Era una mañana de diciembre como otra cualquiera. Josh estaba en la piscina trabajando de socorrista, el turno se le estaba haciendo demasiado largo, la clase de Aquagym lo había dejado agotado. Estaba sentado en la silla, dura e incómoda, le pesaban los párpados, estaba más perezoso que de costumbre y así lo hacían notar un sin fin de bostezos. El va y ven del agua mientras la gente nadaba lo distraía. Cuando de repente, sin emitir sonido alguno, los nadadores desaparecieron.
Josh esperó confuso, no ocurrió nada más, el agua dejó de moverse y un silencio incómodo inundó la zona. Se acercó a la piscina y miró bajo el agua, ni rastro de los bañistas.
Un grito lo sacó de su confusión y cayó al suelo. Se levantó corriendo y subió entre tropiezos el pasillo que conducía hasta recepción, el aire frío lo golpeó, tan sólo llevaba una camiseta naranja de tirantes y un pantalón corto.
Al llegar se encontró a Marta horrorizada, su bonita sonrisa había sido substituida por una mueca de horror y su cara estaba salpicada de algo de color rojo, el ambiente olía a sangre, Josh pensó que había llegado tarde. El sentimiento del chico se confirmó al ver una mano destrozada detrás del escritorio de recepción.
Josh se movía despacio, con cautela, había visto muchas películas similares a su situación y el descuido del protagonista no hacía que las cosas fueran bien.
Un gorgoteo acompañado de un leve gruñido hicieron saltar las alarmas del chico de nuevo, cogió las cizallas que descansaban al lado del escritorio y las alzó por encima de su cabeza.
Marta seguía petrificada en la esquina mirando los movimientos de Josh. El chico picó fuerte con las cizallas y esperó. De detrás del escritorio salió una criatura color ceniza, un sin fin de heridas enormes atravesaban la piel de la criatura que según su aspecto, alguna vez pudo ser humana. Josh dejó caer las cizallas con fuerza sobre la cabeza de la criatura, se escuchó un crujido y el monstruo se desplomó en el suelo, salpicándolo todo de sangre.
La sangre del monstruo manchaba la camiseta naranja del chico dejándola hecha un desastre. Josh se acercó a Marta que aún estaba en estado de shock, sus labios temblaban descontrolados y apenas podía articular palabra, miró al chico muerto asustada y se apretó contra la pared intentando alejarse de Josh.
- Tranquila, – dijo Josh mientras extendió su brazo para tocar a la chica – todo saldrá bien, iré a casa a ver como esta mi familia, tu enciérrate aquí y no te muevas.
- No me dejes sola. – Dijo agarrando fuerte el brazo de Josh – ¿Y si se despierta?
Josh sabia muchas cosas sobre zombis y criaturas similares, las películas, libros y videojuegos le habían enseñado mucho, pero saber que hacer y poderlo hacer eran cosas distintas.
- Ni siquiera se como té llamas. – Murmuró Josh dirigiéndose al muerto.
Josh se acercó al cuerpo destrozado del chico que trabajaba con Marta en recepción, había trozos de carne por todos lados, grandes heridas que dejaban ver huesos rotos y manchados de sangre. Inmediatamente Josh sintió nauseas, se apartó del cuerpo y vomitó.
Volvió a acercarse al cuerpo, lo miró y dejó caer las cizallas sobre la cabeza de lo que antes era un chico.
- Adiós.
Josh apartó la vista, le dio las cizallas a Marta y salió corriendo, lleno de sangre, hacia su casa.
- No te olvides de cerrar la puerta. – Gritó mientras corría – Volveré a por ti, te lo prometo.
El camino a casa se volvió más difícil de lo que Josh esperaba, nada más salir se vió sorprendido por dos criaturas grises que se abalanzaron sobre él y lo tiraron al suelo, forcejeó con los monstruos y a duras penas pudo escapar.
Josh paró detrás de un edificio, una de las criaturas estuvo a punto de morderle el brazo hacía tan solo unos minutos, estaba asustado pero las ganas de ver si su familia estaba bien eran tan apremiantes que el miedo no podía pararlo. Continuó su camino, lento y peligroso, cada dos pasos tenía que esconderse.
Las criaturas color ceniza deambulaban por las calles del pueblo empujadas por el hambre y la sed de sangre, no seguían ningún patrón, simplemente caminaban y atacaban todo lo que estuviera vivo.
Después de más de una hora de camino Josh llegó a la puerta de casa, la cerradura estaba rota, empujó con fuerza pero la puerta no se movió.
Sabía que picar seria una tontería pero las ganas de saber si estaban vivos se apoderaron de él y igualmente lo hizo, picó y esperó a que alguien contestara.
Tardaban demasiado, Josh se estaba poniendo nervioso y se alejó un par de pasos con las esperanzas de volver a ver a sus seres queridos ya perdidos. De repente sonó un ruido eléctrico a través del altavoz.
- Przzzzzt – Sonó el altavoz.
Josh lo golpeó con el puño, el ruido seguía sonando, entrecortado.
- ¿Si? – Preguntó la voz de Beatriz interrumpida por el sonido eléctrico – ¿Quién es?
- Beatriz, soy yo – gritó.
- ¿Hola? – volvió a decir – Esta mierda se ha vuelto a romper... Putos zombis... ¿Hola?
Josh llegó a su límite, tenía ganas de abrazar a su novia, estaba asustado y tenia frió, empezó a golpear la puerta con todas sus fuerzas, le sangraban las manos y las tenia de un tono morado, pero siguió golpeando la puerta con todas sus fuerzas.
- ¿Estáis bien? – Preguntó golpeando aún la puerta – Que alguien me abra, por favor... Cada vez hay más bichos de estos y se están acercando.
Josh se desplomó entre lágrimas esperando su destino final.
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Los Grises (Wattys2016)
Science FictionQue harías si de repente desaparecen todas las personas menores de doce años y mayores de veintitrés?, si tu ciudad estuviese incomunicada bajo una cúpula? y te acosaran cientos de zombis color ceniza? A pocos meses de cumplir los veintitrés, Josh s...