Capítulo 8

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Salí de la escuela como alma que lleva el diablo. Cuando pasé por los pasillos, los estudiantes cuchichaban, se callaban cuando pasaba o no dejaban de verme. Que inmaduros. Estaba claro que estas personas no encajaban para mi.

- ¿A donde crees que vas? - preguntó Luke tras de mi.

Ambos él y Keren intentaban llevarme el paso.

- Creo que me voy, creo que he tenido suficiente por hoy - comencé a sacar el celular que Lydia me dió antes de salir de casa, cuando Keren lo tomó. - Keren... - murmuré en tono retante.

- ¿Qué, Hazel? No les deberías dar el derecho a estas personas en ponerte así. -

Tenía razón, sé que tenía razón pero no estaba bien para seguir soportando burlas. La voz de lo que había pasado en el vestidor corrió muy rápido. Que había visto a la chica que se había suicidado el año pasado. Todos creían que era un chiste. Además de eso, algunas personas me vieron en sostén, una de ellas fue Luke, que me sacó de los baños a la enfermería.

- Keren, he soportado muchas cosas hoy - dije en tono rendido.

- ¿Por qué... - Luke comenzó a articular una pregunta que creo no estaba seguro de hacer. - No sé si deba preguntar pero, ¿qué pasó realmente?

Miré entre Keren y él. No estaba segura de que quisiera decirlo, no ahora por lo menos. Tal vez nos conociamos, pero no era tan fuerte como para soportar el hecho de... lo que puedo hacer.

Keren golpeó el brazo de Luke y rodó los ojos. Luke gruñó y murmuró un lo siento.

- No importa, ya lo hecho, hecho está. Gracias por preocuparse chicos, pero de verdad me quiero ir - extendí mi mano hacia Keren, para que me entregara mi celular.

Suspirando, ella entregó mi celular - Vale, lo siento tambien por no comprender. Cuando llegue a casa iré a ver como estás, ¿bien? - asentí agradecida.

- Les - Luke carraspeó. - Les diré a los maestros que te fuiste, probablemente ya sepan lo que sucedió.

- Gracias, chicos. - ambos dieron una tímida sonrisa antes de subir las escaleras hacia la escuela.

- Vienes mañana, ¿no? - Luke preguntó en un grito en el que pudiera entenderlo bien.

- Espero - grité de vuelta.

Con una sonrisa se fue, y yo me quedé sola afuera. Tomé mi celular y marqué el número de Lydia. Contestó en menos de un parpadeo y dijo que me buscaría en seguida. Cuando colgué el celular me sentí sola. Tenía frío, lo cual no tiene sentido cuando el verano acabó hace poco. Lydia no parecía llegar rápido, mas cuando ví la hora solo habían pasado seis minutos. La escuela me daba escalofríos, así que una vez dentro del auto me relajé.

- ¿Qué sucedió? - preguntó Lydia en tono preocupado.

- Te contaré en casa - sonreí levemente, para que se tranquilizara.

Mis intentos de hacer eso fallaron. Mi madre de acogida estuvo echandome el ojo todo el camino hasta que llegamos a la casa. Ya adentro, tiré mi mochila en la entra y fui hasta el sofá. Me acosté en éste y cerré los ojos.

Lydia alzó mis piernas y las puso sobre las suyas. Relajada, y más calmada, preguntó por fin lo que le rondaba por su cabeza.

- ¿Me dirás que sucedió hoy? - mientras hablaba, me fue quitando los zapatos.

- Estoy bien - murmuré, algo avergonzada por lo que había pasado.

- Hazel, cariño - abrí mis ojos lentamente topandome con una dulce mirada de parte de Lydia. - ¿Qué sucedió hoy?

- Me desmayé, no fue nada - mentí, la mentira me salió tan fluida que yo misma me asusté.

- ¿Cómo? ¿Por qué? - agrandó los ojos preocupada.

- Supongo que fue la comida - me encogí de hombros. - Creo que iré a mi cuarto.

- ¿Segura que no quieres ir al hospital? - tomé mis zapatos y mi mochila, negando con la cabeza.

- Estoy bien, no fue nada. - sonreí y besé su mejilla. - Voy a descansar - subí las escaleras de dos en dos, llegando rápidamente a mi habitación.

- Pues alguien tuvo un día malo. Cuentame todo. - la mujer quemada estaba en mi cama.

No pude más. Hoy no era un día en el que podían jugar conmigo. Ya estoy harta. Ya tuve suficiente por hoy. Bastante humillación. Hay que tenerle miedo a los vivos, no a los muertos.

- Largate de mi habitación - gruñí.

- Ésta es mi habitación - hizo puchero.

- ¡Fuera! ¡Fuera! ¡Fuera! - le grité hasta que estuve en su rostro.

Sus ojos se tornaron negros y se paró. Era más alta que yo, mas no me intimidaba, no hoy por lo menos.

- Niña malcriada - su voz cambió, a una forma más ronca, más monstruosa.

- Retuercete en tu tumba -

Una bombilla explotó y la mujer quemada se evaporó. Suspiré molesta y me lancé a mi cama. Estos demonios deberían buscarse su asistente personal. Tomé mis audifonos, puse mi música y me quedé así hasta que Josh llegó a cenar.

Help, I See Dead PeopleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora