Capítulo 54. (Antepenúltimo)

5.2K 282 39
                                    

Unos fuertes brazos me rodean la cintura y siento unos labios posados en mi nuca, trazando un camino de tibios besos, abro los ojos me giro en la cama. Y allí esta él. El hombre de mis sueños. Con el cabello despeinado, su camisa mal puesta, una sonrisa radiante y un par de ojos brillantes que me miran con dulzura.

—Buenos días mi amor. ¿Cómo durmió mi princesa? —Susurra él con voz ronca.

—Buenos días, muy, muy bien... —Respondo jugando con su cabello.

—¿Alguna vez te he dicho lo hermosa que te ves por las mañanas? —Dice él suspirando, no puedo evitar sonrojarme ante sus halagos. A veces me parece imposible que un hombre como él posara sus ojos sobre mi.

Miro hacia la ventana, todo esta muy oscuro en la habitación y siento un poco de frío. Le pregunto a Tobías que hora es.

—Son 6:35. Si nos levantamos ahora capaz hagamos a tiempo de ir al colegio. —Responde él guiñándome un ojo y robandome un beso.

—Bueno... De acuerdo... Arriba... —Respondo sonriendo entre besos.

—No te levantes todavía, te traeré el desayuno a la cama. No me tardo. —Dijo él mientras se levantaba de la cama y se colocaba sus pantalones y se dirigía a la cocina.

Respiré hondamente mientras los recuerdos de anoche invadían mi mente, una noche mágica sin dudas. Sus labios recorriendo cada centímetro, cada poro de mi piel, nuestros cuerpos fundidos en el calor del otro.

Tobías volvió a la habitación con café y galletas de chocolate. Desayunamos rápidamente entre besos y cursilerias, nos cambiamos y nos dirigimos al colegio.

—¿A la salida te paso a buscar en el café de acá a tres cuadras y almorzamos en mi casa juntos? —Pregunta Tobías una vez llegados al colegio antes de bajar del automóvil.

—Ahm yo olvide decirte... —Dije de pronto recordando algo— Hoy la hermana de Martín festeja los 15 años y me invitaron a la fiesta. Así que a la salida del colegio me voy a la casa de Soledad así nos preparamos...

—Bueno... —Respondió él pensativo— No tomes alcohol, no hables con extraños, no te acerques mucho a otros chicos, siempre cuida que nadie ponga nada raro en tu vaso, no aceptes nada que te ofrezcan para tomar, tampoco hag...

—Tranquilo. Se cuidarme Tobías. Y no te preocupes por otros chicos, que vengan mil. Te seguiré eligiendo a ti.

—Esta bien... Te amo... —Respondió Tobías haciendo una mueca.

—Estas... ¿Celoso?

—No.

—Sssssí...

—No.

Se veía tan serio mirando hacia la nada, tratando de disimular sus sentimientos. Reí internamente y en un movimiento rápido me senté en sus piernas y besé sus labios con fervor, haciéndole notar lo mucho que lo amaba, y que a pesar de todo, lo volvería a elegir cada día.

—Nos van a ver... Basta... —Susurró él sonriendo mágicamente.

—Te amo. ¿Entiendes eso? Solamente a ti. Y no quiero a nadie más. Ahora andando que ya es hora...

(...)

Narra Tobías:

El timbre de salida suena y todos los estudiantes se levantan rápidamente para salir lo más rápido posible, como si de ello dependieran sus vidas. Camino por el corredor buscando entre tantos jóvenes ese rostro especial, miro con ojos abiertos hacia ambos lados, hasta que la encuentro. Allí va ella al lado de su amiga. Le guiño un ojo disimuladamente y ella me sonríe. Somos cómplices los dos.

Tobías. El profesor es mi amor -{EDITANDO}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora