Capítulo 42

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«Y si me preguntan que es lo que me gusta de ti, entonces sonreiría, agacharía la cabeza, y no respondería nada. Porque no quiero que también se enamoren de ti»

NARRA LUNA

Después de todo, me estaba replanteando la idea de que vivir sola tenía sus ventajas. Salí de la ducha, sequé mi cuerpo, me coloque mi ropa y luego me dispuse a secar mi cabello húmedo. Agarre mi celular y en el momento justo en el que estaba por apretar el icono de gravar audio de Whatsapp, varios golpes en la puerta me sobresaltaron. Bufé. De seguro eran testigos de Jehová con sus largas polleras rozando el suelo y folletos en sus manos.

Giré el picaporte para abrir la puerta y antes de poder decir cualquier cosa el señor Bridge se precipitó en mi propiedad.

—¿Dónde esta? -Preguntó hecho una furia, revolviendo los almohadones del sofá y otras cosas a su alrededor.

—¿Qué? ¿Qué? ¿Qué hace usted aquí? -Tartamudee estupefacta mientras cerraba la puerta.

—¡No finjas ser idiota porque se muy bien como eres y lo que hiciste! -Gritó Tobías señalándome con el dedo.

—¿De qué habla usted profesor? No estoy comprendiendo.

—Luna ¿Por qué haces esto? -Preguntó Tobías entrecerrando los ojos.

—¿Qué cosa, profesor? -Pregunté inocentemente, jugando con un mechón de mi pelo.

Tobías se acercó a mi y miró mis ojos estremeciendo mi cuerpo como tan solo él sabía hacerlo. Levanté mi mentón para mirarlo también. Me sentía tan pequeña a su lado.

—¿Sabías que esta muy mal tomar objetos ajenos? -Preguntó casi rozando mis labios

—¿Sabía usted que esta muy mal besuquearse a escondidas en un salón de clase? -Retruqué.

—Tu estabas haciendo exactamente lo mismo, encima con Patricio, quien casi te mata una vez... Pero de acuerdo, si es lo que te hace feliz, adelante entonces. Solo que yo tampoco tengo que dar explicaciones de lo que estaba haciendo o no en aquel salón.

—¿Sabe usted que esta muy mal juzgar sin saber? Para su información; Uno, usted ya le dio explicaciones al director, que encima fueron todas mentiras y usted lo sabe. Dos, Patricio estuvo a punto de hacer algo horrible conmigo sin mi consentimiento, así que, si no lo hubiéramos encontrado a usted en aquella situación con Solange quien sabe que me habría sucedido, así que gracias. Y tres... Usted es la persona menos indicada para hablar sobre lo que esta bien y lo que esta mal. -Respondí, susurrando las últimas palabras en un tono un tanto seductor.

Tobías miraba mis labios a la vez que tensaba la mandíbula en un intento de reprimir quien sabe que movimiento, hasta que sus fuertes brazos rodearon mi menudo cuerpo en un estrecho abrazo.

—Perdona, yo...Pensé cualquier cosa. Te vi con él, y entonces yo creí que...

—¿Que estaba por tener relaciones sexuales en un salón de clases? Disculpe profesor, pero ¿No es en realidad exactamente lo que usted estaba a punto de hacer? -Pregunté desafiante, alejándome de su amarre.

Me dirigí a mi habitación en busca de su teléfono celular, pensaba devolvérselo y que ya se retire de mi casa lo más antes posible.

Cuando regresé a la sala Tobías se había sentado sorpresivamente en mi sillón, con la mirada perdida y las manos en los bolsillos. Se veía tan sereno y pensativo. Era sin duda el ser más hermoso que mis ojos habían visto. Su ceño fruncido y algunas pequeñas arrugas que aparecían en su bello rostro solo lograban enamorarme más. Pero debía entender que él nunca me correspondería. Aunque mi corazón pida a gritos su nombre, aunque su hermosa sonrisa ocupe mis pensamientos las 24 horas, aunque su linda voz vuelva a mis oídos por momentos y su perfume empañe de recuerdos mi ser, él nunca dejaría de ser nada más ni nada menos, que mi profesor.

Tobías. El profesor es mi amor -{EDITANDO}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora