Capítulo 4

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-No.-Respondí cruzada de brazos.

-¿Por qué no? Tengo veinte años, ya sé lo que hago por lo tanto ya soy lo bastante mayor para elegir con quien quiero estar y con quien no.-Espetó Joy furiosamente.

Ya hace media hora que ese tal David se fue de casa, le pedí a Joy que bajase abajo y efectivamente, como pensaba, entre esos dos empezaba a haber algo. Llevamos ya veinte minutos discutiendo sobre si ella puede , o no, estar con él.

-Te lo vuelvo a repetir y te lo devolveré a repetir las veces que haga falta. Es más mayor que tú. Es más ¡No sabes la edad qué tiene! Si hasta él te dijo "no te digo mi edad porque te asustarás"-repliqué a Joy, me estaba enfadando, ese chico me empezaba a cansar, y mira que ni he establecido una conversación con él.

-Pero da igual la edad de uno, mientras ambos se amen y estén enamorados.-Añadió Joy gesticulando desesperadamente.

Chapó.

La edad no importa, eso decía Dean... "Summer, mientras ambos nos amemos da igual nuestra edad, lo que importa es el corazón." Eso me dijo Dean aquella vez que, aquella vez hicimos un picnic los dos juntos en las orillas del río.

***El día del picnic***

-¡Vamos Summer! ¿Te queda mucho?-Peguntó Dean desde el otro extremo del jardín, mientras abría el maletero del coche.

-¡Ya voy!-Dije mientras salía corriendo con la cesta de picnic en mis brazos.

Dean agarró la cesta de picnic y la metió suavemente en el maletero, luego abrió la puerta del copiloto y se esperó a que yo subiese para luego cerrarla suavemente y dedicarme una de sus sonrisas.

-Cuidado no te pille el vestido con la puerta.-Me advirtió Dean antes de cerrar la puerta del coche.

Asentí y me recogí un poco el vestido dejando ver mis piernas.

Dean entró en el coche, cerró la puerta, me dio un corto beso en los labios y arrancó el coche para ir aquel famoso río, el río que Dean siempre visitaba cuando era un niño.

Una vez llegamos, Dean bajó del coche y me ayudó a bajar a mi ofreciéndome su mano, la cual agarré con una tímida sonrisa, me sentía una princesa por unos instantes. Después de que ambos bajásemos del coche, extendimos un mantel en el césped húmedo del campo y encima del mantel, coloqué la cesta de mimbre, donde de esta saqué unos platos de plástico con varias porciones de tarta, ésta hecha por mi esa misma mañana.

Ambos empezamos a comer y a hablar animadamente. Estaba siendo el día perfecto, hacía años que no disfrutaba así, como una niña pequeña... Hasta que salió el tema "tabú".

-Oye Dean.

-Hmm.-Dijo con la boca llena de tarta.

-¿Qué somos?-Pregunté algo asustada debido a la reacción que podría tener.

-Novios.-Dijo él con una sonrisa triunfadora.

Sonreí dulcemente.

-Pero ¿no hay mucha diferencia de edad entre nosotros? Quiero decir, yo estoy bien contigo, pero no sé tengo la sensación de que esto está mal.

-Summer.-Me llamó Dean seriamente. Le miré a la cara, su expresión había cambiado repentinamente. Se acercó hasta mi y me abrazó.- Summer, mientras ambos nos amemos, da igual nuestra edad, lo que importa está aquí-dijo señalando mi pecho- lo que importa es el corazón.-Añadió con una sonrisa tierna a la vez que me daba un beso en la frente.

***

- A mi en este caso no me da igual la edad, Joy, si ni si quiera te dijo la edad ¡puede tener diez, veinte o más años que tú!-Exclamé mientras me sentaba en el sofá, me estaba empezando  poner más nerviosa.

-No puedes mandarme, ¡Tú no eres mi madre! ¡Yo nunca he tenido, ni tendré una madre!-Gritó Joy enfurecida mientras subía hasta su habitación, suspiré mientras me masajeaba la sien, maldita sea, he metido la pata hasta el fondo.

Cerré los ojos y decidí tumbarme y dormir un poco, luego ya vería que podría hacer con Joy.






Como el sol y la lunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora