Capítulo 5

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Cole P.O.V

Cole
¿Dónde estás? Erika está contigo. ¿No?
Thomas.

Suspiré antes de contestarle que nos esperara en la entrada de la casa, seguramente Travis ya estuviera con el auto aparcado.

Claro, mi hermano podía irse con una chica a tener sexo y yo tenía que encargarme de Erika, y no me molestaba.

Agaché la cabeza para verla totalmente dormida con su rostro sereno, su mejilla izquierda presionada en mi pecho formaba un gracioso y tierno gesto en su rostro. Pasé mis manos por su cabello negro, era tan suave. Todo de ella parecía ser perfecto.

Sus ojos se abrieron automáticamente y una sonrisa orgullosa. Ella ya había estado despierta y a pesar de que todo mi cuerpo comenzó a calentarse y un sonrojo quiso colarse en mis mejillas, solo le devolví la sonrisa pero con algo de tímidez.

-¿Disfrutando? -alzó una ceja.

-Y admirando. -besé su frente.

Al apartarme vi como sus mejillas se pintaban de un rojo intenso. Nunca había tenido oportunidades de provocar eso, o al menos nunca me di cuenta pero definitivamente era lo más tierno que podría ver. Resopló mientras rodaba sus ojos al darse cuenta que había notado su sonrojo. Sabía muy bien que Erika no le gustaba mucho que se dieran cuenta lo sentimental, tierna y dulce que podía llegar a ser, sólo a pocas personas de lo mostraba y eran a sus padres, abuelos, tíos y ahora, yo.

-¿Ya estás lista para irnos?

Hizo un puchero y escondió su rostro en mi pecho, como toda una niña.

-Un ratito. -se quejó.

Negué con la cabeza mientras me reía, allí estaba esa niña dulce que tanto me gustaba ver, y que sólo yo podía ver.

-Thomas me mandó un mensaje.

-Bien. -gruñó.

Se sentó bien y se estiró para recobrar el sentido de su cuerpo luego de las cuatro horas de dormir algo incómoda. No es que me quejara pero tenerla en mi regazo solía traer consecuencias como que ahora mis piernas estuvieran algo entumecidas, pero valía la pena si había tenido a Erika en mis brazos.

Se trató de alisar el cabello con la mano y volteó a verme con una sonrisa que no había visto nunca. Incliné mi cabeza a un lado algo confundido pero maravillado de lo que causaba esa sonrisita.

-¿Qué?

Negó con la cabeza y se inclinó para dejar un casto beso en la esquina de mi boca. No me lo había esperado y por esa razón fue que sólo parpadeé para recobrar el sentido cuando ella se alejó un poco.

-¿Qué ...? ¡Oh, Dios!

Fruncí el ceño cuando dijo eso y dirigí mi mirada a ese bulto que escondía mi pantalón que no pasó desapercibido para ella, al parecer no toda la parte de abajo estaba entumecida. Erika estaba con los ojos abiertos y su color rojo había vuelto con más fuerza.

-Lo siento. Es normal en los hombres. -me disculpé.

Ella asintió como si comprendiera, no dudaba que en su instituto no le hablaran sobre eso pero una cosa era saber y la otra era tener que averiguarlo de esta manera.

-¿Nos vamos?

Asentí y me paré, me tomé unos segundo en hacer masajes a mis piernas.

Salimos y nos encontramos con Thomas en la entrada y a unos pasos estaba Travis, quien se acercó velozmente.

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