El Espejo

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Dicen que el miedo nos aleja de ciertos peligros, funciona como mecanismo de defensa para mantenernos vivos. En mi caso era mucho peor, nunca había sido muy valiente que digamos. Desde pequeña le temía a la oscuridad, las alturas, a los payasos, juegos mecánicos, fuegos artificiales y una gran cantidad de insectos y animales. Muchos de mis miedos habían desaparecido pero otros no tanto, por eso mi grito al ver ese pequeño ratón retumbó en toda la casa. Al parecer también espante al pequeño animal que regresó corriendo a su escondite.
Volví a tomar la linterna del suelo y seguí caminando aun con temor de encontrar la familia de aquel ratón. El sótano era un lugar bastante antiguo y tal parece que necesitaba una buena limpieza.
Entonces lo vi. Un espejo rectangular con un marco color oro, casi 20 cm mas alto que mi estatura se encontraba colocado en una pared frente a mi. Caminé hacia él. Parecía muy moderno a pesar de estar en esta casa tan antigua. Con cuidado lo examiné lentamente. No tenia ni un poco de polvo, el cristal estaba perfectamente limpio y reluciente, como nuevo. Intente moverlo un poco pero pesaba una tonelada, o al menos eso me pareció. Observe la telarañas alrededor pero extrañamente no tocaban el espejo, como si tuviera algún campo invisible que repeliera todo el polvo y los insectos.
Lo observe con mucho detenimiento, parte por parte del marco y encontré un pequeño bulto en el lado izquierdo, era una parte más levantada del marco. Con mucho cuidado lo rose con el dedo, estaba un poco levantado. Sin pensarlo mucho lo presione. Para mi sorpresa este se sumió como una especie de botón. Retrocedí instintivamente y, poco a poco. todo el marco del espejo se iluminó con una luz azul brillante, fue rodeándolo de arriba hacia abajo y al llegar al suelo formo una especie de camino de luz. Entonces note que en un tapete con la figura de dos huellas de zapato, puse mis pies para que encajaran con las figuras. Una pequeña pantalla apareció a un lado. Pequeñas letras aparecieron.
Ingrese contraseña de inicio. Favor de decirlo fuerte y claro
No tenia ni la menor idea de que se trataba esto, pero debía descubrirlo. Tenia que pensar en una ingeniosa contraseña que solo yo supiera. Podría ser sobre algún libro. Solo yo podía ser tan obsesionada con los libros y nadie ponía tanta atención a ellos. De hecho en estos tiempos casi nadie leía nada. Pero ¿Qué seria bueno utilizar como contraseña?
Entonces una gran idea llegó a mi mente. Nadie lo sabría o solo muy pocas personas.
-Pandemonium
Lo dije lo mas claro y fuerte posible. Apareció un registrando en la pequeña pantalla negra, después me pidió dijera una pregunta de pista. Eso era fácil. Volví a hablarle al extraño aparato. Al final decía Bienvenida.
Genial. Y ¿ahora que? Me acerque al espejo y lo toque con el dedo. Extrañamente este se movió como si hubiera tocado agua. Se crearon ondas y después regreso a su estado inicial. Iba a intentarlo de nuevo pero oí la puerta de la casa que se abría. Tome la lámpara y corrí a las escaleras, di un pequeño vistazo y las luces del espejo se habían apagado.
Alcance a llegar a la sala justo en el momento que mi mamá entró.
-Mamá ¿Qué tal tu día? - esperaba y no notara mi agitación
-Muy cansado cariño pero por suerte ya termino-se dejo caer en el sillón más cercano.
-Si quieres yo preparo la cena-me levante un poco nerviosa
-No dejalo, encargue pizza de camino a casa
-Oh, ¡genial! - regrese al sentarme.
-Y ¿Cómo fue tu día cariño?
Dude un poco sobre contarle lo del sótano pero decidí que debía ser un secreto hasta que estuviera segura de que era lo que había encontrado. No creo que se oyera muy bien el que le dijera : "fíjate mamá que fui al sótano de la casa y encontré un espejo que al presionar un botón se ilumino completamente y me pidió una contraseña". No se oía lógico ni en mis pensamientos.
-Aburrido
En ese momento para mi salvación se oyó el timbre de la casa, fui a recoger la pizza. Como ambas estábamos hambrientas, nos dedicamos a comer solamente.

************

No soportaba la curiosidad, anoche ni siquiera pude dormir. Quería bajar y regresar a explorar todo acerca de ese extraño espejo, pero no era posible mientras mi madre estuviera en casa. Intente actuar lo mas normal posible. En cuanto salió por la puerta subí rápidamente a mi cuarto a buscar la linterna de nuevo. Pero justo cuando bajaba las escaleras se oyó el timbre de la casa. Con enfado deje la lámpara en un sillón y me apresure a ir a la puerta.
-¿Lizzie? ¿Qué haces aquí? - dije nerviosamente. Mi amiga era una chica alta (o al menos más que yo) de cabello castaño y ojos verdes y estaba parada frente a mi usando sus clásicos shorts de mezclilla y una playera larga. Normalmente me alegraría de verla y sería mi escape del aburrimiento, pero hoy no era uno de esos días.
-Pues visitarte tonta, siempre estas sola y creí que hoy no seria la excepción ¿o tienes planes? - entró como si nada. Ya estaba acostumbrada a pasar las tardes conmigo, estaba básicamente en su casa.

Conocí a Lizzie desde los seis años en primero de primaria, no podría decir que nos hicimos amigas al instante, de hecho ella me hacía bullying al principio. Pero con el tiempo nos dimos cuenta que teníamos demasiadas cosas en común. Nos hicimos inseparables desde entonces, su mamá también trabajaba mucho y su padre no vivía con ellas. Entonces Lizzie iba y venia a mi casa a su antojo, y nuestras mamás estaban más tranquilas si estábamos juntas que solas en nuestras respectivas casas.
-No, no para nada-cerré la puerta y la seguí a mi habitación.
-Menos mal porque tengo planeado un día espectacular.
Sabía que no iba a poder librarme de ella. Lizzie era una de mis 4 mejores amigas, es una chica muy inteligente y creativa y tenia unos planes muy alocados a veces. Además de que a veces podía llegar a ser muy terca si no se hacía lo que decía. Aun así nos llevamos de maravilla y no podría vivir sin ella. No sabía si contarles a mis amigas sobre el espejo secreto era lo mejor, pero por alguna extraña razón creía que nadie debía de saberlo. Se sentó en mi cama y acomodo su cabello, sus ojos verdes me miraron expectantes.
-¿Qué tienes planeado? - sonrió ante mi pregunta.
-Pues primero deberemos esperar a Tiffany, después prepararemos unas ricas malteadas que acabo de encontrar, también algunos bocadillos y nos sentaremos toda la tarde viendo las películas que ella traerá, y nos peinaremos, maquillaremos...-y siguió hablando y hablando.
Su plan no se oía mal pero yo estaba impaciente por bajar al sótano pero por lo visto debería esperar a mañana. Suspiré y me resigné a ese nuevo plan. Sonreí para disimular mi frustración de otro plan arruinado. Otra vez sonó el timbre y bajé a abrir. Era Tiffany por supuesto.

Tiffany es mi mejor amiga desde siempre, cuando Lizzie y yo aun nos caíamos mal, ella era mi única amiga. Era alta y de cabello negro y rizado, sus eran muy oscuros y su piel morena tenia un tono almendrado de envidia. Tenia unas pocas pecas en el rostro que solo la hacían lucir más inocente y guapa. La vi entrar con una bolsa llena de comida y maquillaje, con lo que terminaba de romper por completo mi plan de hoy. No tuve otra opción más que resignarme.

Regresamos a mi habitación juntas y comenzamos con el plan de Lizzie. Y así se nos fue toda la tarde, entre comida, bebidas, películas, etc. Fue una perfecta tarde de chicas.

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