Hacía un tiempo que al fin se pudieron disipar todas y cada una de las dudas que ambos jóvenes adultos tenían, y todo gracias a la confesión del joven muchacho: Hide. Una confesión que ahora no podía y no quería sacar de su cabeza.
«¡ES PORQUE ERES LA PERSONA MAS IMPORTANTE EN MI VIDA! ... ¡Y SIN IMPORTAR QUE, ESTARÉ POR SIEMPRE A TU LADO!»
Las palabras de esa declaración. Su declaración, oscilaban y rebotaban tan fuerte y resonante como el eco a su vez que se apoderaban por completo de la mente del joven, no lograba pensar en otra cosa que no fuese en aquel día. En la universidad ni siquiera lograba concentrarse en las clases, tan solo asistía a ella con la ferviente y clara esperanza de que tal vez y sólo tal vez se encontrará con su buen amigo. El apetito al igual que el sueño apenas y se le presentaba, en sus actividades diarias, no les brindaba la atención necesaria, muchos compañero y allegados a él le preguntaban con descomunal preocupación, pero sobre todo con la cancerígena curiosidad, una que como el cáncer se iba esparciendo cada vez más y más por todo el cuerpo de sus compañeros, ellos, tan curiosos como niños pequeños que comienzan a conocer el mundo y los objetos que los rodean, le preguntaban una y otra vez ¿que era lo que tenía?, ¿que era lo que estaba pensando? Parecían tan preocupados por él, tan interesados en ayudarle, pero no era así, únicamente querían saber el porque de su cambio, el porque de sus profundas y colgadas bolsas que se le habían formado bajo sus ojos, deseaban saber que era lo que se había apoderado tan egoistamente de su cabeza.
Hide, la pobre víctima de sus palabras, se limitaba a contestarles gentilmente y con un radiante y falsa sonrisa (Después de todo, ellos no tenían la culpa de su estado) que no tenía nada, ya se le pasaría, era el trabajo, armaba, creaba, inventaba y presentaba excusas para que lo dejaran tranquilo, para que dejaran de presionarlo y que dejaran de obligarlo a recordar aún más ese día, pero con más fuerza, con más velocidad, con más esmero, con más dolor punzante, recordarlo a él.
Kaneki, Kaneki, Kaneki, Kaneki,
Kaneki, Kaneki, Kaneki, Kaneki, Kaneki, Kaneki, Kaneki, Kaneki, Kaneki, Kaneki, Kaneki, Kaneki, Kaneki, Kaneki, Kaneki, Kaneki, Kaneki, Kaneki, Kaneki, Kaneki.El nombre de su persona especial, revoloteaba a gran velocidad dentro de su cabeza y con ello, recuerdos, imágenes, anécdotas, abrazos, regalos, sonrisas, promesas, palabras dichas y recibidas se presentaban aún más rápido y mucho más doloroso que su nombre. Los causantes de que mil cosas pasarán por la cabeza del joven y atormentado Hide, se miraban mutuamente con notorio desconcierto en sus ojos al ver el resultado de sus preguntas y sólo pasaban a retirarse dejando atrás de ellos un agonizante Nagachika y en ellos sólo encontraban atañarse aún más en él y en sus problemas, así daba la premisa de un ciclo irrompible en la vida de Hide.
Por las mañanas despertaba de la corta siesta que tenía cada noche (rara ocasión sobrepasa las 3 horas de reposó) y un repugnante pensamiento se apoderaba de él, (o bueno, Hide así se lo tomaba):Kaneki, ¿que estarás haciendo en estos momentos, seguirás durmiendo, pensarás en mí como yo lo hago en ti? Desayunar, a veces era una idea tentadora para el joven recién despabilado, unas veces lo hacia, otras tantas se pasaba el día entero sin probar alimento. Salía tranquilamente de su apartamento, caminando, divagando mientras observaba con atención el paisaje matinal; con frecuencia su mente le jugaba jugarretas pesadas, haciéndolo creer que cerca de la aclamada y reconocida universidad Kami donde cientos de alumnos desean ser aceptados, se encontraba erguido y completamente sumergido en la lectura su leal y a la vez amado: Ken.
Su boca temblaba al ver esa imagen sumamente perfecta y preciada para él, cuanto tiempo esperó para volver a ver a su preciado camarada leyendo; ignorando todo y todos los que pasarán a su lado, tan sólo sumergido en los escritos de su autor favorito. Cuanta belleza irradiaba esa sencilla y cotidiana imagen, pero para Hide no era así de común. Le encantaba contemplarla y perderse viendola como si se tratara de una bella pintura colocada en un pulcra pared de un museo en París, Francia. Unas gruesas, dolorosas y cristalinas lágrimas lograban escapar de sus bellos orbes, danzaban con basta elegancia sobre las mejillas del joven, haciendo que cualquier bailarín fuera carcomido desde dentro por los celos de tan hermosa y elegante danza, para terminar con su exquisita interpretación chocando y siendo absorbidas por la fría superficie. Dejando en el olvido su baile.
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✨SIEMPRE CONTIGO✨ [HideKane]
FanficAmbos, mejores amigos desde la infancia. Ambos, compañeros de clases y de un sin número de aventuras y anécdotas. Uno es bromista, alegre y relajado. El otro, un ávido lector tímido y distante, pero no con su buen camarada. Ambos dependientes el uno...