Capítulo 27

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Multimedia:  Unstoppable- Sia

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Narra Lynd

Mi madre siempre ha poseído una aguda serenidad. Nunca la he visto perder la calma ante ninguna situación, ni siquiera cuando mi hermano Andrew murió la vi derrumbarse. La recuerdo parada junto al ataúd, mirando hacia la nada con expresión sombría y distante. No lloraba y procuraba hablar en voz baja, mientras sostenía en una mano un pañuelo de seda roja y en la otra una sombrilla negra que nos protegía de la lluvia.

El día del funeral llovía a cántaros, y sólo estábamos nosotros en el cementerio. No habían conocidos, ni alguien que estuviese dispuesto a consolarnos cuando todo acabara. Éramos nosotros luchando contra el desasosiego de saber que nunca más podríamos volver a abrazar a mi hermano.

Nos mudamos el mismo día de la muerte de Andrews, nos llevamos su cadáver y nos fuimos a un pueblito apartado del sur de Irlanda. Papá hizo los arreglos para que todo funcionara, ahora que lo pienso, parecía poco probable que pudieses llevarte un cuerpo de un país a otro y enterrarle sin mucho papeleo; pero papá lo consiguió y en aquel momento, ninguna de nosotras tenía ánimo para preguntar más.

No nos despedimos de nadie, ni dejamos una nota de agradecimiento a los vecinos por todas las atenciones brindadas. Ese día no renegué, ni siquiera me importó el hecho de que nunca más volviese a ver a mis amigos. Sólo pensaba en que mi hermano me había protegido de la muerte y había fallecido en el trayecto.

Cuando llegamos a Irlanda preparamos todo para el funeral y lo enterramos en medio de un silencio demasiado ruidoso para pasar desapercibido.

Nunca me pregunté por qué nos habíamos mudado, simplemente lo entendí y me obligué a acostumbrarme a mi nueva realidad.

En Irlanda hacía un frío escalofriante y la gente era mucho más parca que en Albania. No conversaban con nosotros, pero sí cuchicheaban sobre la rara familia que se había mudado para enterrar a su hijo.

Dorothy fue quien más lloró el día del sepelio, apoyada en el hombro de papá parecía como si estuviese a punto de quedarse sin lágrimas, yo me mantuve impasible igual que mamá. No derramé una sola lágrima, tampoco podía hablar. Mi dolor era traumático e iba más allá de lo que se pudiera expresar con la mirada, la voz, y el pálido silencio.

Estaba en un limbo extraño en el que no me convencía esa tontería de que Dios había llamado a mi hermano porque lo necesitaba en el cielo, era tan sólo una niña, pero me negaba a creer que un ser divino estaba detrás de la angustia que experimentábamos. Era una sensación arrolladora, atosigante y en ocasiones insoportable.

Vivimos un horrible mes en Irlanda. La gente seguía esparciendo rumores sobre nosotros, decían que éramos una familia de delincuentes que estaban huyendo de la justicia. En la escuela nadie hablaba con Dorothy y yo, nos apartaban, incluso las maestras eran duras con nosotras. Nos otorgaban calificaciones bajas aunque respondiéramos correctamente cada examen.

Perverso - CompletaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora