diez

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Me levanté de la cama luego de estar con mi celular. Tomé una ducha rápida y decidí recorrer el crucero de arriba a abajo.

Primer destino: cafetería.

Era la hora del desayuno y no podía estar tan hambrienta.

Logré rescatar una taza de café con leche y dos galletas integrales del buffet, son todos unos muertos de hambre aquí.

Todavía que me quedan seis horas aquí, no podría estar más aburrida y del solo saber... Lo siento, pero no puedo concentrarme en mis pensamientos internos así.

A unas mesas de distancia habian cuatro hombres mirandome. Balbuceaban y les aseguro que no saben disimular ni un poquito.

Me sentía tan incómoda que me retiré del lugar.

Iré a la habitación con Justin así hablaremos y, oh, esperen. ¡Se fue!.

Acabo de confirmar que nadie tiene compasión por esta niña.

Estaba caminando por el pasillo, ya estaba acostumbrada a caminar por aquí aunque solo pasó un día.

Estaba tan concentrada que me tomo unos segundos reconocer que alguien me gritaba.

-¡Hey!- dijo una voz grave.

Di media vuelta y era un joven alto con pelo rubio. Nada apuesto para ser sincera.

-¿Pasa algo?- lo miré fijamente.

-Pasa que eres muy linda- se tocó el cabello.

Recordé a Justin ya que el hace lo mismo cuando coquetea conmigo, solo que este chico era mil veces menos atractivo y sin esos ojos que me hipnotizan, devastador.

-Si, pero lamento decirte que ya tengo un hombre para que me lo día todo los dias- mentí un poco, ya que relativamente Justin no estaba aquí, pero la mayoría de lo que dije es verdad.

Me retiré del lugar y noté que la mirada agradable del chico se convirtió en una de odio.

-Se más de ti de lo que parece, Serena Hill- cruzó los brazos.

-¿De que hablas idiota?- le dije con tono desafiante y me acerqué a él.

-Alguien te sigue, ¿verdad?. Tengo cada detalle en la palma de mi mano.

Luego de esas palabras, me sujetó y intento llevarme a la fuerza.

-¡Sueltame idiota!- grite con todas mis fuerzas para que alguna persona escuchara y se dignara a ayudarme. Increíble que en los momentos mas críticos nadie aparezca.

Fue tanta la resistencia que hice, que el joven optó con golpearme la cabeza fuertemente con un jarrón que había sobre una mesa en el pasillo.

Me asombra las veces que me golpean con cosas últimamente.

Narrador omnisciente.

Instantes después, una empleada del crucero encontró a Serena tendida en el suelo. La tuvieron tres horas en la enfermería hasta que llegaron a tierra firme. La trasladaron al hospital Ferguson a cuarenta kilómetros de Ohio. Lejos de todo lo que quería y también lejos de cumplir su plan.

¿Será esto una señal para que Serena deje su plan de años de planeamiento atrás de una vez por todas?.

Sweet Crime «j.b» |short story|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora