Capítulo 2

38.6K 4K 1.9K
                                    

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Multimedia: 1000 Doves- Lady Gaga

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Multimedia: 1000 Doves- Lady Gaga

Después de una amplia y—a primeras luces sangrienta batalla contra la cafetera—Armand ha logrado terminar de preparar el café. Se le ve enfurruñado, fastidiado y me observa como si creyera que se ha esforzado por mí, más de lo que realmente merezco.

Él se acerca a grandes zancadas, con la taza transparente llena de café y sin perder ese aire de macho imponente; que aparentemente tiene el mundo a sus pies. Armand extiende su largo brazo hacia mí, ofreciéndome el café, que no parece ser tan tóxico como la persona que lo preparó.

—Tómatelo—ordena, imperioso. No comprendo por qué sigue rabioso.

¿Ahora qué le hice?

Mi visión a ratos borrosa e incoherente, logra enfocarlo muy bien. No sé qué tiene este hombre, que todo lo que hace o dice, me resulta hipnótico.

—No quiero—anuncio tajante. —No se puede confiar en ti y en nada de lo que ofreces.

Armand levanta una ceja, irónico, y reduce la distancia entre la taza en sus manos y mi cara.

—No me hagas perder la paciencia, Lynd. Tómate el café, es por tu bien. —demanda con voz neutra.

—Ya te dije que no quiero. — le contradigo, hamaqueando los brazos de un lado a otro en negación. Debo parecer una loca caprichosa e inmadura.

—Si no se te pasa la borrachera, me temo que tendré que meterte a una ducha fría para bajártela. Así que tú decides—acota, cada vez más severo—. Es la última oportunidad que te daré, antes de arrastrarte a la ducha; quitártelo todo y refrescar tu cuerpo para que dejes de comportarte como una niña pequeña—Su voz es oscura, ronca, y logro captar la malicia sexual goteando a través de su frase, de apariencia dictatorial y protectora.

Admito que tratándose de él, está siendo ridículamente comprensivo. Armand no suele ser condescendiente con nadie, ni mucho menos trataría de quitarte lo borracho, preparándote café. Es más fácil que te aviente a un bote de basura.

—No volverás a tocarme, Koch. Nunca más. —comento envalentonada, aunque en el fondo, sé perfectamente que quiero todo lo contrario.

Su boca se curva en una sonrisa amplia y lasciva, acto seguido se acerca y se sienta raudo a mi lado, luego coloca una mano bajo mi mentón, aproximando mi mandíbula a su boca. Mi corazón se ahoga en la emoción y se tranca en mi garganta. Mi entrepierna emite chispazos cada vez más calientes y vívidos. Sentir su tacto, su cercanía, su aroma a menta, infierno y masculinidad me descontrola. Miles de sensaciones indecorosas hacen erupción y colisionan luchando por ser la preponderante. Soy consumida por la lujuria, el pecado, la oscuridad y lo prohibido.

Perverso - CompletaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora