Capítulo. XIII. Te odio.

109 6 1
                                    

Mi cuerpo siente frío, así que busco con la mano la manta, pero lo que mis manos tocan es un brazo. En ese momento mi mente trajo lo que pasó anoche; sin demora me incorporo para ver a un Daniel dormido a mi lado.

Es cierto anoche sentí pena por él y lo dejé dormir a mi lado. Cierro los ojos recordando nuestra conversación.

__ Eso no pasará –digo con amargura. Él acerca su rostro al mío y besa mi frente –nunca seré tuya.

Daniel se aleja un poco de mi cercanía para luego dejar ver una sonrisa penosa. Nunca lo había visto así. Siendo tan calmado y afectado.

__ Entonces déjame dormir contigo, al menos por lastima –finaliza bajando la mirada.

¡Fui una estúpida!

Sin demora salgo de la cama y me doy un buen baño, en verdad lo necesito. Al sentir el agua bajar por mi cuerpo sentí paz. Cosa que había olvidado hace mucho tiempo.

¿Podría Daniel sentir algo por mí? –Sacudo la cabeza sacando dicha idea –sólo se casó conmigo para satisfacer el enfermizo capricho de quitarle algo a Vicent. Lo que odio es ese ligero sentimiento de culpa que sentí cuando lo vi tan vulnerable, al igual que un niño pequeño.

Al salir veo que él ya no está –dejo salir un suspiro de alivio –gracias señor. Camino hasta el armario para ver que ponerme, ya que al parecer tendremos que fingir que somos el matrimonio feliz. Pasar todo un día con él y ser la pareja perfecta me enferma.

__ ¡Como deseo salir huyendo de aquí! –susurro.

Al final me decido por un vestido negro sin mangas ajustado mostrando mis curvas, lo convino con unos zapatos de tacón rojos. Me doy una mirada en el espejo para retocar mi maquillaje y arreglar mi rojiza melena corta.

(**********************)

__ ¡Bienvenido señor Salvatore! –Dice un hombre de unos cuarenta años – ¡Oh, bienvenida señora Salvatore! No sabía que su esposa fuese tan linda.

Él deja salir una sonrisa de satisfacción.

__ La más bella me atrevería a decir –expresa pasando su mano por mi hombro –si nos disculpa debemos saludar a los demás.

__ ¡Claro!

Al estar lejos de todos; Daniel se aleja de mí; mostrando esa mirada de indiferencia que siempre me da.

Este tipo debe ser bipolar, anoche pidiéndome que fuese su mujer como debe, suplicando por mi atención y hoy es más frío que un tempano de hielo.

Un leve suspiro escapa de mis labios.

__ Espero tu mejor actuación –dice indiferente –delante de todos tú y yo nos amamos con locura.

__ Sí, claro –susurro mirando hacia otro lado –no tengo problema con fingir.

Una pareja de ancianos se acercan a nosotros.

__ ¡Muchacho! –Dice el anciano –me alegra verte con tu esposa en los eventos sociales –dice lleno de alegría. –Saber que sentaste cabeza me tranquiliza.

__ Lo sé. Además no me arrepiento de estar con la mujer de mi vida –mis ojos estudian la manera tan natural que dice sus palabras –siempre quise que fuese mi esposa.

Él anciano me mira con esos ojos brillosos.

__ ¿Es tan feliz cómo su marido? –dice él mirándome atentamente.

Una leve sonrisa se asoma en mis labios. Que más desearía gritarle que no es así.

__ Por supuesto. Lo amo tanto –susurro.

Amor Tóxico.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora