Capítulo 8

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Cole P.O.V

Suspiré cuando entramos a nuestro departamento en la escala. Sabía que aún le debía una buena charla a Thomas una vez que nos sentáramos a cenar.

El hecho de que Thomas pueda parecer despreocupado por cualquier cosa y que sólo muestre su faceta de chico hormonal, no significa que lo sea. Cuando estábamos a solas y en situaciones serias, Thomas demostraba ser alguien maduro y con poder de darte sermones por una hora.

Y tal y como lo sospeché, Thomas no me quitaba la mirada una vez sentados frente a frente.

-Suéltalo de una vez.

Era mejor adelantar esto.

-¿Cómo es eso de que coqueteas con Erika?

-Yo...

-Erika, Cole. Erika Grey. ¿Te suena? Por si eres lo suficiente sensato y dejas de pensar con la cabeza caliente, lo recordarás.

-Thomas...

-Pero te voy a iluminar. Erika Grey es la hija de Theodore Grey. ¿Y adivina qué? ¡Theodore Grey es nuestro jodido hermano!

-Hermano político. -susurré harto del hecho que mi hermano menor no me dejara hablar.

-Hermano a fin de cuenta, Cole.

Agaché la cabeza resignado. Tenía que dejar que Thomas terminara esto. Nunca me había regañado, lo único malo que hacía en mi vida para que él lo hiciera era ensuciar mi ropa con barro cuando éramos niños.

-Cole, todos enloquecerán si se enteran.

-No se tienen porqué enterar. -me encogí sabiendo que era lo que seguía.

-¿¡No se tienen que enterar!? ¿Qué te pasa, Cole? ¡En serio serías capaz de hacerle eso a la familia que nos acogió cuando más lo necesitamos!

Quería llorar de impotencia. Sabía que si mamá y papá no hubieran muerto, esto podía dejar de sonar raro. Claro que sé que los hombres Grey me amenazarían de muerte por pretender a su princesita pero a más no.

Thomas ablandó su rostro cuando me vio. A pesar de ser el mayor de los dos, Thomas siempre me consoló y me animó cuando lo necesitaba.

-Lo siento. -dije sin voz.

Thomas negó la cabeza y se acercó para abrazarme. Odiaba ser el chico sensible.

-Tranquilo. ¿Qué ha pasado hasta ahora? Y por favor no me digas que ya tuvieron sexo, porque no podré verlos a la cara por mucho tiempo y aún no quiero a mi hermano en prisión.

Reí cuando se estremeció falsamente.

-Ni siquiera la he besado, Thomas.

-Lento como una tortuga.

Fruncí el ceño.

-Bueno, no se le puede llamar beso. Hemos...

Paré cuando Thomas negó con la cabeza.

-Sin detalles.

Rodé los ojos.

-Ah pero yo sí tengo que recibirlo cuando me cuentas de tus aventuras.

-Es diferente. Nunca las verás a la cara y no has crecido con ellas. -se defendió.

-Hablando de eso, ¿Qué sucede con la amiga de Erika? He visto el espectáculo que armó por ti.

Reí cuando mi hermano menor se sonrojó. Estos momentos tenía que aprovecharlo al máximo.

-No te desvíes, estamos hablando de ti.

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