Epilogo

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Las pisadas resonaban por el lugar, las paredes blancas se extrañaba de no ser los únicos en presencias los gritos de ayuda, de desamor de dolor, la exigencia de ese chico rizado día a día, por un chico que al parecer vivía en su cabeza, y que jamás había dejado de estar en ella, ni en los segundos en los que dormía, ni en los segundos en que trataba de sonar, solo sonaba con él. Él, y solo él.

A veces parecía que la luna se ponía celosa porque un chico con cabellos rizados tan hermosos y profundos ojos verdes, estaba perdidamente enamorado, loco, como un desquiciado, por ese hermoso y suave nombre.


Louis



¿Qué tan real era? ¿Eran aquellos ojos azules y profundos reales? ¿Había sido alguien dueño de tanta maldad y tanta belleza enfrascada en un delicado cuerpo de ángel? ¿O hasta donde había llegado entonces la imaginación del rizado? ¿Tan sin límites se podía llegar a ser? ¿Tan feliz y tan condenadamente triste podía llegar a ser en un par de segundos?

Se fue acercando con sigilosidad, y los ojos del rizado parecían querer salirse de sus ojos, aquella figura entre la penumbra y la luz de su pequeña ventana que se había vuelto su amiga, cómplice de su amistad con la luna, y como toda las noches le recitaba aquellos poemas que imaginariamente escribía en su cabeza para su chico, para aquel dueño de ojos zafiro que se arrodillaba ahora ante él, haciéndolo estremecerse, y llorar.

-Has vuelto por fin... -Susurra a la oscuridad. Su delicada y pequeña mano le acaricia el rostro, erizándole la piel, haciéndole cosquillear el estomago.


¿Pero cómo podía alguien volver de un lugar, en el que no estuvo jamás?



La camisa de fuerza le impedían los movimientos, desde hace cuanto que lo había traído aquí, alejado de su amor, quien causo todo... Que ya no lo recordaba.

-Viniste... A traer mi cordura esta vez, no es cierto?

La figura entre el brillo y la oscuridad, hermosa y pintada por la imaginación misma negó, beso la frente de su amante fantasma, y se deslizo por sus labios, con caricias como el viento, tan suaves y casi pasadas desapercibidas. Pero él lo anhelaba tanto que le era imposible no sentirlas, tanto para estimularlas con su propia mente.

Se deslizo hacia atrás, succionado de nuevo por la oscuridad, pidiéndole a gritos que volviera, exigiéndole que trajera su corazón, su mente, y su cuerpo en el orden que los toco, pero al parecer, siempre hacia de las suyas, una y otra vez.

La enfermera entro al escuchar sus gritos, con una jeringa preparada como es du costumbre, siendo hostigada y preguntada por el chico que acaba de venir, rogándole que lo trajera de vuelta.

Pero quién era ese chico tan hermoso del que siempre le relataba, quería saber si en verdad existía, pero las visitas habían estado abiertas desde que Harry Styles entro al centro cuando era un chiquillo, y nadie había ido a verlo.


Like Black widow (Larry Stylinson)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora