Capitulo 7.

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-Siento que esto me está cambiando- hablé por lo bajo, más para mí que mi que para mi compañero, soy Zelda... no... yo soy Mel...

Una vez que estuvimos de vuelta en la bahía, sólo me limité a observar a mi compañero, su rostro reflejaba melancolía y tristeza, un mar de emociones que jamás antes había podido ver en su linda mirada.

-¿Estás bien?- pregunté tomándole por el hombro

-Sí- susurró en respuesta, buscando la máscara de transformación Zora, mi rostro voló a mi alforja y decidí ponerme el pedazo de tela que me ayudaba a respirar bajo el agua, trozo cual, conseguí cuando me otorgaron el traje Zora del Rey.

Mi boca y nariz fueron cubiertas con tal tela negra, y mi compañero se transformó a los pocos segundos.

Tomó delicadamente mi mano y me arrastró al agua, su estatura había cambiado, era más alto que yo y su torso desnudo revelaba una perfecta forma.

Miré al agua que ya me llegaba por la cintura, agradecida de que la tela cubriera mi rostro sonrojado.

Ambos nos sumergimos en el agua, mi cabello se soltó por unos segundos, y mi compañero abrió los ojos de más, como si fuera una sorpresa, como si regresara en el tiempo, como si todo entre nosotros no hubiese cambiado en nada.

Apreté su agarre para que comenzara a arrastrarme debajo del agua, guiándome por las corrientes.

Pronto divisamos debajo de nosotros algunas pirañas, cuales nadaron hacia nuestra dirección, pronto fui testigo del hermoso poder del escudo azul, pues éste nos rodeó a ambos, haciendo que las pirañas muriesen al contacto con éste.

Fueron tan solo unos segundos de ver aquel azul casi neón alrededor de nosotros, que me sentí especial de poder tocarlo y que no me hiciese nada.

-Sujétate- oí en mi mente

Abrí los ojos cual platos para luego sentir que apresurábamos el paso hacia lo que parecía ser un muro, cerré los ojos y respiré hondo, sólo para que mi compañero llevara sus brazos alrededor de mi cintura y que nos llevara hacia la entrada de la fortaleza.

La vista era panorámica, bajé aquella tela hasta mi cuello, dejándome respirar el aire limpio y puro del lugar, algunas guardias se encontraban en botes, otras vigilando las entradas...

-Ven- ordenó mi compañero cuando pudo observarlo todo- Debemos entrar.

-Los huevos zora...- susurré- Vale, voy.

Me llevó a el agua una vez más y me guió debajo de los botes, algunas burbujas se divisaban debajo del líquido transparente, provenientes de aquellos botes.

Una vez que llegamos a la orilla, usé el mango de mi espada y un salto, para darle en la nuca a una de tantas guardias que se encontraban allí, en consecuencia, cayó inconsciente al suelo, una pequeña nube de tierra llenó el lugar y nos escabullimos a la fortaleza Gerudo.

-Lindo lugar- habló Tatl tras mi compañero, quien asintió en su dirección, para luego quitarse la máscara Zora.

Yo me encontraba adelante, sólo unos pequeños pasos, admirando todo alrededor, allí se encontraba una gran torre de vigilancia, construida de madera y metal, el suelo de igual manera, había linternas en los techos, vaya que parecía que le daban un uso militar a la tecnología.

Volteé a observar a mi compañero que permanecía estático tras de mí y le regalé una sonrisa, con la esperanza de que aquello aliviara su tensa mirada, respiré hondo y procedí a darle instrucciones.

ATLOZ FANFIC. La viajera de otro mundo II. La máscara de Majora.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora