Capítulo 3. Sombras del pasado.

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Fue inevitable. Caminl apareció en la entrada del colegio como una sombra amenazante que se cernía sobre mí. Traté de ignorarla, pero su hostilidad y maldad lograron lo que buscaba: molestarme.

Oh... lo siento tanto. - dijo ella con un tono burlón.

¿En serio? - murmuré, intentando no mostrar mi enojo.

¿Qué te pasa, fenómeno? - provocó.

¿Disculpa? Y tú me llamas fenómeno, no me hagas reír. - respondí tratando de mantener la calma.

La situación se volvió tensa rápidamente. Caminl me agarró de la camisa y no soltaba, sus palabras eran veneno que me llegaba al corazón.

¿En serio crees que alguien te quiere? Eres un verdadero fenómeno, nadie se molesta en mirarte dos veces. Luz solo está contigo porque te tiene lastima, nadie más te soportaría. - dijo con una maliciosa sonrisa que mostraba su satisfacción al herirme.

Mi ira se desbordaba porque las palabras hirientes y maliciosas de Caminl habían tocado una fibra sensible dentro de mí. Su constante hostilidad y desprecio me recordaban la soledad y el rechazo que había enfrentado desde que era una niña debido a mis deformaciones. En ese momento, no me quedó más opción que defenderme, y un manotazo fue mi única salida. La ira que sentía me impulsó a reaccionar.

¡Zorra de mierda! - exclamó con voz llena de furia y desprecio, mientras me empujaba con fuerza, haciéndome caer al suelo con brusquedad.

Podía ver el odio en sus ojos mientras me miraba desde arriba, disfrutando de mi vulnerabilidad. Estaba dispuesta a humillarme y dejarme en el suelo, como si yo fuera una insignificante sombra a la que podía pisotear sin compasión. Su actitud despiadada y su risa burlona me hacían sentir como si estuviera siendo arrastrada a un abismo de vergüenza y dolor.

Las personas se agolparon a nuestro alrededor, presenciando el espectáculo que Caminl estaba dispuesta a hacer. Sacó unas tijeras de su bolso, y la gente expectante esperaba el desenlace. Se colocó sobre mí, dispuesta a humillarme públicamente.

¿Crees que eres algo especial, Violet? - continuó, su tono lleno de desprecio. - Eres solo una basura, un estorbo para todos nosotros. No mereces ni siquiera estar aquí y ahora verán el fenómeno que eres. - susurró con maldad.

De la esquina de su bolso saco unas tijeras y con ellas cortó mi blusa, exponiendo las deformaciones que tengo en los hombros ante todos. La risa y las burlas llenaron el lugar. ¿Por qué le había contado mi secreto? ¿Por qué había creído que ella entendería? Sentí un nudo en mi garganta y un dolor punzante en el corazón. Había confiado en ella, en su amistad, pero todo había sido una ilusión. Me había engañado a mí misma al pensar que podría compartir mi vulnerabilidad con alguien que solo buscaba herirme.

Flashback.

Oye, Caminl, pronto cumpliremos diez años. ¿No te parece emocionante? - le dije con ilusión.

Sí, supongo. - respondió ella con indiferencia.

Pero necesitaba contarle algo antes de que se fuera con sus nuevos padres.

Hay algo que debo decirte antes de que te vayas... - le confesé.

Entramos a nuestro cuarto, y con temor, le mostré lo que tanto odiaba y sobre salía de mi cuerpo, un par de huesos sobresalientes en los hombros. Ella los miró en silencio, sin pronunciar palabra. Tomó sus cosas y se marchó sin decir adiós. 

Fin del Flashback.

La vergüenza y la rabia me inundaron. Me levanté con lo que quedaba de mi ropa y me alejé de ese lugar. Todos me observaban, pero nadie me ofreció ayuda. Caminl había logrado su cometido.

Me dirigí al orfanato sin hacer ruido. Quería evitar que Luz me viera en ese estado. Al llegar a mi cuarto, cerré la puerta con llave y me dejé caer al suelo en posición fetal. Las lágrimas brotaban sin control. No entiendo por qué sigo viva, por qué debo enfrentar este dolor constante. Mi corazón estaba lleno de dolor, rabia e impotencia. Estaba agotada emocional y físicamente, estaba totalmente vulnerable. La traición de Caminl había dejado una nueva marca, estaba hecha un torbellino de pensamientos oscuros y desesperanzados.

Luego de llorar un rato, me quite el resto del uniforme intacto y lo guardé cuidadosamente. Me asomé por la ventana para encontrar algo de consuelo en la oscuridad. Fue entonces cuando algo familiar captó mi atención. En el mismo lugar donde vi aquella figura humana días atrás, ahora estaba más cerca que nunca. Me saludó con un gesto que me sorprendió. Reí en medio de mi desesperanza, incapaz de entender por qué alguien desconocido se tomaba la molestia de saludarme.

Cerré la ventana y me acosté en la cama, intentando olvidar las humillaciones del día. Mañana sería otro día en la escuela, otro día enfrentando la misma mierda.

Las sombras del atisbo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora