Capítulo. IX.

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Escucho algunas voces discutiendo mientras bajo con Darién para el desayuno, lo que veo me deja sin palabras. ¡Arthur! sus ojos se encuentra con los míos y sin tiempo a nada lo tengo al frente con una amplia sonrisa.

__ ¡Elena! –Vocifera alegre –de ahora en adelante viviré contigo por un mes –dice abrazándome.

Darién sin saber el motivo de felicidad de Arthur aplaude contento. Rápido busco con la mirada a Daniel que sólo me observa con cara de pocos amigos. Eleonor les pide a las empleadas que lleven sus cosas a una de las habitaciones.

__ Muy bien desde hoy Arthur estará con nosotros por un mes, ya que su padre me pidió que cuidara de su hijo.

Daniel toma asiento en el comedor sin decir una sola palabra. Yo lo imito.

__ ¡Arthur! –grita Darién emocionado.

__ ¡Niño en la mesa no se habla! –regaña Daniel al pequeño.

Yo le dedico una mirada de molestia.

__ ¿Estás molesto? –lo miro.

Él me mira con ganas de encerrarme en un calabozo.

__ Después del desayuno tendremos una pequeña charla.

Arthur se sienta a mi lado, para luego sujetar mis manos de una manera cariñosa.

__ Soy feliz al saber que podré compartir más tiempo con las dos personas que más me gustan en el mundo. Tú y Darién.

__ Yo también estoy muy emocionada y Darién.

Luego de comer Daniel me indica que lo siga a su despacho. Al entrar cierra la puerta con seguro.

Él se gira y me mira con enojo.

__ Espero no verte tras ese mocoso –lo observo con cara de pocos amigos. Él al notar mi cara se acerca –así que saca esas ideas descabelladas de juntarte con él. Es una orden.

Doy un paso hacia adelante, Daniel no será el que me intimide, Arthur es el único amigo que tengo y no pretendo alejarme de él sólo por sus raras fantasías de que yo le sea infiel.

__ Óyeme muy bien señor Salvatore –digo colocando mi dedo índice en su corbata –te recuerdo que no soy una mujer cualquiera eso no lo olvides. La amistad que tenga con Arthur es cosa mía, además a Darién también le agrada.

A él no parece gustarle mis palabras y sin decir nada sujeta mi brazo llevando mi cuerpo hasta una de las paredes de la habitación. Sus ojos oscuros no dejan de estudiar mi rostro.

__ Te recuerdo que soy tu marido; me debes más respeto y para finalizar yo soy quien tiene la última palabra en esta relación.

Su otra mano sube a mi cara donde acaricia mis labios, su mirada se detiene justo en ellos, trato de apartar la mirada, pero él me obliga a mantener la mirada fija con la suya. Al darme cuenta su cuerpo aprisiona el mío contra la pared. Su aliento roza mi cuello, así que cierro los ojos.

__ Eres mía, no lo olvides –dice mordiendo mi oreja suavemente.

Un grito ahogado escapa de mi garganta; Daniel se separa un poco de mí y con esa sonrisa encantadora me derrite dejándome embobada.

__ Si me gustaran las niñas de cabello corto –dice pasando su mano por mi cuello –te haría gemir mi nombre.

Una repentina descarga eléctrica baja por mi columna, siento como mi cara se torna roja, puedo oír a Daniel soltar una carcajada. Sin más le doy un empujón que sólo hace que él sujete mi cuello para luego tirar de mí juntando nuestros labios en un ligero beso.

Amor Tóxico.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora