Capítulo 11

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Salí del instituto y fui directamente a mi casa, le había prometido ayer a Camila que hoy a la salida del instituto nos íbamos a encontrar para almorzar juntas en Burger King, pero la verdad es que no tenía ánimos de nada. Le envíe un mensaje diciendo que lo dejábamos para otra ocasión. Lo único que deseaba era encerrarme en mi cuarto a reflexionar. O dejar de hacerlo.

No entendía porque me sentía así, después de todo Tobías era un hombre mas. No sé por que por un minuto pensé que yo era alguien especial para él.

Ni siquiera ánimos de caminar tenía, por lo que decidí tomar un bus.

En menos de 10 minutos me encontraba en la puerta de mi casa. Entré y tiré la mochila hacia alguna parte. Me dirigí a la cocina para servirme un vaso de agua fría, no comí nada. Fui a mi cama y le di puñetazos a la almohada, me odiaba a mi misma por haberme ilusionado así de fácil, así de rápido, sin motivo alguno.

Porque esa era la realidad.

Él en ningún momento me dio a entender nada. Él solamente se había mostrado cortés conmigo, como lo hubiera hecho con cualquier otra alumna, como lo hubiera hecho con cualquier otro ser humano de este maldito planeta.

Él.

Él, él, él, él.

ÉL.

Un hombre mucho mayor que yo, un hombre realmente atractivo. Muy. Demasiado. Un hombre que sabía como hablar, un hombre que sabía como vestirse realmente bien, y así lo hacía, porque le encantaba. Me encantaba. ¿A quién no? ¿A qué mujer no? Él podría conquistar a la mujer que quisiese.

¿Por qué iba a fijarse en mi? ¿Quién era yo para él? Nadie. Nadie era la respuesta correcta. Solamente era una alumna mas de todas las que él tenía, una más del montón.

Una chica mas que estaba desesperadamente enamorada de él.

Todos estos pensamientos recorrían mi mente mientras estaba recostada con la mirada fija en el techo. Hacía mucho tiempo ya que no me sentía de esta manera por un hombre. Era una promesa que me había hecho a mi misma. Desde que mi último novio me había engañado durante mis vacaciones.

Bueno él... Él seguramente también estaría en su cama, con su novia, en este preciso instante. No conocía a esa mujer y ya la envidiaba con todas las fuerzas de mi alma.

Sentí mi celular vibrar... Donde diablos lo había dejado? Ah... Esta abajo mío. Por poco no lo rompí por aplastándolo. Vi el nombre en la pantalla, era Soledad. Corté pero ella volvió a llamar. Respiré hondo, opté por apagar el móvil. Me levanté, me di un baño de agua tibia y dormí una siesta, por lo menos me desconectaría de la realidad por unas horas.

Cuando desperté miré por la ventana, la había olvidado abierta. Ya no entraba claridad. Se veía todo oscuro.

¿Rayos, qué hora es?

Fui a la cocina, tenía hambre. Mi madre ya había llegado.

Escuché un llanto que venía de ella. Me acerqué mientras ella se levantaba de su asiento a la vez que se secaba las lagrimas.

—Hola mi hija querida...

—Madre.. ¿Qué sucede? Dime por favor, por favor, habla ya, ¿Por qué estas así?

—No es nada, calmate mi vida, no es na —La interrumpí.

—¿Cómo que no es nada? Estas llorando y me dices que no pasa nada. ¿Cuando llegaste? ¿Por qué no me despertaste? Ma... Ya no soy una niña pequeña para que me ocultes cosas, así que por favor contame que esta pasando. —Dije mientras la abrazaba con todas mis fuerzas.

—Está bien hija... Te contaré...


Tobías. El profesor es mi amor -{EDITANDO}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora