CAPÍTULO DOCE

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—Que gusto verte, Faith.

—Connor. ¿Qué haces aquí?— pregunté seria.

Era cierto que desde que había aparecido me sentía intranquila. No sabía que podía hacer Connor por ahí, pero sabía que era capaz de hacer muchas cosas.

Me daba miedo.

Miedo de que pudiera hacerle algo a mi hija. Miedo a que no me dejara en paz. Miedo a que nos hiciera daño.

Ahora más que nunca, necesitaba que alguien me dijera que todo estaría bien, que nadie nos haría daño.

Sin embargo, la única persona a la cual quería escuchar decir esas palabras, era el motivo por el cual Connor se encontraba en mi oficina en este momento.

—Pasaba por aquí y decidí que, pues, tal vez sería bueno venir a ver como te va.

Un sentimiento de rabia se apoderó de mí. Pero antes de que pudiera responder, alguien entró en la habitación.

No era alguien. Era Josh.

Sentí la mirada de rabia de Connor al ver como Josh lucía sorprendido de verme.

Había algo en su mirada, un destello, que por un pequeño momento, me permitió pensar que aún me amaba.

¡Tonterías, Faith!

El rehizo su vida, sin ti. Le hiciste creer que lo engañabas, le rompiste el corazón. 

Sin embargo, él se encontraba ahí.

—Luces...bien, Faith —dijo nervioso.

—Eh, gracias.

Estaba consiente de la mirada de su hermano en nosotros. Esperando que cometiera un error.

—¿A qué debo su visita? —pregunté.

—Venimos a buscar unos trajes. Los encargamos días antes y nos dijeron que tu podrías ayudarnos.

—Claro. Si me permiten la nota con gusto se los entrego.

Aveces no entendía. Después de abandonarlo y aparecer un día así de la nada, que de repente entre un día en mi oficina y hablamos como si nada hubiera pasado entre nosotros dos.

¿Es que acaso era tan estúpido para no darse cuenta de que Heather es su hija?

Tal vez sería yo la estúpida al no decírselo.

Les dije que me esperaran un momento mientras yo buscaba los trajes.

Lo más curioso es que yo los había diseñado, pero no sabía que eran para ellos.

Antes de dejar que las lágrimas salieran, respiré hondo. No dejaría que me derrumbara.

Justo cuando entré por la puerta, pude ver a Josh observando la foto de Heather que tenía sobre mi escritorio. Sus ojos reflejaban algo así cómo cariño, mientras que los de su hermano podrían estar lanzándole dagas.

Al instante dejó la foto en su lugar y se disculpó.

—Perdón, pero es que tienes una hija preciosa.

Tenemos. Quise corregir.

—Gracias.

—¿Puedo preguntarte algo, Faith? —asentí. Ignorando por un momento a Connor. Josh me miró a los ojos y todo el mundo se desvaneció a nuestro alrededor. Podía verlo. Él también sentía lo mismo—. No es nada, olvídalo...

¡Genial! Ahora me quedaré con la duda. ¿Querría preguntar algo sobre Heather? ¿Sobre mí?

Su hermano se adelantó. Se paró de su asiento y dio las gracias. No paró de insistir a Josh que debían de irse.

Josh me dio una última mirada.

---

Acaricié la cabecita de Heather, quien dormía plácidamente encima de mí.

Su boquita se abría de una forma en la que dejaba a la vista sus dientes y babeaba toda mi blusa. Aún así se veía adorable.

Con cuidado la acomodé en la cama, de modo que no se despertara y me levanté.

No tenía nada que hacer y era tarde, así que me puse a lavar ropa.

No es como si fuera lo más interesante del mundo, pero así me mantenía entretenida.

Mi vida era un total enredo.

¿Porqué no podría tener una vida como las de los cuentos de hadas?

Tal vez necesitaba de una bruja malvada que me diera una manzana envenenada y así poder despertar por el beso de mi príncipe azul.

¿El problema? Yo no quería a un príncipe. Yo quería a Josh.

Con fama o sin fama. Con dinero o sin dinero. Con hermano o sin hermano. Lo amaba.

Y nadie podía cambiar eso.


Un pequeño pedazo de ti  |Josh Hutcherson|  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora