10. La Casa de la Otra Esquina

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Ese mismo día...

— ¡Hey tu! —el gemelo sentado atrás de mi susurró, tal vez me hablaba a mi.— Shh, oye, pásame la tres.

Voltee ligeramente hacia atrás para asegurarme que era a mi a quien llamaba, y sí lo hacía.

— Debiste estudiar —regañe volteando a mi costado.

— Oye es Arte de ser Cursi, odio esta materia, además no vine ayer.

¿Por qué la maestra no nos llamó la atención? Pues dio la casualidad de que se quedó dormida, baia baia:v

— Me importa una mierda que no hayas venido, no es mi culpa que seas un pendejo —me giré a mi examen dispuesta a continuar.

— ¡Auch! —dijeron ambos gemelos y también Never.

— Hasta a mi me dolió —habló Never— Someone no te pases.

— A ti nadie te metió en la conversación Never —expresé enojada.

— Oshe pues que humor —dijo el gemelo que me pidió la respuesta.

— Ya cállate —hablé con fastidio.

— ¡Oblígame! —exclamó retandome.

— Lo siento, no obligo a tontos.

— Ohh!! —dijeron Never y el otro gemelo.

— No me ayudes Glenn —expresó sarcásticamente.

— Así que te llamas Glenn ¿eh? —curioseé un poco más calmada.

— Si, pero eso no importa, yo soy Stephen ¿y tu nena? —dijo en una forma coqueta pero bromeando.

— No es justo Stephen, siempre me quitas a las chicas —reclamó con fastidio Glenn.

— Baia baia:v —mencionó Never.

— No has respondido —musitó Stephen.

— Que te importa.

— Baia baia, es un nombre muy peculiar, pero original, si, me gusta, cuando tenga una hija le llamaré Que te importa —se burló Glenn.

— Ja, ja, ja, —reí en forma sarcástica.

— Pueden llamarle Someone —mencionó Never, le dirigí una mirada de molestia.— ¿Qué?

— A veces eres bastante molesta —dije fastidiada.
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Ese mismo día...

Llegué a casa de Kley, pero obviamente no estaba por atender en la escuela, así que decidí ir a molestarla. Subí a mi Busi y me dirigí hacia allá.

— ¡Kley! Mi mejor amiga —dije con sarcasmo

— ¿Y ahora que quieres? —volteó a verme.

— Sólo vine a molestarte —sonreí falsamente.

— Hablo en serio —musitó de fines extraña.

— Me preguntaba si de pura casualidad hay algún voluntario, aunque no lo creo.

— Pues yo tampoco lo creía...

— Era demasiado predecible. —la interrumpí.

— Hasta qué pasó. —anuncio con una pequeña sonrisa.

Escuela de Corazones EstúpidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora