V

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Esa noche concluyo de esa forma. Jane durmió en los brazos de Justin.

Esos pequeños momentos se vuelven eternos, se sienten infinitos, solo ellos dos.

¿Por qué eres tan ingenua, pequeña?, él te usa como a un paño viejo, te tiene a sus pies con palabrerías cursis y poco convincentes. No eres la única de lo contrario te hubiera respetado, por lo menos hubiera dejado el sexo con Mia... No eres más que plato de segunda mesa, una simple segunda opción. No arruines la vida de un inocente niño, vete y nunca vuelvas. Es lo mejor. Es lo correcto.

El miedo puede provocar que una persona se pierda de si, su mundo cambia, la percepción es otra, es capaz de transformarte y destruirte a la misma vez.

Es tu decisión cederle el poder.

De repente Jane despierto con una capa de sudor invadiendo su frente, froto sus ojos y bostezo, perezosamente. Miro la ventana y noto que aun parecía de noche. Los brazos de Justin aun la envolvían, pero no tan fuerte como en un principio. Él estaba dormido con los labios ligeramente abiertos, parecía tan sereno, nadie podría pensar por todo lo que aquel chico lidia en su vida. Con cuidado la menor salió de la calidez de sus brazos, busco con la mirada sus bragas y una vez las encontró las deslizo por sus piernas para finalmente salir de la habitación. Cogió su celular y echo un vistazo a la hora.

3:25 am. Aún era temprano.

Déjame ir, ¿De qué sirve que me obligues a estar contigo cuando ya no te quiero? Ya no soy la misma, no puedes manipularme con tanta facilidad. Es hora que aceptes que lo nuestro se acabó, ahora amo a alguien más, él estuvo cuando yo te necesite. Déjame ser libre. Tienes una familia, un hermoso hijo al cual cuidar, no gastes el esfuerzo en mí, ya no tiene caso continuar. Acepta que has perdido, Bieber.

Justin despertó sobresaltado, tomo aire en repetidas ocasiones antes de lograr controlar su respiración. Giro para encontrarse con Jane, cuando no lo hizo el miedo se apodero de él. Se levantó rápidamente y salió del cuarto. Miro el baño, la cocina, la habitación de huéspedes, nada.

─ ¡Jane! ─Escucho un extraño ruido en la sala de estar. Al llegar se encontró con una Jane desesperada─. Estas aquí ─Suspiro, aliviado.

─ ¿Dónde más estaría? ─Cuestiono ella.

─Y-Yo solo... tuve una pesadilla, pensé que te habías ido.

─No lo haría, aún nos quedan unas pocas horas, debemos aprovechar el tiempo ¿No?

Justin froto sus ojos ─ ¿Qué quieres hacer?

─Por el momento. Quiero mi regalo

Justin rio por lo bajo tallando sus ojos ─Espera ─El chico camino hasta la habitación y abrió un cajón de la mesa. Saco una pequeña caja negra y camino de regreso a la sala de estar.

─Antes, quiero saber una cosa.

─Dime.

─ ¿Hace cuánto tiempo han planeado la boda? ─Le cuestiono, tratando de no sonar dolida.

¿Masoquista? Siempre.

─Hmm, unos cuantos meses ─Vacilo antes de dar una respuesta.

─ ¿Cuántos meses? ─Insistió.

─Cinco meses ─Cinco meses de engaños, pensó la castaña─. Mira tú regalo ─Dijo el, aligerando la tensión. Le entrego la pequeña caja y sonrió de lado. Ella la recibió amablemente.

La caja contenía dos pulseras, ambas con un colgante de la inicial "J"

─Cada colgante tiene un nombre «Jane y Justin», tu tendrás mi nombre y yo tendré el tuyo. Si te estas preguntando por qué te regalo esto, la respuesta es simple; quiero que me recuerdes aun estando en la universidad al igual que yo lo hare... aquí.

Daddy's Princess » j. bDonde viven las historias. Descúbrelo ahora