Capitulo. II. Prometida.

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Los días han pasado y el único deseo que surca mi mente es el de huir lejos de ese par de locos, además la forma en la que Daniel me habló ese día me dejó un poco asustada. Sus ojos negros reflejaban un brillo aterrador. No puedo negar que es muy atractivo, pero en realidad no sé quién es él y las cosas que hace.

El ruido de la puerta abriéndose me saca de mis locos pensamientos.

__ Señorita, la señora Eleonor y el joven Daniel la esperan para la cena. –indica la joven haciendo una reverencia.

Me doy la vuelta con la vista hacia la ventana manteniéndome firme sin denotar mi angustia.

__ No gracias.

Ella no insiste más y sale. Me dejo caer sobre el sillón.

__ ¡Lo odio! –grito enojada. –ni crea él que podrá obligarme a comprometerme.

Suspiro; necesito estar calmada no debo mostrar interés alguno en sus palabras sin sentido, no pienso contraer matrimonio con él ¡Ni loca! Después de un rato bajo a despejar mi mente, la verdad este encierro me está desquiciando por completo; de repente un sonido llama mi atención, una melodía proviene de uno de los tantos pasillos de esta enorme mansión.

Mis pies se mueven solos buscando el delicado sonido que calman mis nervios, al darme cuenta estoy en medio de un jardín interno con una exagerada fuente en el centro, de pronto una gran puerta se hace visible a mis ojos y sin duda la melodía proviene de ese lugar, sin retener la curiosidad la abro repentinamente y lo que mis ojos ven me dejan perpleja ante esa imagen.

¿Él? ¿Toca el piano? Nunca me lo hubiese imaginado verlo sentado frente un instrumento tan sutil, él que parece un matón. Sus inexpresivos ojos se posan en mí parece no inmutarse por verme entrar tan agresivamente, sólo me sonríe y extiende su brazo.

__ Ven –dice con una expresión relajada.

Dudosa doy un paso al frente, sus ojos no dejan de mostrar ese brillo aterrador que entumece mi cuerpo, al darme cuenta estoy cerca de él sosteniendo su mano. Sus pronunciados labios marcan una sonrisa de satisfacción.

__ Eres una chica culta y bien educada por lo que puedo ver –hace una pausa, me mira y prosigue –así que mantén en orden tus comentarios mañana cuando anuncie nuestro compromiso.

Suelto su mano repentinamente y con una mirada cargada de odio lo miro.

__ Señor Salvatore no haga las cosas más difícil de lo que ya están. Fui clara no quiero casarme con usted.

Sus manos aprietan mi brazo con firmeza.

­­ __ Su opinión me vale, soy tu amo, tu señor, así que sólo acata mis órdenes y sé una chica obediente, no quiero ser brusco contigo. –su mano sujeta mi cara firme.

Me indigna ver cómo me trata, no puedo casarme con un tipo como él, alguien que lo único que le interesa es manipular y utilizar mi apellido a su antojo. Respiro hondo y le dedico una mirada altanera. No dejare que él juegue con mis emociones.

__ Bien colóqueme a la venta ¿Qué espera? –al finalizar de hablar su mano baja hasta mi cuello sometiéndome.

__ Eres mía y puedo acabar con tu vida aquí mismo si quiero sólo sé obediente y no pasara nada malo, si quiero puedes terminar en un lugar muy desagradable para una dama como tú, no sé piénsalo. –sus dedos resbalan por mi cuello sutilmente.

Trago grueso al ver esa expresión oscura en su rostro, doy un paso atrás. Él sonríe despreocupado, al parecer Daniel Salvatore es un hombre interesado únicamente en asuntos de intereses y yo soy uno de ellos. Se levanta y sale, suspiro dejándome caer de rodillas en el frío piso de mármol.

Amor Tóxico.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora