Capitulo 5.

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-Primero que nada, debemos comprar bombas- comenté ya estando fuera de la torre del reloj, mi compañero me miró levantando una ceja, se estaba acostumbrando de nuevo a que le dijera las cosas de esa manera, como en los viejos tiempos.

Tajante y decidida, le tomé de la mano bruscamente, para irnos corriendo a los locales donde vendían pociones, armas e ítems.

Una vez en la tienda de bombas, compré un par de bolsas para llevar el ítem antes mencionado, para luego irnos para el norte de la ciudad, donde se hallaba el camino hacia el pico nevado.

La geografía aquí daba risa y a la vez tristeza, ya que, en primera instancia, Términa siempre había tenido un clima primaveral en éstas épocas del año según rumores que antes había leído estando en mi mundo, más sin embargo, la montaña del pico nevado había recibido una maldición por parte de un Skull Kid controlado por Majora, es por esto que la primera vez que lo jugué, no lograba entender muchas cosas, pero lo que sí, era que me encantaba la primavera de aquella montaña...

Estando ya frente a la entrada congelada, ambos arriba de Epona, saqué el arco que Romani me había regalado, y usé algunas flechas que llevaba mi compañero para poder derribar un gran bloque de hielo que colgaba como una estalactita, para que así, el paso se nos abriera.

-¡Adelante!- gritó mi compañero a la yegua y ésta en respuesta comenzó a trotar más rápido, mientras que yo le tomé por la cintura y apreté mi agarre, enterrando mi cara en su espalda.

El frío comenzó a ser más y más fuerte, tanto que cuando entramos... comencé a temblar.

-¿Estarás bien? Se supone que con esa túnica no tendrías frío- comentó burlón Link

-Calla, que se supone que con ésta túnica no moriré quemada- refiriéndome a la túnica roja que llevaba puesta.

-Vale- suspiró para luego seguir manejando a la yegua.

Llegó un momento en el cual, a caballo ya no podríamos pasar, por lo que tuvimos que dejar a la yegua en el lugar helado...

-¿Tú crees que esté bien?- pregunté a mi compañero quien miraba al frente.

-Sí, es Epona, ella sabe cuidarse muy bien sin mi ayuda...

-Bueno...

-¡Miren!- gritó Tatl revoloteando frente a ambos- ¡Un letrero! ¡De seguro sabremos en qué lugar estamos si vamos a verlo!

-Okey... - comenté caminando hombro a hombro con mi compañero.

El letrero decía lo siguiente: "Camino al pueblo de la montaña... ¡Cuidado con las ventiscas y la nieve!"

Miré al letrero con mi cara de ¿Es en serio? ¡No me digas!

Acostúmbrate- susurró la voz en mi interior.

-Entonces andando – comentó mi compañero, para luego siguiera caminando.

El lugar al que llegamos me llenó de escalofríos, la nieve no paraba de caer y el pequeño estanque parecía pista profesional de hielo.
El hada revoloteó alrededor de nosotros y mi compañero estornudó.

-¿No que no tenías frío?- comenté entre susurros.

-A callar, que es molesto- contestó frotando sus brazos en señal de si Mel tienes toda la razón.

Rodeé los ojos y empleé la magia de Din, haciendo que el fuego me cubriera por completo, el espectáculo de luces llamó la atención de Link, quien se acercó y elevó sus manos hacia mi dirección, asemejando una fogata.

ATLOZ FANFIC. La viajera de otro mundo II. La máscara de Majora.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora