Capítulo 3

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 El avión está a punto de aterrizar. Cierro los ojos y suspiro. Trent está dormido al lado mío. Sorprendentemente no me la pasé mal con su compañía. Resulta ser que tiene 20 años y que va en la universidad, aunque no sé en cual, pero bueno.

Cuando ya aterrizamos le muevo delicadamente el brazo, pero ni se inmuta. Ejerzo un poco más de fuerza y nada.

-¡DESPIERTA!- le grito, haciendo que de un brinco. Me río por lo bajo.

-Ya desperté. Joder. ¿No podías despertarme sacudiéndome o algo así?- me dice con los ojos entrecerrados.

-¡JA! Por Dios, te moví con todas mis fuerzas y ni te inmutaste, así que no me quedó de otra más que darte un delicado grito- le explico esbozándole una sonrisa angelical.

-¿Delicado?- me dice irónicamente. Asiento. –Bueno, ¿por qué me despertaste?- Me pregunta frunciendo el ceño.

-Ah, sí. Ya aterrizamos y somos los únicos que faltamos para salir del avión.- le digo.

-Ah, vámonos entonces.- Me dice.

-Vamos.- Le digo.

Una vez en el aeropuerto se despide mí con un beso en la mejilla.

-Nos vemos algún día- Me dice con una sonrisa.

-Nos vemos algún día- Repito haciendo el mismo gesto.

Se encamina hacia el estacionamiento, ya que estamos afuera del aeropuerto, se voltea y me hace un saludo con la mano, el cual devuelvo con una sonrisa y lo veo subirse a un Audi R8 negro. Wow. Pero curiosamente hay alguien manejando el auto. Trato de observar bien como es el conductor. Por lo que veo es un hombre, tal vez de la misma edad que Trent, y es todo lo que mi preciada vista observa, ya que el auto arranca y se va como bala por las calles de Nueva York. Me quedo parada como estúpida en la acera a la espera de alguien que me venga a buscar, ya que, uno: no conozco la ciudad. Dos: Me tenía que venir a buscar Alaric. Y tres: no sé a dónde mierda ir.

Espero aproximadamente 2 horas hasta que me hago a la idea de que nadie va a venir por mí. Suspiro pesadamente y me levanto de la acera. Salgo completamente del estacionamiento del aeropuerto y pido un taxi. Después de diez mil taxis que me ignoran completamente (dramática dirán, pero lo sentí así) uno parece notarme y se para a un lado de mí. Meto mis maletas en el maletero y me subo en la parte de atrás del taxi. Desconfiada. Sí.

-Buenos días, ¿a dónde la llevo?- me pregunta amablemente el señor.

-Buenos días, ¿me podría llevar por favor a un hotel que no sea muy caro?- le digo un poco incómoda.

-Claro- Asiente.

Después de 15 minutos de viaje para frente a un hotel que no se ve ni muy caro ni muy de mala muerte. Saco las maletas del maletero, le pago y le doy las gracias al taxista.

Entro a la recepción del hotel y me encuentro con una señora que se ve amable. Me ve y me dedica una sonrisa.

-Buenos días, ¿en qué la puedo ayudar señorita?- Me pregunta amablemente. Ya me cayó bien.

-Buenos días, ¿tiene habitaciones disponibles?- Le pregunto un poco tímida.

-Claro cariño, ¿está bien la número 102?- Asiento sonriente. –Bueno dame tus datos.-

Después de darle mis datos a la amable señora me da la llave de la hitación, agarro mis maletas y me dirijo al ascensor, aprieto el botón con el número 4 y espero a que suba. Llega al piso 4 y las puertas se abren, salgo del ascensor y empiezo a caminar buscando la puerta con el número 102. La encuentro y abro. Me encuentro con una habitación bastante bonita, con paredes de color blanco con decoraciones de color negro, una cama matrimonial en el centro de la habitación, dos muebles con lámparas a cada lado de la cama, un armario, un televisor de plasma grande, una puerta (que supongo es el baño). La abro y adivinen. Es el baño. Un baño con una bañera bastante grande. Está pintado de un azul blanquecino. En realidad el cuarto no está mal. Me esperaba menos sinceramente. Lo primero que hago es darme una larga y relajante ducha. Termino y salgo del baño, me visto y decido marcarle a mi mamá para avisarle que estoy bien. Agarro mi celular, busco el nombre de mi mamá en los contactos y le marco. Al tercer timbre contesta.

QuédateDonde viven las historias. Descúbrelo ahora