Secretos

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Josh se sentó en el suelo de la despensa, apenas podía estirar las piernas, su espalda estaba arqueada, sabía que si seguía así mucho rato le acabaría doliendo, pero no encontraba una posición mejor, estaba agotado. Cogió una lata de una de las estanterías bajas y la abrió.

- Piña. – Dijo el muchacho en voz alta.

Abrió la lata y sacó una rodaja, olió el trozo redondo para comprobar si aún se podía comer, el olor tan característico de la fruta hizo que su estómago rugiera, mordió el trozo y la boca se le hizo agua, estaba buenísima.

En tres bocados el chico se acabó el trozo de piña, ofreció a Alex el resto y lo rechazó con un gesto, aún estaba enfadada, Josh necesitaba tranquilidad para trazar una forma de salir de la maldita despensa.

La tranquilidad que tanto le gustaba y que necesitaba en ese momento había desaparecido con todos los adultos y niños, en su lugar habían aparecido las prisas, los nervios y los grises, unas criaturas antropófagas de aspecto casi humano...

Y por si fuera poco, ahora estaba encerrado en una minúscula despensa con una chica a la que no conocía y que le culpaba de todo lo que le había pasado.

- Algo muy malo he tenido que hacer en otra vida para acabar así. – Murmuró él.

- ¿Qué? – Preguntó Alex abriendo su quinta lata.- Otra vez lentejas... ¿A quién coño le gustan las lentejas?

- A mí. – dijo Josh levantado la mano. - Deja de abrir latas y amontonarlas llenas, nos pueden ser útiles cuando salgamos de aquí.

- No seas tan amargado Josh, vamos a jugar a algo.

- ¿Alguna vez te han dicho que té cambia el humor muy rápido? – Dijo Josh irritado.

La chica ignoró el comentario del chico, había decido divertirse y lo iba a hacer. Alex se sentó encima de Josh, paso sus brazos alrededor del cuello del chico y apoyó se cabeza en el pecho, el chico se movió incómodo.

- Alex, ¿qué crees que estás haciendo? – Preguntó Josh enfadado mientras intentaba quitarse a la chica de encima. – Te he dicho que tengo novia.

- No seas malo Josh, no estoy haciendo nada que ponga en peligro tu relación...

La chica disfrutaba poniendo nervioso a Josh, ahora era su turno de incomodar al chico con su presencia, en las distancias cortas ella era la que manejaba los hilos.

- ... aún. – Murmuró para sí misma sonriendo.

La chica volvió a acomodarse sobre Josh, se acercó un poco más, tenían la cara a escasos centímetros, Alex estaba forzando la situación, intentaba sacar de quicio al chico y lo estaba consiguiendo.

Josh apartó la vista, los ojos verdes de Alex brillaron triunfales, lo había conseguido.

- Seré buena, te lo prometo. – Dijo la chica juntando las manos como si fuera a rezar. – No haré nada que tú no quieras.

Josh desistió en su intento por apartarla, ella volvió a apoyar la cabeza en el pecho del chico y bostezó.

- ¿Qué te hubiese gustado ser si nunca hubiese pasado esto?

- Científico forense. – Contestó Josh. - Ahora no estoy tan seguro de que los cadáveres sean una buena elección, ¿a ti?

- No estoy segura, puede que bailarina... ¿Cuántos años tienes Josh?

- 22 ¿y tú?

- Desde ayer 18...

- Felicidades. – Dijo el chico abrazándola, poco después dejo caer sus manos a los lados.

No tenía que acercarse tanto a ella, solo tenía que garantizar su seguridad hasta perderla de vista, luego si moría ya no sería culpa suya.

- No eres mucho más mayor que yo. – Dijo la chica apretándose un poco más contra el cuerpo de Josh. – Acuérdate de mí si necesitas algo, ya sabes a lo que me refiero.

- No empieces Alex...

Josh volvía a estar nervioso, llevaban mucho rato sentados sin hacer nada y la chica no hacía más que provocarlo.

- ¿Qué se te da bien hacer? – preguntó el chico intentando cambiar de tema.

- Nunca se me ha dado especialmente bien algo, excepto ser invisible para el resto de personas, ¿a ti?

Josh no entendía como alguien como ella podía ser invisible para los demás, era guapa y su carácter la hacía más interesante que la mayoría de chicas.

- Al contrario que a ti, mal esta decirlo, se me dan bien bastantes cosas. Me gusta mucho el mundo de la tecnología, los estudios y la carpintería. ¡Claro, la carpintería! - repitió el chico. – Ya sé cómo vamos a salir de aquí.

Josh apartó a la chica de un empujón, ella gruñó enfadada pero él la ignoró. Sacó su cuchillo de la funda que colgaba del cinturón, apretó la punta contra uno de los tornillos de la bisagra inferior e intentó girarlo, el tornillo estaba duro y la hoja resbaló de la hendidura en forma de cruz haciendo un pequeño corte en uno de los dedos del muchacho.

Tras veinte minutos el chico había conseguido quitar los tornillos de las dos bisagras, estaba agotado y empapado en sudor por el esfuerzo, comenzaba a hacer mucho calor. Josh golpeó la puerta con la suela de la bota, la deformada puerta crujió pero apenas cedió.

Se sentó en el suelo y empujó con las dos piernas, la puerta crujía y pequeños trozos de yeso cayeron sobre el chico, siguió haciendo presión, empujaba con todas sus fuerzas hasta que la puerta cayó al suelo provocando un gran estruendo.

- Josh. – lo llamó la chica.- Quiero pedirte disculpas por todo lo que te he dicho antes, estaba enfadada.

Alex se acercó a Josh, el la apartó amablemente negando con la cabeza.

- No puede ser Alex. – Dijo con tono cordial. – Si quieres formar parte de mi grupo tendrás que seguir mis normas y... Hacer como si nada de esto haya ocurrido, ¿de acuerdo?

La chica asintió en silenció mientras veía como Josh salía de la despensa tapándose los ojos con la mano por el reflejo del sol.

- Ya veremos lo que pasa. – Murmuró Alex para sí misma en voz baja.

Los Grises (Wattys2016)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora