Nota diez.

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Chico de las posdatas: ¿Dónde estás?

No has respondido en dos días, y normalmente me respondes en cuestión de minutos. No sé si estás bien, espero que lo estés.

Si no apareces te juro que te acosaré con miles de cartas hasta que me contestes.

Sé que soy una intensa sin remedio, pero te quería platicar de cómo fue el viernes.

Nunca me dijiste cual era segunda base, así que espero que no sea una cogida de manos porque eso fue a lo máximo que llegamos. ¿Y sabes? Fue totalmente hermoso.

Él llegó hasta mi casa (al parecer el si vive cerca, mucho, porque llegó en cinco minutos) cuando aún no estaba lista. Me puse mis habituales camisas de cuadros y él sonrió.

-¿Son de esas camisas que le da forma a tu figura?- preguntó el, burlón.

Tardé unos segundos en caer en cuenta, que una vez tu y yo hablamos sobre eso, por eso me hizo gracia y empecé a soltar risotadas. Qué vergüenza.

Paseamos toda la tarde por el parque, charlando, y conociéndonos a fondo (cada cinco segundos me reía de sus bromas) y me hizo enamorarme aún más de él. Al anochecer me invitó un café (¡Como amo el café!) y fue ese mágico momento en que me tomó de la mano por debajo de la mesa.

Yo sonreí tímidamente y el apartó la mirada con las mejillas ardiendo. Estuvimos cinco, diez, quince minutos allí sentados con las manos juntas. Mirando al cielo, contando las estrellas y buscando figuras en ellas.

Luego me llevó a mi casa y me susurró que fue una tarde inolvidable. Yo le sonreí como pude, y cerré la puerta antes de decirle que para mí también lo fue.

Dan, tienes que aparecer. Nada de esto es igual si no lo comparto contigo, tú que me ayudaste a que esto fuera posible.

Pdt: Espero una carta ya mismo tuya.

Pdt2: Me siento triste sin saber de ti.

Pdt3: Y sin tus bromas. (En realidad extraño más tus chistes que a ti)



La chica de camisas a cuadros; 02Donde viven las historias. Descúbrelo ahora