asesinar.

Sigo sin comprender como es que han comenzado a tomar valor, desde que se ha corrido la voz de que una chiquilla humana me acompaña, demonios de todo tipo han venido a mi con la esperanza de poder derrotarme.

"Ilusos, fanfarrones y pusilánimes." Pensé. Ni uno solo ha podido darme batalla.

Sacudí mi mano para escurrir la mayor cantidad de sangre posible.

Cada uno de esos idiotas vienen creyendo que me he vuelto noble solo por la presencia de Rin. Este último logró decir sus últimas palabras. Infeliz... como si no supiera que mi padre fue un traidor a nuestra raza por meterse con una asquerosa humana.

Inu no Taisho,-cada que pienso su nombre no puedo evitar pensar que escupo cada palabra- ¡¿qué es lo que estabas pensando al hacernos la burla del mundo?!. No es como si me importara ahora menos que Rin me acompaña, pero es molesto recibir este tipo de visitas inesperadas cuando ella está conmigo, de alguna manera mi deber es evitar que vea lo que realmente hago con la escoria como esta.

-Amo bonito...

-¿Qué quieres Jaken?-hablando de escoria. Responderle con fastidio no es suficiente para que mantenga la boca cerrada.

-¿Por qué estos demonios se han empeñado en seguirlo?

-No lo se Jaken. Pero no importa cuantos vengan, el resultado será el mismo.

-Ay, ay, ay. Amo Sesshomaru ¿esta dispuesto a matarlos a todos?

-¡¿Acaso tienes una mejor idea Jaken?! -conteste amenazante-si los dejo ir vivos no harán más que seguir alardeando.

-Tiene toda la razón amo.

Creí que por fin mantendría la boca cerrada pero me equivoqué.

-Sabe amo... me he dado cuenta de que estos ataques comenzaron desde que esa impertinente mujer defendió a Inuyasha...

Seguí caminando en dirección a Rin mientras él hablaba. Aunque solo le lancé una mirada de reojo al captar que tenía razón.

En la última batalla que tuve con ese inútil, la sangre de demonio lo obligó a transformarse, el inepto ni siquiera podía diferenciar entre su gente y sus enemigos.

Debí matarlo en ese momento, aunque fuera una victoria sin sentido... sin embargo...

Esa mujer ni siquiera se inmutó al interponerse entre el cuerpo desvalido del medio demonio y yo.

Como si eso fuera a detenerme.

En el instante en que Inuyasha cayó al suelo por el impacto de Tokji, ella sin más, se aventó sobre su cuerpo para protegerlo. En cuanto escuchó mis pasos se paró frente a mi, e hizo lo que nadie, nunca había hecho.

Encajó sus ojos en mi.

Una humana indefensa se atrevía a mantenerme la mirada, y en el peor momento. Al cruzarme con esos ojos recordé una de las piedras más raras que Irasue me mostró una vez de cachorro, era una de las piedras que abrían portales al inframundo. Ella la había llamado Painita, era un roca pulida y brillante de distintos tonos de color café, justo como los ojos que tenía frente a mi ahora viéndome con fiereza.

Nuestros Destinos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora