Capitulo 42

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Lena

¿Que se supones que haces cuando debes parar, solo porque tienes una loca idea en la cabeza, pero no quieres hacerlo porque es el mejor momento de tu vida?

Hace rato mi cerebro se tomo vacaciones, y volvió dos segundos para recordarme que debo parar.

No quiero detener esto.

Sentir los tibios labios de Alex  recorrer mi cuello, orejas y rostro, es el paraíso.

Como la gran inexperta que soy, no tengo ni puta idea de que hacer con mis brazos.

¿Toco su cabello? ¿Su pecho? ¿Los dejo donde están?

Suave y tímidamente, despego mía brazos de su colchón y los poso en su cintura.

Decido suponer que le gustó la acción, porque mordió mi oreja con un gruñido.

Dejo mis brazos quietos por unos segundos. Pero es tan aburrido e incomodo para mi como para Alex.

Dado que su remera, que por cierto es negra y le queda hermosa, es ancha, queda colgando hacia abajo, dejando un espacio de aire, bastante accesible, entre la tela y su vientre, no me es muy difícil tocar su piel.

Su vientre, plano y firme es tibio y muy suave. Y funciona como droga en mi.

Se me es imposible dejar de tocarlo.

De un momento a otro, Alex se encuentra sin su remera.

La ausencia de pensamientos coherentes es notable por mi falta de inhibición.

Mis manos recorren su vientre, pecho, hombros y espalda.

Tal vez me arrepienta luego, pero no me quejo en cuanto una de las manos de Alex  levanta la falda de mi vestido, y acaricia mi cintura.

Aprovechando esto, su otra mano aparta mi cabello y desprende el botón en la espalda de mi vestido.

Estoy segura de que él tampoco esta pensando.

Alex baja las tiras de mi vestido y libera mi pecho.
Al ver que no digo nada,  tal vez por eso no me deja de besar en ningún momento, saca la manto que metió por la parte inferior del vestido y la pone justo en el medio de mi estomago.

Deja de besarme la boca y empieza a repartir besos por mi cuello.

Creo que piensa un instante antes de posicionar sus labios en mi escote, hasta ahora, virgen.

Sus piernas se pegan a las mías, y en el instante en que un bulto, para nada desconocido para mi, toca mi pierna, mi cerebro vuele.

-Una linda cena, seguida de una romántica proposición, solo para llevarte a la cama.

No es así.

¿O sí?

De todos modos, se que no nos detendremos hasta terminar lo que empezamos.

-Debemos parar. -digo en susurros.

Para mi gran alivio, no insiste, y se detiene.

-¿Me pase? -me pregunta con un tinte de miedo.

Ya se ha bajado de mi, y esta acostado sobre su perfil mirándome.

-No. -contesto sutilmente.

-¿Te molesto algo que hice? -toca mi mejilla con delicadeza y no puedo evitar bajar mis párpados y deretirme por dentro.

Como lo SoñeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora